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noviembre 25, 2023

Los agricultores de naranjas buscan ganar a la sequía: “Hemos sembrado variedades que pueden resistir el cambio climático”, de Cristina G. Bolinches

 Cristina G. Bolinches  12 de noviembre de 2023 

Un año malo tras otro. Como ya ha pasado con otros cultivos esenciales, como el aceite de oliva, la producción de naranjas en España -y de cítricos en general- va a vivir una segunda cosecha a la baja. El motivo, la prolongada sequía, a pesar de que las lluvias de este otoño sirven de cierto alivio para el campo.

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:    CTXT . Golpe por golpe. Por Laura Arroyo

La división de los obispos frente a la amnistía anticipa la pelea por controlar la Conferencia Episcopal, de Jesús Bastante



Los centros de menores del franquismo regidos por Carmen Polo: monjas, moral católica, castigos y control de virginidad, de Lucas Marco

 Lucas Marco  12 de noviembre de 2023 

Castigos, pruebas de virginidad, trabajos forzosos, celdas de aislamiento y mucha moral católica. El franquismo creó el Patronato de Protección a la Mujer —con la esposa del dictador, Carmen Polo, como presidenta de honor—, una institución que propició el encierro de un número incalculable de menores de edad en conventos a modo de reformatorios. “Los motivos del internamiento fueron muchos y muy diversos, desde portarse mal hasta ir de la mano de un chico o fumar por la calle”, explica la periodista Marta García Carbonell (Gandia, 1999), autora junto con María Palau Galdón (Bicorp, 1999) de Indignas hijas de su patria. Crónicas del Patronato de Protección a la Mujer en el País Valencià, editado por la Institució Alfons el Magnànim tras obtener la 'Beca de periodismo de investigación Josep Torrent' que otorga la Unió de Periodistes Valencians.

Las autoras han rastreado la trayectoria de la institución en decenas de cajas de los archivos oficiales de la dictadura, con la ayuda de los trabajos de la investigadora Consuelo García del Cid, pionera del estudio del patronato y superviviente del encierro, o de las historiadoras Mélanie Ibáñez y Vicenta Verdugo, especialistas en género y represión franquista.

A pesar de que las raíces históricas más lejanas de la institución se remontan a 1902 y de la fallida experiencia de reforma durante la II República, brilló en todo su esplendor durante la dictadura franquista y no se extinguió hasta 1985.

En plena posguerra, en 1941, la dictadura creó el Patronato de Protección a la Mujer, dependiente del Ministerio de Justicia (cuyo titular ejercía de presidente efectivo) y con representantes de los obispos, militares, policías y de la Sección Femenina de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, entre otros estamentos del régimen. Todo con el objetivo de imponer la moral católica, de manera especialmente activa en las zonas que habían estado bajo control republicano hasta el final de la contienda.

En el punto de mira quedaron los “comportamientos homosexuales u otras anomalías de orden mental”, la prostitución callejera —disparada a consecuencia de la pobreza y el hambre durante la posguerra—, los paseos domingueros de parejas en bicicleta (“vehículo de moda”, según las memorias del patronato), la oscuridad de las salas de cine y, especialmente, los salones de baile (“Es la raíz de incontables pecados y ofensivas contra Dios Nuestro Señor que tiene prohibida la lujuria en todos sus grados”, alertaba la revista Ecclesia en 1945).

Las encargadas de aplicar el encierro, en última instancia, fueron monjas de varias órdenes religiosas. En los centros de clasificación previos al encierro en conventos, “les hacían exámenes de virginidad para ver cuáles habían sido sus pecados”, recuerda María Palau. “En el patronato las mujeres podían acabar encerradas como consecuencia de redadas callejeras o porque las enviaba un médico, un profesor o una monja”, explica la periodista.

Así, según los informes internos “sobre la moralidad púbica en España”, las Adoratrices asumían a las jóvenes más “fácilmente regenerables”, las Religiosas del Buen Pastor a las que “ofrecían fundadas esperanzas de rehabilitación” y las Oblatas a las “caídas más reacias a la acción reeducadora”. “Las peores eran las Oblatas y las Adoratrices”, apostilla Marta García, quien recuerda que hubo muchos intentos de suicidio.

En los reformatorios, las internas cosían, rezaban y poco más. Por supuesto, sin remuneración. “La vida diaria era silencio, miedo, hambre, rezo y trabajo forzado”, detalla María Palau. Además, las fugas se castigaban con encierros en celdas de aislamiento o con el destierro a centros situados en otras provincias “para conseguir que se rompiera la red familiar y social de amistades”, recuerda Marta García. Después del internamiento, las jóvenes continuaban vigiladas (...)

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   CTXT. “El 7 de octubre, Hamás masacró al Israel laico y de izquierdas”. Por Enric Bonet 


Cultura material de los alimentos, el sentido del gusto y la cocina, de Fernando Broncano

 24/10/23

Mañana explico en clase la cultura material de los alimentos, el sentido del gusto y la cocina, que, con el sexo y la religión han sido siempre los pilares de la fábrica de la cultura. Esta es la parte positiva, la otra es la experiencia de las hambrunas en el siglo XX.

Aunque la humanidad pasó hambre históricamente, las hambrunas del siglo XX tienen una historia particular. La que padeció España en la posguerra (aún a finales de los años 50 se sufría escasez e inanición. He contado a veces que en la clase de mi madre, que era parvulista en un pueblo de la cordillera central, algunos niños se mareaban y devolvían en clase porque habían desayunado una taza de vino en su casa). Las hambrunas y la corrupción o las dictaduras han ido de la mano: las de Bengala en 1943 bajo el Raj británico, la terrible hambruna en Ucrania bajo Stalin en 1933, fruto de la imposición de un sistema irracional de producción agrícola (no se entiende mucho de lo que pasa ahora sin aquella experiencia.

El libro que cito abajo explica muy bien la historia de Ucrania), la de Mao en el Gran Salto adelante en 1959, las hambrunas en India y Bangladesh, en el Sahel, en Etiopía. Los millones de muertos afortunadamente bajaron en los años 90.

Las hambrunas rojas fueron negadas u olvidadas por los partidos comunistas, y las azules por los liberales, pero han sido la fuente de mayores muertos que las guerras. Uno de los debates con las políticas de decrecimiento tiene que ver con estas experiencias, que ojalá desaparezcan. En los países ricos hay otras lacras como los desórdenes alimenticios: los unidos a la marca de clase, como es la comida rápida y procesada, las anorexias y bulimias de la adolescencia. La historia negra de la cocina.
De la otra, la de comer en común también hablaré, claro. In vino veritas, pero en un sobrio simposio, abría un famoso artículo Austin.

noviembre 23, 2023

Plantados ante Almeida: vecinos de Madrid colocan 1.000 árboles para proteger zonas verdes y frenar un cantón, de Guillermo Hormigo

 Guillermo Hormigo11 de noviembre de 2023 

“Defender un Madrid más verde y ecológico debe hacerse incorporando los procesos ciudadanos a la esfera política y no enfrentándose a ellos”. Con esta frase lamentaba Ecologistas en Acción el desmantelamiento del Bosque Urbano de Barajas, una iniciativa vecinal surgida en 2010 para revitalizar un parque abandonado por la administración pública. El Ayuntamiento de Madrid lo condenó a la degradación cuando en 2021 retiró la protección del arbolado, con lo que quedó expuesto a una gran población de conejos, y confiscó el equipamiento de riego. Dos años después, esta vez en el área residencial de Montecarmelo, el Ejecutivo de José Luis Martínez-Almeida vuelve a “dar la espalda” a una plantación ciudadana. Y a todo un barrio.

El Ayuntamiento arrasa sin previo aviso el huerto vecinal de la plaza de Lavapiés

Así lo denuncia María en declaraciones a este diario. Forma parte de la Plataforma No Al Cantón Montecarmelo, en concreto colabora en la comunicación de Cole Más Cantón No, una ramificación que denuncia la instalación de este espacio municipal para almacenaje de residuos y material de limpieza a pocos metros de tres centros escolares. En una parcela que, según los resultados de los presupuestos participativos de 2021, debería haber acogido un parque lineal verde para el disfrute de este vecindario (feudo del PP en las últimas elecciones municipales) situado en el distrito de Fuencarral-El Pardo. Con una propuesta radicalmente distinta cada vez más cerca de materializarse, muchos residentes se han organizado por su cuenta para sembrar el terreno de árboles y flores.


“Queremos que sirva para enriquecer una zona verde que debería calificarse como tal, pero también crear un símbolo contra este macrocantón que se pretende levantar en la única parte de la parcela que posee árboles ya adultos”, apunta María. Cifra en “más de un millar” el número de plantaciones efectuadas desde que comenzaron su labor en septiembre, entre ellas especies como encinas, pinos, olivos o madroños. “Antes de que empezara a llover, la gente iba a regar con sus propios bidones”. En la iniciativa participan desde los más pequeños hasta los veteranos del lugar, el propósito no es otro que “implicar a todo el barrio”.

Rafa Arranz, uno de los responsables de comunicación de la Plataforma No Al Cantón Montecarmelo, traslada a este medio que actualmente aglutinan a 20.000 personas, “el 80% de toda la población del barrio”. Más de 500 miembros participan en el grupo de la siembra, que incluye ingenieras de montes que velan por el correcto diseño y desarrollo de los trabajos. Como cuenta a Somos Madrid Emilio, uno de sus integrantes, se coordinan para decidir qué especies plantar, en qué cantidad, cuándo y dónde. Una floristería del barrio ha arrimado el hombro para facilitar especímenes a precios más asequibles.

(...) “Estamos haciendo una labor de recuperación, en Madrid nos falta memoria histórica sobre cómo era la ciudad hace 40 años. Montecarmelo, por ejemplo, se convirtió casi en un desierto árido por la acumulación de escombros expulsados desde el resto del municipio. Ha costado mucho rehabilitarlo para conseguir cierta masa forestal y no nos podemos permitir volver atrás”, añade. Una memoria histórica que va más allá de lo paisajístico, ya que otro de los motivos esgrimidos por sectores vecinales para frenar el cantón son los indicios de que bajo la parcela podrían encontrarse los restos de 451 brigadistas internacionales que lucharon en el bando Republicano durante la Guerra Civil, según recoge El País.

(...) El último caso de resistencia arbolada en la capital se remonta solo unos meses atrás. El pequeño huerto y jardín vecinal Gloria Fuertes, que mantienen desde abril de 2022 vecinos de Lavapiés en un parterre de la plaza homónima, fue arrasado en septiembre de ese año sin previo aviso. No fue ningún acto de vandalismo: lo destruyeron operarios municipales del departamento de Zonas Verdes. Por suerte, desde el vecindario se organizaron para replantarlo y todavía continúa dando un pequeño gran toque vegetal al centro de Madrid.

¡Gana entradas para 'El Enterrador' con tu suscripción a CTXT! Teatro del Barrio , 26 nov. 13h

 


PERROFLAUTAS DEL MUNDO:   Multa de 22.001 euros y ayudas de 2,3 millones para Mad Cool, el evento que protegen Comunidad y Ayuntamiento de Madrid de Diego Casado

Banalizar el mal, de Ximo Puig

noviembre 22, 2023

Llevando la vida: Antropología y educación, de Tim Ingold. Introd. de Fernando Broncano

 26/10/23

Hay que considerar al antropólogo Tim Ingold tan importante en el estudio de la cultura contemporánea como Bruno Latour o Donna Haraway. En este libro desarrolla una propuesta de renovación de la educación basada en la idea de experimentación continua de Dewey. Nacen estas conferencias de su participación en movimientos de renovación de su universidad contra las formas de gestión empresariales, en las que participaron profesores y alumnos por igual. Es un gran argumento contra la concepción de la educación como transmisión. Comunicar o, como él dice "comunar" y transformar y experimentar van juntos. Un manifiesto contra la burocracia pseudopedagógica que se ha impuesto en nuestras universidades y enseñanzas medias (yo propondría que se leyera obligatoriamente en esos terribles másteres que se obligan a quienes desean dedicarse a la enseñanza).

Ahora que pronto dejaré la enseñanza, me doy cuenta de cuánto he aprendido de los alumnos, sobre todo a no convertir las clases en transmisión de contenidos, ni tampoco en pseudotalleres participativos (que me parecen la mayoría de las veces representaciones de mercados competitivos), sino en tiempos en donde mi función es dar pistas y herramientas que pueden ser utilizadas o no como mapas de rutas posibles en el espacio abierto e indefinido de la vida. Es una opción contra las competencias y protocolos: la única competencia necesaria es aprender a buscarse las competencias que uno necesita. Echaré de menos mucho las clases, pero nada los protocolos pseudopedagógicos de las agencias de calidad.
Dejo aquí este párrafo en el que usa la metáfora de aprender como caminar:
"El caminar deja de ser algo para lo que uso el cuerpo, como una rutina autoimpuesta. Más bien, parece que me “convierto” en mi caminar, y que mi caminar me camina. Estoy allí, dentro de él, animado por su movimiento. Y con cada paso quedo modificado, no en el sentido de la transición de un estado a otro, sino en el de una renovación perpetua. De hecho, cuando llego soy una persona diferente; no la misma persona en otro lugar o con un cuerpo marcado por las llagas del camino. Incluso los dolores y las ampollas se despliegan en mi experiencia, como parte de un someterse activo a la vida, y podrán ser aún más dolorosas por esto: me guste o no, no puedo separarlas del ser caminante que soy. Son biográficas, y con ellas puedo contar una historia".
Tim Ingold. Llevando la vida: antropología y educación (pp. 55-56).