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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: La Marbella que dejó Muñoz: mil edificios ilegales y una deuda de 500 millones que los detectives no quieren rastrear, de Néstor Cenizo :
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: La Marbella que dejó Muñoz: mil edificios ilegales y una deuda de 500 millones que los detectives no quieren rastrear, de Néstor Cenizo :
25.08.2024 SAMUEL A. PILAR
"No todos los incendios son malos", asegura el científico del CSIC Juli G. Pausas, que acaba de presentar su nuevo libro 'Incendios forestales. Una introducción a la ecología del fuego'. De primeras, esta afirmación puede resultar chocante, pero tiene una explicación muy clara desde el punto de vista ecológico: "Igual que las lluvias o las sequías son un elemento natural y sostenible del sistema, y en cada ecosistema hay un régimen de lluvias y de sequías, con los fuegos pasa lo mismo, y hay un régimen de incendios". Según este ecólogo, conocer bien los mecanismos del régimen del fuego puede ayudar a luchar contra los grandes incendios, cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
Pausas, que desarrolla su trabajo en el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE) de Valencia, propone una gestión de los incendios que no se base únicamente en la extinción, y afirma que “hay que permitir que existan incendios pequeños para evitar los de grandes dimensiones”. "La opción de que no haya incendios no existe. Hemos tenido, tenemos y vamos a tener incendios", mantiene, y considera que las políticas de tolerancia cero al fuego no solo no representan una solución, sino que pueden convertirse en un agravante: "Lo que se ha estado haciendo hasta ahora es apagar todos los incendios, especialmente los que tienen poca intensidad, pero cuando se producen fuegos muy grandes, esos no se pueden apagar, y son los que más daño hacen".
Por ello, cree que es necesario invertir esta filosofía, teniendo en cuenta que los incendios de menor intensidad "actúan como cortafuegos naturales y reducen combustible". "Cuando un incendio es pequeño, es casi positivo", subraya.
Tal y como explica, “si evitamos que ocurran incendios, la biomasa se irá acumulando, y, cuando el fuego surja, ocasionará incendios de intensidad más elevada”. Así, apunta a que “la medida más efectiva para reducir los grandes incendios supone aceptar un número de incendios relativamente poco intensos”, aunque reconoce que se trata de una medida difícil de asumir, a pesar de que existen "muchas evidencias científicas” al respecto.
Aunque tradicionalmente se ha considerado los incendios como acontecimientos negativos, el fuego es indispensable para regenerar los hábitats y mantener su biodiversidad. Todos los ecosistemas se han adaptado evolutivamente a sufrir las llamas de manera periódica, y a rebrotar después.
Pausas cree que las imágenes de bosques enteros reducidos a cenizas que suelen aparecer en los medios de comunicación para ilustrar noticias de incendios forestales pueden llevar a pensar que esos territorios quedan arrasados para siempre, sin posibilidad de recuperación. Aunque recalca que, si se espera el tiempo suficiente, la naturaleza hará su trabajo y la vegetación volverá a aparecer. De hecho, solo hace falta echar un vistazo a los inventarios forestales de los últimos años para darse cuenta de que, a pesar de los grandes incendios que se han producido, la biomasa y el bosque en España no han hecho otra cosa que aumentar.
Un gran ejemplo de que el fuego es parte de los ecosistemas naturales y de su gran poder de regeneración está en la sabana africana, donde se producen el 70% de los incendios a nivel global. Sin embargo, su intensidad es generalmente baja, lo que permite que esta región sea una de las de mayor biodiversidad del planeta.
En el extremo opuesto, la frecuencia del fuego de los bosques boreales es mucho menor, aunque su intensidad es altísima. En un punto intermedio se encontrarían ecosistemas como el mediterráneo, aunque en los últimos años sus fuegos están aumentando tanto de intensidad como de frecuencia debido a la acción humana y al cambio climático.
"El régimen de incendios se está viendo muy afectado por el cambio climático, que está extendiendo el periodo del año en el que puede haber incendios, ya que ahora los hay en invierno, en primavera… Y después la vegetación está más seca y aumenta la frecuencia de calor, lo que hace que la probabilidad sea mayor", indica Pausas, quien cree que esta situación provoca que los incendios sean cada vez "más grandes, más frecuentes y más intensos".
Pero este ecólogo aclara que "no todo lo explica el cambio climático", y apunta a otros factores que a su entender también tienen un enorme peso en este cóctel explosivo, como el abandono rural, el cambio de los paisajes o la falta de gestión forestal. "De unos paisajes utilizados en agricultura, pastoreo, para recoger leña... Hemos pasado a otros mucho más continuos porque se abandona el mundo rural, y la vegetación va creciendo y también el combustible, lo que aumenta la probabilidad de que los incendios se hagan más grandes", asegura.
En realidad, tal y como explica, esta situación de homogeneidad del paisaje comenzó a gestarse en España en la década de 1960 -1970, coincidiendo con un abandono cada vez mayor del medio rural, lo que ha provocado que aumente la extensión de bosques y matorrales. Cuando se abandona un cultivo, o se deja de pastorear un pastizal, lo primero que aparecen son matorrales, que son plantas de rápido crecimiento, y generan continuidad entre un bosque y otro, permitiendo que los fuegos se propaguen más rápidamente.
"Tenemos puntos en el paisaje que son muy inflamables, zonas densas con mucha biomasa, donde en condiciones de calor pueden generarse estos incendios especialmente intensos que no se pueden apagar", manifiesta Juli G. Pausas, y señala que son estos "puntos calientes" los que "hay que gestionar", intentando "fragmentar" alrededor de ellos, "estimulando el cultivo y el pastoreo", con el objetivo de que "los fuegos tengan poca probabilidad de llegar allí, y si llegan sean poco intensos y los bomberos los puedan apagar".
Además, el investigador del CIDE cree que la planificación urbana también se puede mejorar en este sentido: “Sería deseable limitar la expansión de urbanizaciones y polígonos industriales en ubicaciones rurales y naturales en paisajes inflamables".
"Como incendios los va a haber siempre, porque además tiene que haberlos, lo que tenemos que hacer es que esos regímenes de incendios no sean muy negativos", asegura Pausas, para subrayar una vez más que "no podemos estar en contra de todos los incendios, porque eso nos lleva a que sean más intensos y problemáticos".
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: CTXT. “No pude preguntarle si participó en secuestros, muertes, torturas o robos de bebés”, de Ritama Muñoz-Rojas
Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado". Para VER las FOTOS, sus detalles, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas. Crónica anterior subida al Collado de las Vistillas: Pedriza. Maza II-Cdo. Vistillas-Puente Oruga-Collado Dehesilla-Apcto., 24/8/2020 https://paqquita.blogspot.com/2020/08/pedriza-la-maza-cdo-vistilla-puente.html
1.- Río Manzanares a su paso por Canto Cochino, tras las lluvias recientes.
2.- Arroyo de las Majadillas, antes de unirse al Manzanares.
3.- En un desvío de la autopista. dos macrolepiotas. Quizás no, no tiene escamas en el sombrero.
* Viernes, 18 de octubre, estamos en la Pedriza. Al acercarnos al Manzanares, a su paso por Canto Cochino, nos sorprende el caudal que lleva. Parece que en la Sierra de Guadarrama ha llovido más que en Madrid y su entorno. Algo más adelante, cuando la senda (autopista de la Pedriza) vaya en paralelo al arroyo de la Majadillas veremos que éste también baja abundante. En visita anterior, inicios de septiembre, ambos iban exhaustos, de pena. Hemos comenzado la excursión a las 11h. Vamos hacia el refugio Giner de los Ríos, algo más allá, al Tolmo, donde se inicia la subida al Collado de las Vistillas.
4.- Pasarla sobre el arroyo de los Poyos. Acceso a Prado Peluca y al refugio Giner Ríos
5.- Camino del Tolmo. A izda.; El Pájaro, la Muela, El Hueso y otros.
6.- Agua que baja por el sendero, desvío a izda.
7.- Poco más adelante. Hito. Agua en bajada. Camino del Tolmo.
* Por el sendero, en sentido contrario, vienen un grupo de escolares, acompañados de sus profes. Estos les van advirtiendo que tengan cuidado con el agua del camino. La senda, aquí, es un continuo reguero, es el cauce del agua.
En al apcto., de Canto Cochino, vimos tres autocares. Un grupo de escolares, algo mayores que estos, estaban al lado.
El grupo con que nos cruzamos va feliz.
8.- Grupo escolar, de vuelta, sorteando el agua.
9.- Pequeña coscoja / Quercus coccifera sobre roca.
Diámetro tronco: 3 cms.
Altura, 30-40 centímetros.
10.- Amanita muscaria / Amanita muscaria.
Alrededor: hojas verdes de gayuba.
11.- Subiendo. Hito. Paso. Vegetación: cantueso, brezo y gayuba, dcha.
* Frente al Tolmo se inicia la senda. La tomamos, en principio no ofrece duda. Más adelante, nos encontramos con un muchacho que va de bajada. Nos advierte que tengamos cuidado con las rocas, están húmedas, resbaladizas. Él incluso, nos dice, en una ocasión ha utilizado el culo. Nos despedimos. Llevamos un rato escuchando el rumor del agua, en varios momentos de la subida intento acercarme para verla, pero, la vegetación está cerrada.
12.- Arroyo a nuestra derecha.
13.- Continuación roca abajo.
14.- Mismo arroyo más arriba.
* Hasta que, por fin, la vemos deslizarse por la roca, una enorme placa de roca. No llegaremos al origen, porque, tras una pequeña confusión, Blas ve que la senda se desvía a izda.
No reconocemos el camino, sin embargo, en 2020 subimos dos veces por aquí, lo he comprobado después.
La senda baja por una canal, hasta un hito, allí continúa a izda. por una grieta en la roca. Está mojada. Blas toma muchas precauciones para acometerla, pero cuando lo hace la supera.
15.- Dejando el arroyo detrás.
16.- Paso más "exigente" del día.
* El único problema está en acceder a lo alto de la roca, lo que se logra sujetándote a la grieta; una vez allí "miel sobre hojuelas"
Comentario de Blasete
El objetivo era disfrutar, sumido en el encantamiento del agua de los arroyos y el poderío de la roca. Una observación: El Predicador está situado a la derecha de la Maza. Desde esta hay una senda que enlaza con el jardín del Predicador. Estuvimos allí hace 4 años. Gracias, compañera.
17.- El paso, visto en sentido contrario, desde más adelante y más arriba. Dos hitos, uno camuflado tras la vegetación.* A partir de aquí, el sendero está más definido. Al Collado de las Vistillas llegamos a las 15h 30´ ¡Transcurridas 4h. 30´ del inicio! se me hace mucho. Blas dice que es por el estado de las rocas mojadas. Al día siguiente, también, mencionará el desvío que tomamos en la autopista, nunca tomado antes Quizás lo marcaron como alternativa al Trail Pedriza; el caso es que yo seguí cuesta arriba mientras Blas, desaparecido de mi vista, se fue a dcha. Lo que supuso distraer un tiempo, que no computé. Y, en la subida a las Vistillas, paramos en un arbolillo de coscoja con bellotas de un tamaño considerable, las probamos y nos dedicamos a recoger unas docenas.
18.- Ahora, en la distancia y en su entorno. La Maliciosa, al fondo.
19.- La Maza, a dcha., el Predicador (dedo doblado a izda.)
20.- Vista atrás: El Pájaro, izda., El Hueso, en el centro y la Pared de Santillana, dcha. arriba.
21.- Cerca ya del Collado de la Vistillla. 15h 20´
* Continuamos hacia el Yelmo, su cara norte, lo bordeamos por la izda. y acabamos en la pradera. Comemos sobre una roca. A las 16h. 30´ nos ponemos en movimiento. Volvemos por la senda normal, llegamos a las 18h. 30´
22.- El Yelmo, su cara Norte, sin nadie. Una cabra sobre roca a dcha.
23.- Pradera del Yelmo. Suelo empapado. Cabras.
24.- Enorme ejemplar de macho. Su cabeza y cuerpo son más voluminosxs de lo habitual
25.- Foto de Blas. Misma imagen.
26.- Bajando por la cara Sur. Tienda de campaña en la pradera.
27.- Otra Muela en el camino. Fondo: Maliciosa.
28.- El arroyo de las Majadillas, pasando bajo el puente de acceso al Yelmo.
DATOS de INTERÉS: Desnivel 600ms, Kilómetros 8. Tiempo: 6h. 30´netos
PAQUITA
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: CTXT. Con el obturador abierto. Por Carlos García de la Vega
Mateo Santamarta Paniagua 3/10/2024
EMILIA G. MORALES 24/9/2024
La escritora palestina Liana Badr, en la Casa Árabe de Madrid (España) el pasado 23 de septiembre. — Laura de Grado (EFE)
La mayoría de las historias que cuenta Liana Badr tienen voz de mujer. "Las mujeres palestinas son muy fuertes", recalca a Público, "ellas son "las guardianas del hogar", en el que "todo se preserva: los niños, el agua, el alimento". Son sus experiencias las que plasma en novelas y cuentos. Su habilidad para retratar la realidad palestina la ha llevado a recibir varios premios de relevancia internacional, como el homenaje en el Festival Internacional de Cine de El Cairo del año 2000. Por eso, el pasado 24 de septiembre, la Casa Árabe la invitó a dar la conferencia inaugural del ciclo Aula Árabe Universitaria 6.
En una de las salas de juntas de esta institución, Badr ha atendido las preguntas de todas las periodistas españolas que han desfilado frente a ella a lo largo del día. La de Público es la séptima y última de todas las entrevistas. La fatiga no le impide sonreír afablemente. Liana Badr se sienta, agarra un vaso de agua y, tras beber un trago largo, se lanza.
"El olivo es muy importante para nosotros", dice mientras señala el tatuaje de este árbol que tiene una de las personas presentes en la sala. No espera a la pregunta y continúa: "después de dar a luz las mujeres bañan a sus hijos en aceite de oliva durante varios días". "Es una tradición muy antigua", asegura. "Ahora los israelíes queman o arrancan los olivos".
Exactamente como se aprecia en el vídeo que se ha viralizado en redes recientemente, en el que un hombre palestino grita y llora desesperado al ver cómo un colono israelí amputa las ramas y troncos de sus árboles con la permisividad de los militares israelíes allí presentes. Es fácil concluir que, con ese humillante gesto, los colonos no sólo buscaban defenestrar el sustento material de las familias, sino, también, el simbólico: desligar la identidad palestina de las tierras que hasta ese momento poblaban.
"En uno de mis documentales cuento la historia de cuatro mujeres tratan de evitar que la ocupación israelí destruya los olivos de sus antepasados". Esta fue "una película muy premiada" se enorgullece. Zeitounat, como se llama el documental del que habla Badr, fue la segunda película que estrenó. Fue en el año 2000, y tras esta se sucedieron otras cinco. La última fue Al Quds, My City, en 2010.
Su producción artística la ha llevado a ser una de las escritoras y cineastas palestinas más prolíficas de su tiempo. Asegura que el talento es abundante entre las mujeres de este pueblo: "Te sorprenderías al ver la cantidad de mujeres [de la Franja de Gaza] que han recibido una buena educación o tienen estudios académicos". "Antes [del 7 de octubre] vi cosas increíbles en Gaza". Por ejemplo, los bordados tradicionales palestinos, considerados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Añade también que los de la Franja de Gaza son los mejores pintores de la región. Cree que se debe a los colores que se ven esta pequeña porción de tierra, que son "más ricos en el sur" debido "a la calidez del clima". Desde Gaza se puede ver "el mar, los pájaros" y se percibe "más felicidad". "Gaza era un lugar lleno de gente talentosa", concluye. Habla en pasado porque ahora el polvo gris de los escombros baña toda la Franja.
Este paisaje de destrucción es lo que van a contemplar algunos sionistas radicales desde los cruceros que se apostan frente a la costa de Gaza. "Los que hacen viajes en barco para ver Gaza arder son monstruos, no seres humanos", afirma Badr.
Por eso considera que la actual intervención militar sionista "va mucho más allá de un genocidio". "Están destruyéndolo todo", afirma tajante. Y ese "todo" abarca una concepción amplia de la sociedad palestina. Una sociedad con la que Israel, asegura, "está acabando". Desde las más de 40.000 personas –la mitad de ellos niños y niñas–, hasta sus hogares, los universidades, centros culturales o "museos privados espectaculares", con los que Israel, cree la escritora, se ha ensañado. Algunas de las piezas y joyas romanas que albergaban, explica, han sido robadas. "Digámoslo claramente: [el de Benjamín Netanyahu] es un Gobierno de extrema derecha muy extremista con sed de matar".
La noción antropológica de genocidio incluye también la destrucción del legado cultural de un grupo étnico y/o político, real o percibido. Esto es, no sólo la aniquilación física de los miembros de este grupo, sino también, de sus formas de vida y de los productos culturales que se generan fruto de ellas. Esta definición encaja con lo que trata de transmitir Badr cuando afirma que el ejército de Israel "trata de borrarlo todo, sí. (...) No dejan nada vivo".
Pero no siempre fue así, recuerda. Hubo un tiempo en Jerusalén, donde "si alguien hacía una tarta, la compartía con sus vecinos", independientemente de su identidad religiosa. "Esto lo vi desde que era pequeña, las personas no preguntaban a los otros cuál era su religión". Y es que tampoco cree "que lo que está pasando ahora tenga ninguna relación con la religión. "Esa es sólo la excusa", asegura. Considera que la única razón por la que se perpetúa esta guerra es porque recientemente han descubierto yacimientos de gas y petróleo en Gaza. Se refiere a las reservas encontradas en sus costas en los últimos años. Especialmente la de Leviatán, descubierta en 2017 y cuyas instalaciones se pusieron en marcha en 2020. Este yacimiento podría satisfacer el consumo de Israel durante 40 años, según publicó la revista de Ecologistas en Acción.
Esta visión de una convivencia relativamente pacífica entre la población musulmana y judía que poblaba Jerusalén a mediados del siglo pasado no niega la existencia del conflicto. Aunque, según relata, "muchos de los ataques provenían de las fuerzas represoras del Mandato Británico". Es difícil saber cuánto de relato hay en esta afirmación, ya que Badr nació en 1950, dos años después que Reino Unido retirase sus tropas de dicho territorio y las milicias israelíes se hicieran con Jerusalén –y el 78% del territorio hasta entonces considerado Palestina– y fundasen Israel.
Ahora, Liana Badr no puede volver a la ciudad que pasó su infancia. A pesar de su jovialidad tiene 74 años y dice estar "cansada" de tener que pasar por el checkpoint que le separa de su familia. Atravesarlo supone exponerse a esperar horas de pie para que, finalmente, un soldado israelí decida si puede pasar o no. Algo que a veces depende "de si se encuentra de buen o de mal humor". Todos los palestinos que, como ella, viven en Ramala, así como en cualquier otra ciudad de la Cisjordania ocupada o en la Franja de Gaza, tienen que atravesar esta carrera de obstáculos si quieren llegar a Jerusalén.
Además, los riesgos a los que se exponen durante esta travesía son muchos. "Siempre que viajas de un sitio a otro cualquier persona puede pararte". Lo sufrían a menudo sus compañeros del Departamento de Arte del Ministerio de Cultura palestino, donde Liana Badr estuvo trabajando hasta hace unos meses. Algunos de ellos tenían que viajar a menudo desde Hebrón, donde vivían, hasta Ramala, donde se encuentra la sede de la mayoría de las instituciones de la Autoridad Palestina. Los 62,5 kilómetros que separan ambas ciudades pueden recorrerse en poco más de una hora, cuenta. "Pero en muchas ocasiones, los soldados los paran y los dejan toda la noche en la calle, dentro de sus coches. Y no tienen siquiera la posibilidad siquiera de ir al baño".
En otros casos, "cualquier colono puede detener todos los coches palestinos". Así le ocurrió a unos familiares suyos que viajaban desde Ramala hasta Nablus en autobús. Según relata, unos colonos detuvieron el automóvil, los sacaron del autobús y les golpearon. Dado el contexto dice no querer arriesgarse a viajar. Tampoco sus familiares, algunos de los cuales "son mayores" o, incluso "están operados del corazón"
Cuenta que viajar de una ciudad a otra era relativamente más fácil hasta principios de este siglo, cuando iba a menudo a visitar a los familiares que vivían en la ciudad santa. Pero todo cambió después de la Segunda Intifada (2001-2002), durante el Gobierno ultraderechista de Ariel Sharon (Likud). En respuesta a la sublevación popular y de las milicias de Hamás, el entonces primer ministro de Israel impuso aún más restricciones de movilidad a los palestinos. Desde entonces, los checkpoints, tanto fijos como temporales, se han multiplicado.
Mientras Israel avanzaba en la burocratización del apartheid palestino, la comunidad internacional, absorta en el trauma del 11 de septiembre de 2001, miró para otro lado. Parecieron despertar todos a la vez el 7 de octubre de 2024. "Israel dice que hace todo esto por venganza, pero es mentira ¿Es vengarse asesinar a un niño?" se pregunta. En su boca, la realidad de Palestina cabalga entre el horror y el absurdo.
"Fue [Benjamín] Netanyahu quien permitió la existencia de Hamás para dividir a la población entre ellos y la Autoridad Palestina". E ironiza, "¿es que antes eran buenos y ahora son malos?". Se responde a sí misma: "No". Desde este lado del Mediterráneo, los medios hacen una descripción monolítica de Hamás: simples terroristas fundamentalistas que actúan sin razón ni lógica. Esta reducción es fruto de la islamofobia, subraya Badr.
La realidad es más compleja: "Para Hamás, la religión es un componente esencial de la identidad palestina y eso es algo que también puedes ver en otros países". Pone como ejemplo a Italia, donde los democristianos resurgieron en 2019 bajo el paraguas de Unione di Centro y cuyos principios se amparan bajo la doctrina de la Iglesia Católica.
"Hamás es sólo una parte más de la sociedad palestina", incide. "Muchas naciones tienen partidos y grupos diferentes ¿Es que nosotros tenemos que obedecer a un partido o un hombre concreto?¿Por qué Palestina no puede ser diversa como lo son otros países?".
Badr reivindica la existencia de su pueblo en toda su escala de grises, que oscila entre su propio posicionamiento político –que podría interpretarse como eminentemente laico y feminista– y el islamismo radical de Hamás.
Pero es difícil profundizar en esta complejidad si quienes pueden contarlo, los periodistas palestinos, están siendo masacrados. Bajo las bombas de Gaza "han sido asesinados los mejores y más jóvenes periodistas", lamenta Badr. Asegura que Israel sabe perfectamente quiénes son cuando los mata. "Los drones tienen cámaras, y aquellos que los manejan" ven lo que hacen. "¿Cómo la sociedad internacional puede aceptar esto?" Liana se hace varias veces esta pregunta durante la entrevista. Y una y otra vez, obtiene como respuesta un obsceno silencio.
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PERROFLAUTAS DEL MUNDO: Aquí vivieron Nelly y Nadine: el amor de dos mujeres de la resistencia a los nazis que nació en un campo de concentración, de Irene Castro