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febrero 24, 2010

Senegal, las playas de Casamance: nuri-9

Escrito/publicado por nuri-9 el 24 Ene 2010 en su Blog Nuria Nómada. Autodescripción: -"Viajera vocacional, viajo en el tiempo y en el espacio. Admiro a viajeros como Alexandra David-Néel, Richard Burton o Ryszard Kapuscinski, cuya época y cuyos viajes son irrepetibles. Pero creo que aunque casi todo esté ya descrito y descubierto, un viajero siempre podrá ofrecer su mirada sobre aquello que ve y disfruta temporalmente. El viajero es un testigo privilegiado y nuestros ojos tal vez pueden ver mejor las realidades lejanas gracias a los anteojos de los que nos precedieron.
-Me gusta todo tipo de naturaleza (montaña y playa, selvas y desiertos, mares y ríos, lagos y glaciares), las ciudades históricas coloniales, las indumentarias y costumbres diferentes, la gastronomía, los mercados, las charlas con la gente y volverme invisible de vez en cuando para observar sin interferir. Me gustaría disponer de tiempo sin límite para viajar y escribir sobre lo que veo.
-He sido trotamundos y he disfrutado en más de cincuenta países, y sigo buscando nuevos horizontes.
-Me confieso letraherida, como lectora y como escritora. La literatura es parte importante de mi vida (también soy nómada en el vasto territorio de los libros) y tiene un pequeño espacio en este blog. Bienvenidos"
Y aquí el primer texto que le copio y publico: PAQUITA)
lacomunidad.elpais.com/nuri-9/posts

Un viejo peugeot compartido con otros pasajeros nos llevó desde Ziguinchor a Cap Skirring, en Casamance. La región de Casamance está al sur de Senegal, cerca de la frontera con Guinea, y tiene una guerrilla independentista: el Movimiento de las Fuerzas Democráticas de Casamance (MFDC). Cuando fuimos el conflicto parecía estar en un periodo tranquilo o estancado.

Decían que la playa de Cap Skirring era de las más bonitas y de arenas más finas de Senegal. Tenía muchas palmeras y arena blanca. Por la mañana alquilamos una piragua para recorrer las ramificaciones del río Casamance. Nuestro barquero se llamaba Alexandre, y su ayudante Azíz. Fuimos andando hasta la zona donde estaba la piragua a través de un lodazal. Era zona pantanosa y los pies se nos hundían en el barro. Los primeros tramos fueron muy estrechos, con la vegetación cerrándose a nuestro paso. Luego el cauce se ensanchó; más allá de nuestro recorrido el río Casamance llegaba a tener 3,5km. de anchura. Veíamos las raíces aéreas de los manglares buscando el agua. En esas raíces se adherían las ostras, como las que habíamos degustado la noche anterior en una ensalada riquísima.

A tramos encontrábamos baobabs de retorcidas ramas junto a la orilla, mezclados con palmeras. Paramos en un recodo del río y vimos como un hombre subía por el tronco, con los pies descalzos, ayudándose con una especie de cinturón. Subía para recoger el vino de palma, que recogían en calabazas sujetas al tronco. En un solo día se obtenía un litro o litro y medio de vino, que la palmera iba segregando gota a gota. El hombre hacía una hendidura con el machete, allí colocaba un cucurucho de hoja de palma y una calabaza sujetándola con una cuerda. Probamos el vino que resultó ser gasificado por la fermentación, y menos dulzón de lo que esperábamos, con un sabor algo avinagrado.

Comimos en el poblado de Elinkine, en la isla de Karabane. La playa de Elinkine era una franja de arena blanca bordeada de palmeras alternando con enormes baobabs que extendían sus nudosas raíces casi hasta el agua. Estaba llena de piraguas de pescadores, pintadas de colores vivos. Resultaba curioso pensar que era una playa fluvial, y que no era agua de mar. Las casas eran de adobe con tejadillo de caña, y eran frescas y penumbrosas por dentro. Tenían vallas o cercas de palmeras, y calabazas más o menos grandes para guardar el agua de lluvia.

Al despedirnos de nuestro piragüero no entendimos bien una cifra que nos dijo, y como no tenía papel, se levantó un poco el pantalón corto y sobre su propia piel escribió la cifra con una ramita. Tenía otros números dibujados que no se habían borrado. Utilizó la piel oscura de su muslo como pizarra. Aquello, una vez más, era África.

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego


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