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septiembre 28, 2024

CTXT. Carta a la comunidad 369 I Elena de Sus: Septiembre

 7/9/2024

Querida comunidad de CTXT:

 

Septiembre, el mes de inicio del curso, es similar al año nuevo. En ambos periodos una parte significativa de la sociedad afronta la vuelta al ritmo habitual de producción, pero tras el descanso parece posible reiniciarse, emprender nuevos caminos, dejar atrás los malos hábitos. El gimnasio se llena. En septiembre empiezan a nacer los bebés concebidos en el periodo navideño, el más frecuente para la reproducción humana en estas tierras desde hace décadas, lo que lo convierte en un mes lleno de pequeñas celebraciones y recuerdos. Cualquier cosa es posible y todavía no atisbamos el oscuro túnel que, por algún motivo que desconozco, solemos tener que atravesar en octubre.

 

        Imbuida de este espíritu, me ha interesado un artículo de Rachel M. Cohen en el medio estadounidense Vox (tranquilidad, no tiene relación con nuestro Vox) a favor del voluntariado y las pequeñas acciones. La autora explica que en los primeros 2000 se imponía la idea de que los gestos individuales podían cambiar el mundo. Como ya sabemos, es falsa y estúpida por muchas razones. Más adelante, en el ciclo político de Occupy Wall Street (en nuestro caso, del 15M), se generalizó la comprensión de que los grandes problemas como el cambio climático son sistémicos y que solo se combatirían de manera efectiva mediante cambios profundos en el sistema económico y político. Esto, que es cierto, resulta abrumador en el actual estado de las cosas, lleva a la frustración y la tristeza y sirve habitualmente como justificación para no hacer nada. El artículo argumenta que, aunque no vayamos a derribar el capitalismo haciendo una donación o ayudando a algún vecino, esto suele tener una utilidad inmediata y, posiblemente, es bueno para la salud mental que tanto decimos priorizar.

 

        En mi red social favorita en este momento, Mastodon, predomina por ahora la gente que hace cosas y lo comparte. Desde organizar clases de idiomas para migrantes en un centro social de Madrid hasta diseñar aplicaciones de software libre, de participar en un sindicato a velar por un nido de golondrinas en una casa de pueblo. El mismo funcionamiento de la red requiere ciertos niveles de compromiso, pero no les voy a aburrir con eso.

 

        Mi anterior red social favorita, Twitter, es el reino de los periodistas y opinadores profesionales como yo, siempre dispuestos a sacarle punta a cualquier cosa que alguien haga o diga para encontrar el punto de vista más ingenioso, más profundo, más divertido y, en no pocas ocasiones, más improductivo.

 

        Escuché un episodio del podcast de El País sobre gente que había dejado de hacer turismo. Los motivos eran variados, pero todos los entrevistados ponían un cuidado extremo en admitir que hablaban desde una posición de “privilegio” y subrayar que “no querían dar lecciones a nadie”. Me parece bien, es también la actitud que yo tendría; al fin y al cabo, no era más que eso, una decisión individual tomada en circunstancias individuales. Pero no puedo evitar pensar que las voces de los tuiteros se han quedado a vivir en nuestra mente.

 

        De nuevo, hay un efecto rebote aquí. ¿Quién no ha tenido que aguantar esa superioridad moral asquerosa del que tiene tres coches y los usa para ir a por el pan pero separa los residuos con cuidado, de la persona horrible que colabora con la parroquia, de la feminista que habla con asco de otras mujeres, de quien pretende que si no compras tal o cual producto caro y poco práctico, pero supuestamente más sostenible, eres mala persona? No queremos ser esos y eso está bien.

 

        Y sí, ya sé que todos estamos agotados, reventados, y ya tenemos bastante con lo que tenemos, pero también pienso que más lo están las Kellys, por poner un ejemplo.

 

        Leo en X, precisamente, una reflexión sobre la derechización de los trabajadores en una gran fábrica de este país. Habla de su descontento con el Gobierno, y refleja una situación real, quizás la economía va bien sobre el papel, pero ellos no lo perciben: el salario mínimo ha subido, pero no lo han hecho sus sueldos, comidos por la inflación. No es la primera vez que leo análisis de este tipo, y me parecen acertados. Sin embargo, algo en estas argumentaciones me hace arrugar la nariz. ¿Por qué depositamos en el Gobierno del Estado la responsabilidad de subir nuestros salarios, el tuyo o el mío, o el de tal o cual convenio? ¿En qué momento ha sucedido esto así, por iniciativa espontánea de la administración?

 

        Ya sé que me repito mucho en estas cartas, pero de alguna manera hemos llegado a una situación en la que los ultraliberales, los trolls nihilistas y los miembros de las diversas sectas que proliferan son los que se sienten dueños de su destino, mientras el resto nos vemos impotentes ante el tamaño del horror y nos dejamos caer por el pozo. Las causas de esto no se pueden tratar de manera fácil o rápida, pero mientras tanto, tal vez el esfuerzo de intentar ser como queremos ser nos venga mejor que el supuesto confort de seguir siendo solo una chica.

 

        Vivimos tiempos muy raros y yo sé que, para muchos de ustedes, la suscripción a CTXT no es solo una contribución al mantenimiento de un medio que les gusta leer, sino uno de esos pequeños gestos de compromiso y empuje. Desde aquí lo entendemos e intentamos tenerlo presente.

 

        Muchas gracias, 

Elena de Sus

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Comercio ignora el genocidio en Gaza y llama a "aprovechar" las oportunidades de negocios con Israel, de DANILO ALBIN

 

septiembre 27, 2024

La privatización de caminos y vías de acceso al medio natural crece sin control en Catalunya. ALEIX CAMPRUBÍ I PONT

27/08/2024   ALEIX CAMPRUBÍ I PONT

 La entidad SOS Costa Brava, que denuncia el cierre de algunos tramos de caminos de ronda, pide a las administraciones que actúen. El 80% de la superficie forestal en Catalunya es de propiedad privada, mientras que solo el 15% de los municipios tienen un inventario de caminos.

Diversas embarcaciones fondeadas en la cala del Golfet de Palafrugell. — SOS Costa Brava / ACN


Catalunya vive una fuerte tendencia hacia la privatización de caminos y otras vías de acceso a los entornos naturales. Entre ellos los populares caminos de ronda que transitan junto a la costa uniendo municipios, playas y calas. Pero también otros caminos que transitan por bosques o entre campos de cultivo. En algunos casos se han privatizado de forma ilegal, ya que la legislación preserva su uso público, especialmente en la costa. En otros, el camino puede formar parte de una propiedad privada, pero si hasta ahora se mantenía la permisividad en su uso para transitar por la naturaleza, cada vez se ha restringido más el acceso. Y ello conlleva mayor dificultad para acceder a entornos naturales de forma libre.

La explicación a una parte de estas restricciones tiene que ver con que la masificación de algunos parajes naturales de Catalunya ha despertado el recelo de propietarios de fincas, que han optado por poner trabas para acceder a determinados caminos de su propiedad. O en algunos casos se prohibe a pesar de ser caminos de acceso libre. Por ejemplo, la plataforma ecologista SOS Costa Brava alerta de la privatización de Can Juncadella, en Lloret de Mar (Girona), o de algunos tramos de caminos de ronda. Pero no es el único conflicto, ni un caso aparte. "Ha habido problemas de acceso toda la vida", asegura Marta Ollich, miembro de la entidad.

Buena parte del problema radica en que el acceso al medio natural en Catalunya "históricamente y con carácter general no ha sido restringido", detalla Joan Rovira, secretario general del Consorci Forestal de Catalunya. "La sobrefrecuentación de estos espacios es un fenómeno que va en aumento y obliga a la regulación", sostiene. El "boom de actividades al aire libre" y que el acceso al medio natural esté "poco regulado" es "un atractivo para amantes de la naturaleza", añade. Para Xavier Campillo, director y coordinador de la empresa Camí General, este fenomeno restrictivo puede venir a raíz de un cambio de mentalidad sobre la privacidad.

"El problema de fondo es que hay poca conciencia de que cuando estamos en el bosque casi siempre estamos en fincas de titularidad privada", prosigue Rovira, detallando que se trata del 80% de la superficie forestal de Catalunya. Recuerda que los titulares también se encargan del cuidado de muchos caminos y vías forestales que cruzan estos espacios. Esto ocurre tanto si son personas físicas privadas como entes locales, "que son los propietarios de la mayor parte de la superficie que no es privada".

"Por lo general, vivimos en un mundo cada vez más masificado, la gente se mueve cada vez más porque tiene capacidad de mobilidad, es normal", añade el director y coordinador de la empresa Camí General, que se dedica a inventariar caminos y realizar informes periciales para ayuntamientos y particulares. Paralelamente, las actividades tradicionales en el medio rural se abandonan y se producen cambios en las propiedades de las fincas: "Son gente que tiene dinero, pero no tienen vinculación histórica con las fincas, no proceden de la misma familia o no han trabajado allí", apunta. 

Aunque "pasa en todas partes", la privatización de caminos y vías de acceso al medio natural en Catalunya es especialmente preocupante en el litoral de Girona. Algunos ejemplos son el tramo del camino de ronda en Can Juncadella en Lloret, la cala del Golfet o los Jardins de Cap Roig en Palafrugell (Baix Empordà), o la playa de Garbet de Colera (Alt Empordà), según detalla SOS Costa Brava. Recientemente, la entidad ha realizado varias "caminadas reivindicativas" por caminos que reclaman que se abran al público y para poner de manifiesto que las administraciones "no están haciendo nada al respecto" ante "una ilegalidad flagrante".

Para el próximo 6 de octubre preparan un "gran acto" en defensa del camino de Colera. Ollich detalla que el camino lleva muchos años cortado por el propietario de una finca, "pero ahora están intentando cortar otro tramo, se van apropiando de trozos y cada vez van cortando más", lamenta. El caso más conocido es el del camino de ronda a su paso por Can Juncadella, una finca del expresidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev. Hace un año, unos 150 manifestantes pidieron la apertura circulando por el camino, tras una sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) que ratifica la titularidad pública de la vía.

A este caso, además, se suma el hecho de que es un propietario "con mucho poder y cree que puede estar por encima de la ley", y que puede asumir "todos los juicios que quiera", detalla Campillo. "Los prepotentes suelen ser quienes tienen poder para ser prepotentes", añade. Destaca que el caso "se ha alargado mucho porque el recorrido jurídico ha sido muy complejo". "Hasta que no se han agotado todas las vías, el Ayuntamiento de Lloret no tenía la fuerza legal para hacer ejecutar las sentencias", añade.

Un "cambio de mentalidad" y "grandes magnates"

El Consorci Forestal de Catalunya destaca que el propietario ha sido tradicionalmente "muy permisivo con el tráfico de vehículos o de personas caminando", pero admiten que la masificación "nos trae problemas graves que tienen un impacto tanto en medioambental como económico". "Conlleva el deterioro de caminos, vías e infraestructuras: problemas por la presencia de perros o el contacto con los rebaños, hurtos, etc". En esto coincide Campillo, admitiendo "problemas de seguridad" y "muchos robos de productos en el campo, o en casas aisladas", tanto en la periferia de las ciudades como en las zonas de costa.

El responsable de Camí General señala que la "gente rica" que compra fincas es "celosa de su seguridad" y opta por "cerrar los caminos siempre alegando la privacidad". "Antes esto no ocurría, el agricultor que trabajaba la finca no tenía la idea de privacidad", detalla. Pero ahora no solo ponen trabas los más ricos, también los propietarios más pequeños ven "la presencia de visitantes como una intromisión". "Hay un cambio de mentalidad. Antes las fincas eran para explotar, no para descansar", destaca. Apunta que en los últimos diez años hay una tendencia clara de cerrar fincas, y más cuando son grandes, ya que suelen tener más caminos.

Desde SOS Costa Brava, Marta Ollich coincide en que "suelen ser grandes propietarios que tienen fincas cercanas al mar y no quieren que la gente se meta en su terreno". Insiste en que ha pasado históricamente, pero ahora estos "magnates" están comprando fincas en la Costa Brava y las cierran, aunque pasen por ellas los caminos de ronda de uso público. "La gente rica no quiere que les pase un camino de ronda por delante de casa, quieren toda la propiedad y llegar al mar sin que nadie pase por allí, es un tema de poder, no es que nadie les moleste", añade.

Por su parte, el responsable del Consorci Forestal de Catalunya admite que hay ocasiones en las que los propietarios ponen trabas o vallas de forma ilegal. Sin embargo, asegura que son "casos aislados y contados" porque supone "un dolor de cabeza" y "no tiene sentido" porque contraviene la normativa. Ollich pone el foco en el caso de la cala del Golfet de Palafrugell, asegurando que el propio chalet que se construyó ya es "ilegal" y que "invade" el dominio marítimo-terrestre. "Lo cierran con rejas y vallas, cámaras, vigilancia, seguridad privada… Es una situación muy irregular", lamenta. Asimismo, destaca otra problemática: tramos que están en mal estado por desgaste o desprendimientos, y que "es responsabilidad de las administraciones arreglarlos".

El perfil de los visitantes

Aunque admite que, "como en todas partes, hay de todo", Rovira sostiene que la mayoría de las personas son cuidadosas con nuestro entorno y que "el impacto de un volumen de visitantes es reducido o muy insignificante". Sin embargo, remarca que la cosa cambian cuando se habla de masificación: "Hay comportamientos de todo tipo y, aunque los visitantes se comporten de forma exquisita, la sobrefrecuentación amplifica los pequeños impactos y supone también un problema", argumenta.

Campillo coincide en que la mayoría de la gente sigue siendo respetuosa, si bien admite que "los gamberros hacen mucho trabajo". "Falta educación ambiental y normas básicas de civismo. Hay muchas líneas de trabajo", argumenta. En este sentido, cree que es necesario pedir a la gente que sea respetuosa con la propiedad privada mientras se encuentra un "punto de equilibrio".

SOS Costa Brava también se fija especialmente en el caso de los jardines de Cap Roig, donde existen "muchísimas ilegalidades". Ollich señala que la propiedad, en manos de La Caixa -que adquirió el recinto con la absorción de Caixa Girona- "se pasó por el forro" la intención de los anteriores propietarios, unos ingleses que querían que fuera un jardín botánico, y han "cortado el camino de ronda". "¿Por qué se lo permiten? Porque es la Caixa y son poderosos. Es un tema de poder", admite.

Regularizar, inventariar y actuar

Ante esta problemática, el Consorci Forestal de Catalunya considera que es necesaria una regulación que "racionalice" la situación actual. "Las propuestas que hacemos son compartidas por un amplio abanico de actores, desde ayuntamientos hasta entidades vinculadas con la organización de actividades en el medio natural", asegura Rovira. "Siendo así, no creo que podamos hablar de que la propiedad es demasiado restrictiva o, si me permites la expresión, tiquismiquis", añade.

Por su parte, Campillo insiste en la importancia de que los ayuntamientos tengan los caminos inventariados, ya que la defensa es más sencilla. Asegura que los datos revelan que en Catalunya solo el 15% de los municipios tienen el inventario hecho, cifra similar a la de España: "Cuando cierran un camino, defenderlo es mucho más complicado", insiste. Celebra que en la Costa Brava la mayoría lo tienen, y que también se han ido inventariando los caminos de ronda. "Hay conflictos, pero los ayuntamientos han defendido los caminos y han salido airosos", citando casos como Tarragona, Vilanova, Tossa de Mar o Lloret.

SOS Costa Brava lamenta a su vez que los ayuntamientos "no hacen nada" con respecto a los casos "más graves" como los de Colera o Lloret, donde han pedido que actúen ante "una irregularidad flagrante". En cuanto a la vía judicial, destacan que los juicios "son procesos largos y que cuestan dinero": "Saben que es ilegal, pero van poniendo recursos y lo van alargando. Por agotamiento, las entidades tienen que dejar de luchar y ellos se valen de eso", sostiene.

Desde la plataforma defienden su labor para visibilizar que están "vulnerando la ley", ya que los caminos de ronda son públicos y "todo el mundo tiene derecho a pasear". "Exigimos que los abran, es su competencia, lo dice la ley de costas, que es muy clara", sostiene. Cita el caso de una casa entre Port de la Selva y Llançà, donde hace unos 20 años se hizo un nuevo camino de ronda y se "obligó a abrirlo" después de que los propietarios de una casa que lo bordeaba lo hubiesen cerrado. "Se puede hacer, tiene que haber la voluntad política, pero esa gente tiene mucho poder y está bien conectada, y frena a los ayuntamientos", lamenta.

Concentración en la costa, pero no solamente

Aunque Lloret es un caso paradigmático, ni mucho menos es el único ni tiene casuísticas particulares, más allá del largo recorrido judicial. Según el Consorci, donde más pasa es en zonas cercanas a grandes núcleos de población, espacios de referencia o puntos singulares por su atractivo, popularidad o zonas de baño. Campillo coincide en que la tensión se centra en las zonas "más pobladas y frecuentadas", como puede ser toda la costa, la Zona Volcánica de la Garrotxa o el Parque Natural del Montseny. "Todos los sitios que se acaban masificando es donde tienes los problemas más evidentes por el nivel de presión que hay", apunta.

"El mar tiene un gran atractivo porque todo el mundo quiere ir a la costa", lo que crea "conflictos", según Campillo. "El crecimiento en la zona de la costa ha sido espectacular, quienes no han urbanizado tienen una presión mucho más fuerte. Si tienes una urbanización detrás, te conviertes en el jardín de todos", destaca. Y pone Lloret como ejemplo, pese a ser el municipio turístico por antonomasia, con montaña y bosque: "Ordenó este espacio, y ha señalizado caminos para que la gente vaya a pie". Sin embargo, Campillo insiste en que el problema no es exclusivo de las zonas de costa, sino de las fincas en general, lo que pasa es que la gente tiene claro que tiene derecho a acceder a una playa"

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:  Qué está pasando con el oro que Milei está sacando de Argentina a espaldas de sus ciudadanos, de EMILIA G. MORALES

CTXT. De la responsabilidad constitucional de los jueces a su impunidad civil. Por Jesús López-Medel


septiembre 26, 2024

Paseo semanal por CTXT, por Diego Delgado: Seguros homeopáticos, incendios y crisis de acogida

 6/9/2024

Querida comunidad de CTXT:

 

Nos encontramos en ese punto indefinido entre el final de las vacaciones y el principio de la rutina. Ese punto en el que estamos esperando que la actualidad retome su ritmo pero esta sigue atascada en la bendita pachorra veraniega. Si, además de esto, la llegada de septiembre os sigue amargando la vida como en épocas de vuelta al cole –a mí me ocurre–, estas semanas se pueden convertir en un infierno de languidez y apatía.

 

Por suerte, tenemos a Gerardo Tecé, dispuesto a ir espabilándonos con una pieza que tiene tanto de divertida como de indignante. Alarmado –me vais a perdonar el juego de palabras; estoy hundido por el final del verano, ¿recordáis?– por la aparición del engendro de los seguros antiokupación, ha llamado a una de estas compañías para que le expliquen cómo funciona una cobertura para sucesos que no existen. No os lo podéis perder.

 

El verano de 2022 fue un auténtico infierno para el territorio y las poblaciones de la Sierra de la Culebra, una región castellanoleonesa que vio cómo el fuego arrasaba dos tercios de su extensión. Dos años después sigue sufriendo las consecuencias de lo que lugareños y personas afectadas coinciden en definir como una catástrofe provocada por una gestión política deficiente. Lo cuentan Elena Sánchez y Jordi Jon Pardo.

 

Antón Losada ha puesto el ojo en el Poder Judicial, el Banco de España y el PP para demostrar que estas tres instituciones tienen algo en común: de todas ellas han salido en los últimos días varias afirmaciones que “incluyen un grado preocupante de extravagancia democrática”. ¿Sorprendente? La verdad es que no.

 

Hace algunos días se cumplieron tres décadas de la llegada de las primeras personas migrantes a España a través de la ahora conocida como ruta canaria, que ha convertido el Atlántico en una gran fosa común. Este reportaje de Guillermo Martínez resume la evolución de una crisis humanitaria gravísima instigada por las negligentes políticas migratorias españolas.

 

Seguimos con Estados que pisotean derechos humanos, ya lo siento. Esta semana hemos publicado la segunda entrega de la serie ‘Retratos de genocidas’, de Ritama Muñoz-Rojas. En ella, la autora habla con el activista por la memoria Javier Vaca, hijo del genocida argentino Omar Vaca, que cuenta algunas cosas sobre su padre: “Una cosa es discutirle si es hincha o no de determinado equipo de futbol, y otra cosa es discutirle si mató o no mató a alguien, si participó o no en la tortura”.




septiembre 25, 2024

Kilian y el límite "El impacto material de su actividad es ahora menor, y eso es loable con independencia de la sinceridad de sus motivos", LAMAREA.COM

 Pablo Batalla Cueto   05 septiembre 2024

"El impacto material de su actividad es ahora menor, y eso es loable con independencia de la sinceridad de sus motivos", escribe Pablo Batalla sobre Kilian Jornet


82 cuatromiles, todos los de los Alpes, en 19 días: tal es la hazaña que asombra estos días al mundo montañero, acometida por el catalán Kilian Jornet, un recordman de los riscos, el gran exponente del alpinismo velocístico que triunfa en los últimos años. Convertirse en unos Usain Bolt de las alturas era la manera de que los alpinistas con vocación de inscribir su nombre en los libros de historia siguieran atrayendo los focos sobre sí, después de que casi todas las montañas del mundo hayan sido ya coronadas, y por todas sus caras. Queda ya muy atrás la edad del heroísmo cartográfico; del tiempo en el que era posible poner los pies donde ningún ser humano lo había hecho antes: todo está ya muy pisado y ya no existen cumbres de las que ser su Edmund Hillary.

Vino después la de las vías, las caras. Subir adonde ya se había subido, pero por vericuetos alternativos. Pero ella también se agota, y lo que queda entonces —últimos restos que rebañar en la agotada pota de lo sublime— es la celeridad. No hacer nada nuevo, pero hacerlo más rápido.

La gesta de Jornet es ciertamente asombrosa, una nueva muesca de éxito del ser humano en su empeño por transgredir los límites de la especie. Ese precisamente está siendo el léxico de su relato en la prensa. La transgresión del límite, la redefinición del límite. También se invoca un campo semántico aniquilador: «Kilian Jornet se traga los Alpes», titulaba El País. Se los traga: los devora, los deglute, los borra, los hace desaparecer dentro de sí, convirtiéndose en un hombre más grande que los Alpes, capaz de aprisionarlos y disolverlos en el interior de su estómago. Por supuesto, es una hipérbole: los Alpes seguirán ahí cuando el apocalipsis climático o un holocausto nuclear nos esfumen a todos de la faz de la Tierra; y ahí están ahora para que quienquiera pueda recorrerlos morosamente, buscando en ellos no un orgasmo cronométrico, sino el embrujo lírico ajeno a relojes que en tiempos cautivara a Shelley o Ruskin; no tragarse los Alpes, sino dejarse tragar por ellos. Deberán buscarlo, eso sí, abstrayendo la mirada de las poco embriagadoras legiones de corredores en mallas fosforescentes que se irán cruzando, espoleados por el llamado efecto Kilian.

Jornet no es un hombre, sino miles: todos aquellos que, inspirados por él, corren a emularlo a la escala de sus posibilidades; a integrarse en su cuadrilla informal de picapedreros de límites y conversores de las montañas en artículo de fast food. Un afán que rinde pingües beneficios a las empresas que organizan y promocionan un hinchado universo de maratones de montaña, que en los Alpes y otras cadenas montañosas convocan a corredores del mundo entero. Hasta en el Pico Avicena, antiguo Pico Lenin, un sietemil de Tayikistán, se disputa una así llamada Lenin Race, cuyo nombre en inglés nos habla por sí solo de la vocación internacional de estas pruebas, convertidas en grandes premios de un campeonato global de esta Fórmula 1 humana. En la cordillera cantábrica se organizan 85 carreras al año, según recuento del ecologista asturiano Ernesto Díaz, que comenta a este columnista, al pasarle la hoja de Excel en que las ha contabilizado, que, «si pudiésemos meter número de participantes y procedencia (que no, porque es un jari de curro), el resultado de la huella de CO2 nos iba a hacer saltar los empastes».

Jornet ha adoptado en los últimos años un discurso ecologista que bien puede ser una operación de greenwashing de la empresa unipersonal que no deja de ser, tras recibir algunas críticas en ese sentido, pero también puede ser sincero. Ha montado una fundación en pos de la preservación de las montañas y su entorno; reconoce que su «estilo de vida durante la última década como atleta profesional ha estado ligado a viajes frenéticos por todo el mundo, y, así», ha «contribuido directamente en acelerar el calentamiento global»; y ha reducido el número de carreras en las que participa al año, privilegiando los desplazamientos cortos.

El impacto material de su actividad es ahora menor, y eso es loable con independencia de la sinceridad de sus motivos. Pero sigue incólume un impacto de otro orden —superestructural, cultural— que el estrellato de Jornet también provoca: la promoción, no importa si en las sierras de las antípodas o las de al lado de casa, de una mirada voraz, depredadora, extractivista, de las montañas consideradas como los cuerpos posibles de un bodycount compulsivo; una mina en la que esquilmar el petróleo del heroísmo, para con él rellenar el depósito del cohete de las apoteosis ególatras del Homo capitalisticus; un límite execrable que dinamitar.

Tal mirada limitefóbica no es ecologista, aunque habite en los ojos de un hombre que recicle o no viaje en avión si puede hacerlo en tren. Por haber dinamitado demasiados límites estamos aquí, abocados a un inédito y quizás ya irreversible desastre planetario. Y el ecologismo es también —debe serlo— una pedagogía del límite respetado, el conformarse y el renunciar. Un ecologista bien entendido buscará siempre en la montaña, no un muro que reventar, sino uno ante el que admirarse.

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PERROFLAUTAS DEL MUNDO:  Francia conmemora el 80 aniversario de la liberación de París con un recuerdo a los españoles de La Nueve. RTVE.ES

CTXT. Isla Ardilla, de Gerardo Tecé


La Marea Verde planta cara a Ayuso y denuncia privilegios de la educación privada frente a la pública

 PÚBLICO / EUROPA PRESS   15/9/2024

La movilización tiene lugar en el marco de confrontación que mantiene el Gobierno regional con los sindicatos, que piden sentarse a negociar tras la anulación de la reunión planificada para el pasado viernes por la Consejería de Educación.


Una manifestante muestra una pancarta durante la movilización del profesorado por la defensa de la educación pública, a 8 de mayo de 2024, en Madrid.  Fernando Sánchez / EUROPA PRESS


La Marea Verde ha vuelto a salir este domingo a las calles de Madrid,  como hace cada inicio de curso escolar, para criticar la falta de recursos destinados a la educación pública en la Comunidad de Madrid y denunciar la falta de plazas en todas las etapas de la pública.

La manifestación se produce en un contexto de confrontación entre Gobierno regional y sindicatos, que piden sentarse a negociar tras la anulación de la reunión planificada para el pasado viernes por la Consejería de Educación.

En este sentido, la responsable de Educación de Comisiones Obreras, Isabel Galvín, ha criticado al consejero de Educación, Emilio Viciana, a quien ha acusado de no tener autonomía para negociar. "La Consejería de Educación no está coordinada con el resto del Gobierno, porque realmente es inexplicable esa desconvocatoria", apuntaba Galvín atendiendo a los medios en la protesta.

Desde la propia Marea Verde advierten de que el Ejecutivo regional está dando prioridad a la enseñanza privada. Chus Martín, del grupo de Acciones de la Asamblea Marea Verde, ha destacado una falta de plazas en todas las etapas de la pública, desde infantil hasta Formación Profesional. Además, considera que se está produciendo una segregación que divide a los alumnos "recortando a la pública y dando dinero a la privada".

Los sindicatos critican el anuncio de la jornada partida

Las críticas hacia la Consejería de Educación han aumentado tras el anuncio de la presidenta regional en el Debate del Estado de la Región, donde anunció que se dará prioridad a la jornada partida en todos los centros de la Comunidad de Madrid.

Desde CCOO sostienen que esta es una medida que no estaba sobre la mesa de negociación. Para el sindicato "las medidas de Ayuso no tienen nada que ver con la realidad de este curso" y avisan de que intensificarán el conflicto.

En cuanto a la medida en sí, las familias representadas por la CONFAPA se muestran ambiguas. Mencionan que la jornada afecta a la situación económica de cada hogar, que eligen centros con jornada continua si tienen menos renta y partida si tienen más. Señalan, como también hace la Asamblea Verde, que es necesario más inversiones para que los colegios donde van alumnos con menores rentas puedan ofrecer opciones extraescolares a sus alumnos.

Por otro lado, y más allá de las peticiones de mayores recursos invertidos en los centros, tanto la Marea como las familias, reclaman que los comedores sean gratuitos en la pública y que las cocinas no se externalicen.