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diciembre 26, 2021

Poema: La tierra natal, de Anna Ajmátova. Introd. de Fernando Broncano

 Fernando Broncano R  27/7/21

Anna Ajmátova  (1989-1966) forma con  Ósip Mandelshtam y  Borís Pasternak la gran poesía rusa que malsobrevivió, o no lo hizo, a Stalin. Fue amada y pintada por Modigliani en una breve visita a París. Tuvo también una breve historia de amor tardía con Isaiah Berlin. Su primer y segundo marido murieron a manos de la represión soviética. El primero en los tiempos de Kronstadt (la carta de liberación de Lenin llegó tarde, ya le habían fusilado); el segundo a manos de Beria y Stalin; su hijo fue enviado a prisión y ella esperó largos días a la puerta de la cárcel para recibir alguna noticia. Escribió en los años cincuenta Requiem un conjunto de poemas que hiela la sangre y es el gran texto contemporáneo sobre las vidas que merecen ser lloradas. Su breve prólogo es la mejor introducción a la política de la memoria y lo que justifica, si lo hace, el lugar del escritor en tiempos oscuros. No recibió el Nobel que merecía tanto o más que Boris Pasternak. Este es el prólogo (no el poema que os propongo hoy):

"En los terribles años de Yezhov hice fila durante diecisiete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me "reconoció". Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con el frío azul en sus labios y que, evidentemente, nunca había oído mi nombre, despertó del desasosiego habitual en todas nosotras y me preguntó al oído (allí todas hablábamos entre susurros):
-¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
-Puedo.
Entonces algo similar a una sonrisa se asomó en lo que una vez había sido su rostro.
[1ro de Abril, 1957. Leningrado]"
Este poema, "La tierra natal" expresa la profundidad y complejidad de los sentimientos que se tienen con respecto a la tierra natal. Ajmatova se refiere a ella en su materialidad, como la tierra que pisas y te mancha los zapatos, en una hermosa metáfora de esa relación de amor-odio que conlleva una tierra que amamos y que no siempre nos amó. Cualquier emigrante podría entender muy bien este poema . Ajmatova no emigró de la URSS físicamente, no fue una "víctima" hundida, fue una superviviente y exiliada interna:
La tierra natal
No la llevamos en oscuros amuletos,
Ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
En objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
Ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
Esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
Y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.

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