O: Crónica de una excursión anunciada y no realizada.
(Escrita por el creador e impulsor del grupo de senderismo/montaña de la A.R.C.D. Buena Vista; así como el mayor artífice de las excursiones: Sebastián Ara Bro, el 18 de Mayo de 2009. PAQUITA)
Podría haber sido pero no fue. El 16 de Mayo de 2009 el grupo de andarines no estábamos para andar o estábamos en otra o para otra “cosa”. La excursión se suspendió pero podría haber sido mas o menos así:
Habríamos salido de Rascafría (1163 m) o mejor de Oteruelo del Valle (1131 m) ampliando el recorrido en casi tres km y recogiendo a Ramón que andaba por allí y a Fini su perrita.
El tiempo sería bueno, sin nubes y buena temperatura; sin calor, a pesar de la “isidrada” y la gozada se completaría con el paseo en ascensión, entre robles y con el valle del Lozoya a la espalda. Habríamos salido algo retrasados en relación con lo previsto (09:45 h) y a las 12:00 h, a la sombra y con un “tentenpié”, estaríamos a 1550 m y la vista abarcaría una amplia extensión del Valle, el Embalse de Pinilla, la Cuerda Larga y Macizo de Peñalara.
La pista forestal estaría animada, no en vano el Valle se habrá llenado, en este puente chulapo, con sus inquilinos a tiempo parcial. Subirían ciclistas habituales de la zona que nos complementarían la información del recorrido y, también, caminantes con perros que nos pondrían nuestra meta más difícil de lo que pensáramos que sería (no tendríamos aspecto de aguantar).
La pista, fácil, cómoda y permanentemente en ascenso, pronto nos pondría, después de beber de un camuflado y fresco manantial, a las puertas del camino, que subiendo por la loma, nos hubiese llevado -de los 1800 m, a los 2015 m, 50 por encima del Pto. de las Calderuelas- al punto más alto del recorrido. Son las 14:00 h.
En la hondonada un grupo de caballos con sus potros estarían retozando sobre el manto de la pradera recorrida por regatos del deshielo de los neveros que, unos metros más arriba, se resisten a desaparecer.
Por el camino que los pobladores del valle llevan en su romería del primer domingo de Agosto, que hermana la parte segoviana con la madrileña, hubiéramos descendido al Pto. de nuestro objetivo y en el que una inscripción sobre un cancho de granito nos habría ilustrado sobre el origen del topónimo –Mal Angosto o Malagosto- y su relación con el Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y su Libro de buen amor.
Hora de comer ¿Dónde? Los ciclistas nos habrían indicado que, bajando la ladera segoviana, a 500 m y en una vaguada al abrigo de los vientos, hallaríamos un manantal caudaloso, un chozo de pastor y una pradera. Bocadillos, agua fresca y limpia, una charca donde relajar los pies y el chozo -con su hornacina sin imagen- que en caso de necesidad sirve de refugio. Nos felicitaríamos por seguir el consejo.
Nos tomaríamos nuestro tiempo y a las 16:00 h volviendo al camino, en lugar de regresar como habíamos previsto, recorreríamos la cuerda y finalizaríamos en el puerto de Navafría y así, al tiempo que contemplábamos ambas vertientes, podríamos conocer de cerca esos “hoyos”, pequeños circos glaciares, de los que nos han hablado y hemos leído.
El primero, Hoyo Borrascoso, el más pequeño, con paredes de nieve y forma de embudo tallado en 180º, seguido por su gemelo Hoyo Cerrado, con lagunilla en el fondo, paredes torneadas y forradas de hielo, nos desvelan su pasado glaciar y alimentan el Barranco del Riajo Burro y el Arroyo de Hoyo Cerrado que, juntos, forman el Arroyo de la Saúca que va a parar al río Lozoya después de cruzar Alameda del Valle. Serían las 18:00 h cuando llegasemos a Peñacabra (2165 m) y un poco más adelante, a las 20:00 h, tendríamos enfrente los Hoyos de Pinilla y sus idílicas praderas con El Nevero (2209 m) al fondo, al Este.
Los restos de las trincheras en zig-zag y de las pequeñas fortificaciones, que los leales de la República defendieron durante casí tres años, nos acompañarían hasta superar el Nevero. Ni una placa, ni una piedra grabada atestiguan y dejan constancia del sacrificio de los hombres que dieron su vida por la libertad en su lucha contra el fascismo. Un pueblo se nutre de su historia y ésta de los recuerdos escritos y materiales. Se echa en falta una placa o una piedra grabada que los recuerde; la reconstrucción de alguna de las fortificaciones y trincheras ilustraría y recordaría lo que allí pasó a las futuras generaciones.
Desde las 17:00 h el viento soplaría frío y las nubes, que se habrían desarrollado a partir del mediodía, nos taparían el sol a ratos. A las 20:00 h habríamos llegado al puerto de Navafría (1779 m) después de descender en picado por el camino que discurre paralelo al limite de Segovia y Comunidad de Madrid y al llegar no tendríamos transporte y no podríamos volver porque habríamos rebasado el tiempo previsto en dos horas.
Afortunadamente no hubo excursionistas suficientes y la excursión no se hizo y esto sólo ha sido la crónica de lo que pudo haber sido y no fue… ¿O si pasó?
La verdad es que la zona es preciosa. Nos dejas sin saber si hubo o no excursión...
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