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noviembre 02, 2017

Wegener, el visionario de Pangea


Las ideas visionarias de este explorador y científico pionero nos revelaron un planeta cambiante y dinámico, en el que los continentes, lejos de ser entidades estáticas, se mueven y transforman de manera continua. 2/11/2015 http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2015/11/02/56373f58e2704e5a6f8b457b.html

Hace unos trescientos millones de años todos los continentes estaban unidos en una masa única denominada Pangea. Desde entonces, aquel supercontinente se fue fragmentando y sus pedazos han ido separándose entre sí hasta configurar los continentes en los que vivimos hoy. Estas eran algunas de las ideas que Alfred Wegener exponía hace ahora exactamente un siglo en su revolucionaria obra El origen de los continentes y los océanos. Esta teoría, que fue ridiculizada y denostada en un principio, se encuentra hoy plenamente vigente pero necesitó de medio siglo para ganarse la aceptación de la comunidad científica y para desarrollar todas sus profundas implicaciones que alcanzan a la geografía, la geología, la geofísica y la oceanografía.El hombre que ideó esta teoría, Alfred Wegener, nacido en Berlín el 1 de noviembre de 1880, soñaba desde niño con la exploración de Groenlandia. Todos sus juegos, y sus actividades posteriores ya como adolescente o aun como estudiante universitario, no eran más que un entrenamiento para el día en que visitase las tierras árticas. Estudió física, meteorología y astronomía y se doctoró en esta última disciplina en 1905 por la hoy llamada Universidad Humboldt de Berlín. En sus primeros años como profesional se dedicó a la meteorología, realizando junto con su hermano Kurt (dos años mayor que él) trabajos pioneros que usaban sondas en globo. En abril de 1906, los hermanos Wegener batieron un récord al permanecer durante cincuenta y dos horas y media suspendidos en uno de estos globos. También en 1906, Alfred Wegener viajó por primera vez a Groenlandia, dentro de una expedición danesa, y tomó diversas medidas del clima ártico. Desde su regreso y hasta el inicio de la I Guerra Mundial impartió clases en la Universidad de Marburgo y escribió una de sus obras más importantes, Termodinámica de la atmósfera, que llegaría a ser un libro de texto clásico de meteorología.Parece que fue en el otoño de 1911 cuando Alfred Wegener quedó intrigado por las similitudes entre fósiles, tanto de animales como de plantas, hallados a ambos lados del Atlántico, lo que le impulsó a iniciar una cuidadosa compilación de coincidencias entre organismos de los distintos continentes. La ciencia ortodoxa de la época explicaba estos casos suponiendo que, en algún tiempo, las grandes masas terrestres habían estado conectadas por puentes de tierra que se habían hundido después.
Pero cuando Wegener se dio cuenta de que el perímetro de la plataforma continental (que es ligeramente diferente del perfil costero) del oeste de África encajaba bien con el del este de Sudamérica y, más aún, que las plataformas continentales de la Antártida, Australia, India, Madagascar y Sudáfrica encajaban entre sí casi exactamente, como las piezas de un rompecabezas, comenzó a elaborar la idea de que los continentes actuales habían estado todos agrupados en el pasado en un supercontinente único al que denominó Pangea. Al estallar la I Guerra Mundial, Wegener fue alistado en el ejército alemán pero, tras resultar herido en el frente de Bélgica, acabó siendo transferido al servicio meteorológico militar, lo que sin duda le permitió seguir perfilando sus ideas. Durante cuatro años compiló argumentos de todo tipo en favor de su teoría y redactó el magnífico libro publicado finalmente en 1915, es decir, en plena guerra.



Varios centímetros por año

El origen de los continentes y los océanos fue revisado en sucesivas ediciones que vieron la luz en 1920, 1922 y 1929, en las que desarrolló nuevos argumentos para tratar de vencer la resistencia con que la ciencia ortodoxa acogía estas ideas. Pero esta resistencia fue hostil durante largas décadas, en parte porque el mecanismo físico de la deriva continental no se comprendía bien. Sería la exploración exhaustiva de los fondos oceánicos a partir de 1950 lo que aportaría una prueba contundente en favor de la teoría de la deriva continental. Se comprendió entonces que la teoría de Wegener erraba al suponer que los continentes se sumergían en los fondos de los océanos, pues se observó que continentes y fondos oceánicos forman parte de unas entidades mayores denominadas "placas tectónicas".
Se descubrió además que las placas tectónicas flotan y se desplazan sobre la capa inferior de la Tierra, que se encuentra a unos centenares de kilómetros de profundidad (la astenosfera), y que las zonas en que concurren dos placas son regiones de gran actividad sísmica y volcánica. En esos lugares en que dos placas entran en contacto pueden elevarse grandes cordilleras como el Himalaya o los Andes, y cuando una placa se sumerge bajo otra, en las denominadas zonas de subducción, se originan grandes fosas, como las observadas junto a las costas de islas volcánicas y continentes. Por ejemplo, en el Pacífico occidental se conocen seis estrechas trincheras con profundidades que superan los diez kilómetros. Las velocidades de deriva de los continentes, que alcanzan valores de varios centímetros por año, se miden hoy directa y rutinariamente mediante diferentes métodos que utilizan satélites y observaciones astronómicas.
Wegener viajó en cuatro ocasiones a Groenlandia, y allí moriría en 1930, un día después de cumplir los 50 años de edad, cuando sufrió un ataque al corazón tras transportar víveres para sus colegas en una dificilísima misión entre los dos campamentos en que se había dividido la expedición. Se estima que su cuerpo se encuentra hoy en el mismo lugar de su muerte, donde fue enterrado por un compañero, pero bajo más de 100 metros de nieve y hielo que han ido acumulándose allí desde entonces.
Al igual que sus expediciones soñadas a Groenlandia, su soñada Pangea también se hizo realidad, una realidad científica que ha llegado a ser una de las características más distintivas de la Tierra primitiva. Las ideas visionarias de este explorador y científico pionero nos revelaron un planeta cambiante y dinámico, en el que los continentes, lejos de ser entidades estáticas, se mueven y transforman de manera continua. Estas ideas, que han tenido un enorme impacto en todos los estudios de la Tierra, han hecho que Wegener sea reconocido hoy, final y merecidamente, como el autor de una de las mayores revoluciones de la ciencia contemporánea.

(*) RAFAEL BACHILLER es astrónomo, Director del Observatorio Astronómico Nacional-IGN y miembro de la Real Academia de Doctores de España. Artículo publicado en el número 196 de La Aventura de la Historia.
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