En la mañana del 6 de julio fallece en la localidad francesa de Billere, cerca de Pau, a los 102 años de edad, el miliciano republicano y superviviente del campo nazi de Buchenwald, Virgilio Peña Córdoba. Apenas unos días antes, el 24 de junio, un Virgilio emocionado recibió en un abarratodao salón del Ayuntamiento de Billere la Legión de Honor, la máxima distinción que se concede en el país vecino, de la mano de su alcalde y del general de la resistencia francesa, y también compañero de deportación en los campos nazis, Yves Marinelli.
Su muerte nos avisa irremediablemente de la definitiva extinción de los testigos presenciales de la lucha contra el fascismo y del horror concentracionario nazi. Y siempre quedará la pregunta sobre si la sociedad y las instituciones públicas andaluzas y españolas han reconocido lo suficiente a este combatiente y resistente ejemplar.
UN HUÉRFANO EN LAS BARRICADAS
Virgilio nace en el 2 de enero de 1914 en el seno de una familia campesina de Espejo, en la campiña cordobesa. Hijo de Rafael Peña Lucena y de Elisa Córdoba García, es el mayor de cinco hermanos. Su padre, que trabajaba en un cortijo cercano a Espejo, había sido uno de los organizadores de las huelgas en el pueblo durante el llamado “trienio bolchevista”, entre 1918 y 1920 como atestigua Juan Díaz del Moral en su ‘Historia de las agitaciones campesinas andaluzas’. A pesar de quedar huérfano a los once años, su padre ejerció una notable influencia sobre Virgilio y sobre los obreros locales en las aspiraciones revolucionarias que vertebraban a las masas campesinas, y que se condesaban en la reivindicación del reparto de tierras y la reforma agraria.
Educado en una cultura laica –sus padres estaban casados por lo civil y no bautizaron a sus hijos– le inculcó el orgullo de clase y el ansia por la cultura y el saber. Uno de los primeros recuerdos de Virgilio es el momento en que la biblioteca de su padre fue quemada y él fue detenido y encarcelado en represalia por su actividad en las luchas sociales. Virgilio, que no tuvo oportunidad de asistir a la escuela por empezar a trabajar siendo muy niño, aprendió a leer emulando a su padre que siempre llevaba un libro en las manos. En este sentido, Virgilio sigue la estela de su padre en la conformación del arquetipo de luchador íntegro que tanto abundó en el campo andaluz bajo el influjo del ideario libertario en el primer tercio del siglo XX. Obreros íntegros, con una gran formación autodidacta y de sólidos principios, que predicaban con el ejemplo, y con la legítima aspiración de construir una sociedad nueva sin la posibilidad de la explotación del hombre por el hombre: “Yo nunca, ni de joven, he sido de tabernas, ni de casas de mujeres… tenía que dar ejemplo a mis hermanos y a los compañeros. Después de trabajar empleaba el tiempo en la lucha, en la organización”.
¡VIVA LA REPÚBLICA!
Cuando llega la República tenía diecisiete años y ya entonces participaba en las movilizaciones obreras, teniendo el privilegio de ser de los primeros que salió a las calles del pueblo gritando ¡Viva la República!
En aquellos tiempos pertenecía al Sindicato Obrero del Campo local que, en un principio, se adhería a la CNT y, más tarde, a la UGT. Virgilio siempre apoyó a las mayorías que en Espejo fueron decantándose por la opción comunista. La República trajo consigo algunas tímidas reformas que se dejaron notar en Espejo. Con la victoria del Frente Popular se acrecienta la ilusión por revertir la situación de miseria en la que viven los campesinos. Pero la sublevación militar de julio de 1936 truncaba de raíz toda posibilidad de conquistas sociales para las clases trabajadoras. Virgilio participa en la organización de la defensa del pueblo que resiste algunas semanas, pero finalmente es tomado por los rebeldes. Los milicianos y buena parte de la población civil abandonan Espejo con dirección a Castro del Río y Bujalance en donde se organiza el ejército. Su familia acaba refugiándose en Linares (Jaén), mientras que él se integra en una compañía con gentes de los pueblos de la campiña cordobesa que se adhiere al Batallón Garcet, conformado principalmente por comunistas de Villanueva de Córdoba.
DÍAS CRIMINALES
En las filas del ejército republicano Virgilio participa en distintos frentes de la guerra como oficial de transmisiones: Pozoblanco, Chamorra, Talavera de la Reina, Toledo, Morella, Castellón, Teruel, Monroyo y la Batalla del Ebro. Vivió la retirada de Cataluña y recuerda así su paso a Francia: “Yo pasé muy mal la frontera porque iba herido… Aquello fue catastrófico, porque veías a los niños, mujeres, viejos en unas condiciones terribles. Y podías pensar que entrabas en el país de la libertad, el país de la república, pero eso se desvaneció rápido. Después de andar un montón de kilómetros sin comer y sin nada te meten en una playa… Los primeros días fueron criminales, sin nada que comer, ni de beber, sin poder hacer tus necesidades… La moral era muy baja entre la gente, aunque yo siempre pensé que la República ganaría la guerra, incluso estando en los campos de internamiento de Francia”.
Virgilio pasa por los campos de Barcarès y Saint Cyprien. Con el tiempo fueron mejorando las condicones de vida del campo gracias a la solidaridad externa. El 20 de diciembre salió para formar parte de una de las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Su compañía fue destinada al Departamento de Deux-Sèvres y más tarde a Royan hasta que fue disuelta tras el hundimiento de las líneas francesas y la ocupación alemana en junio de 1940. Virgilio huye con un pequeño grupo hasta Libourne, cerca de Burdeos donde fue acogido por una familia de viticultores para trabajar hasta el verano de 1941. En Burdeos se encuentra a un compañero del partido comunista que le conmina a participar en la reorganizacióndel partido y en actividades de la resistencia. Trabajó en una base situada en Burdeos donde eran reparados submarinos alemanes, participando en actividades clandestinas que incluían actos de sabotaje.
EL DELATOR
Por la delación de un compañero torturado, la policía francesa lo detiene en marzo de 1943 en la pensión donde residía. Lo acusan de terrorista y comunista y lo llevan a la comisaría donde sufre brutales interrogatorios durante una semana y media. Es encarcelado en el Fuerte del Hâ durante más de un mes y de allí a una prisión provisional durante otro mes hasta que, finalmente, es entregado a los alemanes. Es trasladado al campo de Compiègne, cerca de París, que hacía de centro de partida para los opositores políticos que eran deportados a los campos de concentración del Tercer Reich.
Virgilio formó parte del trasporte, compuesto por 1.943 hombres(entre ellos más de 230 españoles), que llegó al campo de de Buchenwald el 19 de enero de 1944. Virgilio recuerda con especial amargura el degradante transporte en tren durante tres días, hacinados, sin agua ni comida, donde brotaba la desesperación y la locura colectiva.
Muchos de sus compañeros fueron trasladados al poco tiempo de llegar al campo de Dora, temible por sus fábricas subterráneas de armamento. Virgilio permaneció en el campo central hasta su liberación el 11 de abril de 1945, implicándose en las actividades de la resistencia clandestina interna. Allí fue testigo mudo, mientras su cuerpo se iba deteriorando, de los crímenes más aberrantes cometidos contra las personas. Aún así, siempre mantuvo la lucidez e integridad humana.
LA HORA DE LA VENGANZA
La Deportación iba a tener otras consecuencias dolorosas para Virgilio: su hermano Hirilio, tres años más joven que él, había sido apresado por los alemanes en 1940, cuando formaba parte de los Batallones de Marcha del ejército francés. Deportado a Mauthausen, murió en Gusen el 20 de abril de 1942, a la edad de veinticuatro años. Y por otra parte, su familia, en Espejo, sufrió las represalias que el franquismo infligió a los posicionados con la causa republicana. Su madre fue vejada con el inhumano rapado al cero y la ingestión de aceite de ricino, y sus hermanas humilladas obligando a limpliar el cuartel de la Guardia Civil. Su hermano menor, Lucinio, soldado republicano, fue recluido en el campo de concentración franquista de Miranda de Ebro.
Tras la liberación, Virgilio Peña es internado durante nueve meses en una residencia de descanso en la ciudad de Pau –que sería su lugar de residencia–, habilitada para recuperar a las víctimas de la guerra de las graves secuelas que arrastraban. En una de las muchas manifestaciones antifranquistas que se celebraban en Pau, conoce a su mujer Christiana con la que forma una familia con cuatro hijos.
ALPARGATERO, ALBAÑIL, CARPINTERO
En un primer momento se dedica al ofico de alpargatero, para pasar al de la construcción y dedicarse finalmente a la carpintería hasta su jubilación como obrero cualificado. Nunca abandonó su militancia comunista y antifranquista y hasta su muerte, presumía de ser, posiblemente, a sus 102 años,“el militante más viejo del partido comunista de España”. Nunca perdería la relación afectiva y sentimental con su pueblo y sus vecinos a los que ha visitado en multitud de ocasiones después de la muerte de Franco. El 28 de febrero de 2014, el Día de Andalucía, el Ayuntamiento de Espejo le tributa un homenajededicándole una calle.
Virgilio, con una extensa trayectoria vital, basa su identidad en su condición republicana de la que nunca ha renegado: “Yo me sigo considerando soldado republicano y aspiro a la República. Vivo en Francia, pero deseo la libertad y el bienestar del el pueblo español. Yo no tengo nada. La carne se quedó en Buchenwald y la sangre en los campos de batalla. Solo me quedan los huesos y el pellejo que están aquí, pero mi mente y mi corazón han estado con el pueblo español”.
GRANDES IDEALES
Su extraordinaria biografía permite poner nombre, rostro y sentimiento a los más importantes episodios del siglo XX, a aquellas anónimas personas que dieron vida a los grandes ideales y no dudaron en luchar por ellos. Con la muerte de Virgilio Peña se va extinguiendo una generación única en nuestra historia contemporánea. En su biografía se condensan todo los grandes dramas del siglo XX: miseria, emigración, represión, guerra, exilio, deportación, trabajos forzosos, genocidio… a la vez que se personifican los grandes ideales de justicia, igualdad y libertad. Afortunadamente, contamos con un excelente documental sobre la biografía de Virgilio Peña realizado en 2005 por el cineasta Jean Dominique Gautier y el historiador de la Universidad de Pau Jean Ortiz, titulado ‘Espejo Rojo’.
Con la muerte de Virgilio cobran pleno sentido estos versos de nuestro Federico García Lorca:
(*) Ángel del Río Sánchez es delegado en Andalucía de la Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Variaciones postelectorales, de Jorge Lago
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Variaciones postelectorales, de Jorge Lago