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mayo 07, 2010

Vadiello. Pico Borón. Club J.O. Sierra Guara, 5/2/2006

(Crónica confeccionada en su momento por mi compañero de montaña, publicada en una página ya desaparecida y recuperada ahora gracias a la intervención de Javier y Rosa Lablanca. Las fotos que adjunto son de Félix y Fernando -creo-. PAQUITA) Para VER las FOTOS, su contenido en paisaje, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas.

EXCURSIÓN POR VADIELLO Y VISITA A LA CIMA DEL BORÓN

Quiero aclarar a los posibles lectores de esta crónica, que en ella no encontrarán ningún dato geográfico, zoológico o botánico de interés. Para ello pueden consultar cualquiera de las innumerables guías que sobre la Sierra de Guara hay publicadas. No hace falta decir, por tanto, que mi conocimiento de la citada Sierra es más bien escaso. Sólo soy experto en emociones, a las que, por cierto, a duras penas puedo dominar. No perdamos más tiempo y vayamos al asunto:



1.- La excursión fue el domingo, 5 de febrero de 2006. Se inició a las nueve y media de la mañana en la llamada casa del arquitecto de la presa / pantano de Vadiello Los primeros en llegar, fueron Jose María, "El Tiro" y Toña, (que venían de Benasque). Los demás no tardamos en llegar por el siguiente orden: Amalio, Paquita, Blas, (estos dos últimos, de Getafe) Maricarmen, Presen, Josele y Félix, y finalmente, Fernando y su hijo Daniel, ¡Qué chaval más estupendo!. En total, once socios del CLUB JESÚS OBRERO -de  Zaragoza-.




2.- Los getafenses preguntaron por el resto de la gente del Club (Antonio, Angelito, Paco... )
La mañana estaba muy fría y la niebla lo envolvía todo. Sin embargo, se adivinaba que el Sol iba a ser uno de los protagonistas de la jornada, junto con los mallos , los buitres = Gyps fulvus planeando en el azul del cielo y la vista de los Pirineos Desde el comienzo el camino es muy empinado. A la media hora, Maricarmen dijo que "verde las han segao". Presen trató de convencerla para que siguiera. Un servidor también lo intentó; pero Maricarmen no se "apeó del burro", lo que a la postre, fue un acierto.



3.- Casi siempre (aunque no en todos los caso) es un acierto respetar en la montaña, (y también en general, pero más en la montaña) la decisión del compañero. Sospeché que en los días anteriores a la excursión, Josele y Maricarmen estuvieron sopesando las posibilidades: ¡Pero qué bien ha subido mi niña al Peiró! Le diría, cargado de razón, Josele. De cualquier manera, todos los presentes comprendimos y agradecimos el esfuerzo realizado por Maricarmen. La pareja emprendió el descenso.
Al poco de la despedida, los que continuamos, llegamos al inicio de un corredor que terminaba en un collado.


4.- En este punto, el Sol brillaba en un cielo de azul perfecto; mientras que por debajo de nosotros, un inmenso mar de nubes lo cubría todo. Un día maravilloso. Sólo quienes han visto lo que describo pueden saben de cuánta hermosura hablo. El Borón aparecía frente a nosotros como el patito feo en comparación a los picos cercanos, mucho más bellos que él. Hubo que dar un largo rodeo y perder altura para situarnos en su falda. La subida final no es nada deificante, y si no, que le pregunten a Toña, (¿A que sí, mi niña?).


5.- Ya en la cima, pudimos contemplar gran parte de la cadena pirenáica. La claridad era perfecta. El maestro en identificar los diferentes picos fue el sabiondo de Félix, (No te me mosquées Grandullón, que sabes que lo digo con cariño, ¿o no?). Fernando, (y los demás también, pero menos) siguió con atención sus explicaciones. Tiro, puso también su granito de sabiduría, (aquí hubiera sido menos problemático poner, por ejemplo, "su gran sabiduría"): Monte Perdido (3355 m), Pico Cilindro (3.328m), ... Vignemale (3298 m), Balaitus (3.144m)


6.- "Si miras por los prismáticos, -dijo Fernando- hasta la Gran Facha (3.005 m) se ve". Para mí, la maravilla era total. Los de Getafe veíamos por primera vez el espectáculo; los demás ya lo conocían.


7.- Poco a poco el manto de niebla que se extendía a nuestros pies desapareció. Entonces pudimos ver plenamente Vadiello y recrearnos con sus esbeltos Mallos. (Se comentó lo bajo que estaba el embalse y los problemas de agua que tendría este verano Huesca capital). Mientras tanto decidimos comer un aperitivo. Amalio llevó en su bota un vino muy bueno. Fernando ofreció queso parmesano; Felix, unas lonchas de lomo; Tiro, tres botas: una en cada pie y otra en la mochila de, al menos, litro y medio de vino; los de Getafe, mucho cariño, mucho...


8.- Llegó la hora de emprender el regreso. Mientras bajábamos, ya en la base del Borón, me detuve un momento para contemplar cómo caminaban "junticos" mis compañeros. Los vi felices, ¿o fue quizás mi felicidad la que quiso verlos así? Pensé: "¡Qué buena gente son! Es improbable que este grupo vuelva a repetirse en este sitio. El momento es único y yo soy testigo consciente de ello"



9.- A poco de llegar al collado que conduce al corredor, Fernando sugirió subir al Mallo de San Jorge. A Félix no le entusiasmó la idea; a Toña y Presen, tampoco. Fue Tiro quien se decidió a acompañarlo. Al final fuimos todos, excepto Toña y Presen. Para subir al Mallo de San Jorge hay que servirse de dos tramos que hay instalados de cable de acero de unos cuatro metros de largo cada uno.



10.- A estos, les siguen unas clavijas, (aquí, en Aragón, llaman clavijas a unos barrotitos de hierro empotrados en la roca). Aunque no hay dificultad para ascender por las clavijas, la exposición es grande.
En este punto hubo gran juerga y cachondeo a costa del tembleque, (por otra parte inexistente) de las piernas del que esto escribe. De cualquier forma, el mayor mérito fue, sin ninguna duda, para Daniel. Cuando veáis a este jovencito,


11.- Arriba del San Jorge, justo debajo de nuestros pies, sobre un mallo menor, vimos cómo platicaban entre ellos los buitres. A juzgar por la gran cantidad de estos bichos, que planearon sobre nuestras cabezas poco después, no es de extrañar que estuvieran hablando de cúal de nosotros estaría más bueno. No soy buitre, pero sospecho a quién habían elegido.


12.- Aunque sólo eran las cuatro de la tarde, cuando llegamos al aparcamiento, los rayos de Sol se habían extinguidos. Josele nos esperaba charlando con un montañero, ya anciano, del Club Peña Guara. Maricarmen se había quedado en un tramo de la carretera al calor del Sol que allí sí llegaba. Fuimos a su encuentro. Cuando llegamos, el Sol ya se había ido. Fue entonces cuando Amalio se despidió camino de Zaragoza. Hasta pronto querido Amalio. Los demás montamos en nuestros coches con la pretensión de hallar un lugar donde comer a gusto.
Felix nos llevó a un prado próximo a la ermita llamada de los Viñedos, (cerca se levantaban unos centenarios olivos; lo que son viñas, no vimos ninguna. Esto de los nombres de las ermitas es un misterio que solo los lugareños conocen). Josele y yo apostamos, (la apuesta era una tontería que no merece la pena explicar aquí), en juego estaba el pago de los cafés y carajillos. Perdí yo.


13.- Todos, excepto los getafenses, iban bien aprovisionados de comida. Maricamen, caldo caliente; Félix, filetes y pimientos de piquillo con derecho a mojar el pan en la salsa. Vino de Tiro y cerveza de Josele. Fernando, empanada de calabaza. (Que Isabel nos perdone). Concluida la comida, y ya con el frío en el cuerpo, dimos un rapidísimo vistazo a la ermita, (no mereció detenerse en ella siquiera un minuto). Los carajillos y los cafés los tomamos en una pastelería de Huesca capital muy conocida por todos, cuyo nombre, si no recuerdo mal, era Bailo. Serían las siete de la tarde, ya anochecía. Llegó el momento de la despedida y los besos. Todos para Zaragoza y Cadrete. Paquita y Blas, para Getafe,
¡Qué pasada! ¿Verdad, Presen?

Hasta la próxima... Blas

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