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mayo 30, 2019

Estamos en una transición nueva, no solo energética sino sobre todo cultural, de Fernando Broncano R

Fernando Broncano R ·     27/5/2019
Los primeros análisis que van saliendo convergen en dar por finalizada la hipótesis Podemos. No puede atribuirse a la división con Errejón la caída en picado (de hecho, Madrid es, por dolorosa que sea la pérdida de ayuntamiento y comunidad, uno de los lugares donde el viejo voto a Podemos cae menos, incluyendo en este a MasMadrid): Castilla-León, Murcia, tantas otras comunidades no tenían ese factor y la caída de votos ha sido mucho mayor. Ya no es momento de reproches. No merece la pena, no hay que discutir con los restos de un partido agonizante que, por mucho tiempo, seguirá echando las culpas al resto del mundo: la prensa, el poder, la izquierda amable, lo que sea. La transición de la transición ha terminado. Estamos en otra etapa y otro contexto en el que la disputa nacionalismo-independentismo seguirá entreteniendo al personal, mientras que el marco europeo sí ha cambiado sustancialmente. Pollo agridulce: sube la ultraderecha, baja la vieja política, salvo en España por razones internas, y suben nuevas fuerzas renovadoras como son los verdes. Estamos en una transición nueva, no solo energética sino sobre todo cultural: incorporar a las estructuras e instituciones los reclamos profundos antipatriarcales, contra la catástrofe ecológica, el control de las nuevas tecnologías, la lucha contra la desigualdad creciente y la creación de un entorno de países no alineados en la nueva guerra fría entre dos oligarquías. Todos son temas transversales, cada uno de los cuales puede reclamar ser para un 99%. Los viejos formatos, modos, corporeidades y testosteronas de la vieja izquierda educada en las celdillas conspirativas están acabando sus días. Ahora queda el conectar las múltiples REDES SOCIALES (no confundir con las redes sociales como esta) que llevan tiempo en la resistencia contrahegemónica. Y, por dios, que toda esa gente que ha andado haciendo currículo activista y mostrándolo como si fuese un currículo profesional se recicle y vuelva al trabajo y la vida cotidiana (y que dejen de conspirar y rayarnos a todas). Como escribía en mi anterior libro, "Cultura es nombre de derrota" citando a William Carlos Williams,

Ninguna derrota es enteramente una
derrota, pues
el mundo que abre es siempre un sitio
hasta entonces
insospechado.

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