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octubre 30, 2012

Siempre que una nave arriba, baja a las tabernas del puerto, de AR DelasHeras

AR DelasHeras 27 de agosto

Siempre que una nave arriba,
baja a las tabernas del puerto.
Escucha con paciencia y atención
las conversaciones de los marineros,
Unas veces compartiendo mesa y bebida,
otras aguzando el oído desde la barra,
...y si el tiempo se ofrece bonancible,
apoyado en alguna solana con fingida desgana,
junto a un grupo de marineros,
o un solitario parlanchín.
No es fácil seguir las palabras de estos navegantes,
sus discursos se entrecortan,
los interrumpen otros,
o se enredan en detalles nimios.
Además, muchos marineros son extranjeros,
de muy distintos países,
y se comunican con un indigesto brebaje de palabras,
que nunca han estado reunidas en un mismo diccionario.

Pero a pesar de todo esto,
y por su perseverancia,
va extrayendo fibras de estos discursos siempre incompletos
con las que luego con igual paciencia,
pero más habilidad aun,
les sirve para trenzar con la escritura bellas y excitantes narraciones
sobre otros lugares,
otros pueblos,
y sorprendentes sucesos.

Sus narraciones acercan esos mundos de allende los mares
a muchos lectores
y hacen próximas e inteligibles
las noticias fragmentadas y confusas para los no iniciados.

En muchas ocasiones
le preguntan por qué no se ha embarcado
para ir así a uno de esos lugares que luego narra.
Siempre contestaba,
que no habría entonces tenido tiempo para conocer y vivir
tantas historias como las que ha podido escribir
bajando al puerto.
Por eso se le ve con regularidad ,
sentado en una roca junto al mar,
con la mirada fija en el horizonte,
a la espera de la próxima nave
con la que seguir construyendo historias...,
o de la ola imprevista
que en un día de mar en calma
le lleve,
en un viaje sin retorno,
a conocer todos esos lugares.
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La Ciencia y la Tecnología nos han dejado a la orilla de un envolvente océano.
Sólo unos pocos lo surcan,
y traen noticias de sus navegaciones,
que las más de las veces se las reparten entre ellos
en lugares tan privativos
como las tabernas portuarias de antes.

No es bueno mantenernos los demás en esta insularidad
sin preguntarnos que hay en esos vastos horizontes,
cada vez más dilatados.
Necesitamos que nos cuenten el mundo,
el de la naturaleza,
y el artificial que estamos creando con la tecnología.

Buscamos narradores que sepan ensamblar, traducir, los fragmentos
en historias que necesitamos todos para no sentirnos excluidos,
perdidos,
o utilizados.
El conocimiento pertenece a la Humanidad,
no es propiedad de ninguna casta académica,
países
ni de patentes.
Y el beneficio de mayor excelencia está en tenerlo,
no en hacerse sólo con lo que se puede producir con él.

Es un esfuerzo que no debe confundirse con el género de ciencia ficción,
la divulgación científica (con libros y producciones audiovisuales loables),
que si bien son aportaciones a este objetivo muy valiosas
no cubren plenamente la necesidad de un género narrativo
que despierte nuestra imaginación
sobre lugares y fenómenos muy lejanos
y nos animen a acercarnos a la orilla
y quedarnos ensimismados mirando el horizonte.

En este mundo científico y tecnológico
necesitamos narradores que nos lo cuenten,
no sólo que intenten explicárnoslo.

 Paquita Caminante , 30 agosto... El placer de contar, de contarte. Reproducir lo que sientes, lo que sentiste, lo que quizá ¡por qué no! viviste, supone disfrutar nuevamente, rememorando, con emoción, pero sin nostalgia... Buena noche. PAQUITA


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