Me declaro culpable

Sí, me declaro culpable de haber abierto la caja de los truenos,
me declaro culpable por haber removido las aguas del pantano,
me declaro culpable por haber querido tocar el piano,
me declaro culpable de haber visto,
me declaro culpable de haber oido,
de estar allí, de ser así,
de sentir así, de tener conciencia,
de tener consciencia,
de querer ayudar/me, de querer formar/me,
de querer instruir/me, de querer ser mejor.
Me declaro culpable de tantas cosas ...
que si hubiera sabido la profundidad del túnel ... también lo habría intentado.
Por que soy luchadora, por que soy perseverante,
por que creo en mí y que otro mundo mejor es posible,
trabajo para ello, pongo todo mi empeño,
aunque me iré a laborar a otras tierras,
donde, realmente, me quieran.

Con toda humildad ¡yo, humilde! cierro la tapa y declaro bajo mi palabra -por que la tengo, por que la cumplo, por coherencia, por necesidad vital- que no volveré a mencionar vuestros comportamientos ¡y que el cielo nos juzgue!

PAQUITA

Nota dirigida a mis hilarantes defenestradores: "Está muy bien que acudáis a la lectura para ampliar vuestro horizonte, pero, ello, por sí sólo, no resolverá vuestro problema"
Y otra dirigida al "amigo" que me advirtió ¡Te vas a hacer daño!: "Nunca pude imaginar el tamaño de la zona oscura"
Con todo, como ya dije en el comentario al artículo del día 19: No os guardo rencor, lo que me queda es una gran pena, enorme frustración y un cierto desánimo.
Y acabo con una frase de Antonio Machado: "Hay que tener los ojos abiertos para ver las cosas tal cual son, (...), y aún más abiertos para verlas mejores de lo que son". Otro poeta añadía: "Hay que ser ciego para no ver lo invisible".