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junio 12, 2006

Perspectiva Imperfecta

No iba a ser ecuánime. Seguro que no lo sería y, pese a ello, no había rechazado este caso en que sería juez habiendo sido parte.
Cuando vió la demanda interpuesta por su cónyuge se sobresaltó, luego, al término de su lectura respiró tranquilo. Su nombre no aparecía por parte alguna, ni en la fase inicial ni en la de instrucción.
¿Cuando le conoció? Fue en el curso de una reunión de amigos comunes, el demandado iba acompañado de su cónyuge y él de su pareja estable, desde hacía bastantes años.
Era alto, como él, atractivo, parecía fuerte, y tenía maneras de seductor. Le llamó la tención, sí, se la llamó.
Volvieron a coincidir en otras reuniones, siempre rodeados de gente. Observó que le gustaba aparecer como galante, sea quien fuere el objeto de sus galanteos. Ésto le animó, puede que fuera bi y no sólo hetero.
Pasó el tiempo y tras un encuentro en que le pareció haberlo sentido más cercano que nunca se decidió. Le mandó una declaración de amor en toda regla, esperó expectante su respuesta y ésta llegó en pocos minutos. Estaba exultante, decía estar nervioso, con temblor de piernas, que nunca podía haber supuesto que sentía aquello por él, que a su vez sentía lo mismo, que cuanto tiempo habían perdido... cuanto tiempo habían perdido, que tenían que verse, que tenía un trabajo propicio que le serviría de excusa para ello, que él lo prepararía, que esperara sus indicaciones. Él -nuestro protagonista- sintió que el corazón no le cabía en el pecho, de contento que estaba, la respuesta recibida superaba en mucho cualquier expectativa que se hubiera planteado. Aquello era demasiado.
Y resultó serlo... demasiado, para el otro. El día soñado nunca llegaba, argumentaba el exceso de trabajo, la distancia que los separaba, muchos inconvenientes, todo inconvenientes. Tantos que decidió tomar él el relevo. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña iría a Mahoma. Y él, era la montaña: perseverante, fuerte, realmente fuerte, lo había demostrado en múltiples ocasiones, con voluntad, decidido, seguro, audaz, valiente. Cualidades todas muy caras de conseguir en un individuo cualquiera, porque requieren mucho esfuerzo y sacrificio, porque requieren de un cierto nivel de madurez mental, porque la sociedad actual, en muchos casos, actúa como adolescente, irresponsablemente, sin asumir las obligaciones que tenemos los unos para con los otros, porque no respeta "al otro".
Así que, se lo comunicó, iría al día siguiente, salvo imponderables. Imponderables que no se dieron y por eso a las 8 de la mañana ya estaba allí, se lo decía, he llegado.
Se sobresaltó, no se lo esperaba, no debía estar acostumbrado a semejante cumplimiento de la palabra dada. Pasaron dos horas gozosas, pese a que observó que su "partenaire" siempre estaba pendiente de la gente que pasaba por allí, el parque que había elegido para "pasar el rato". Realmente no se relajó, en ningún momento se relajó, algo le perturbaba en la cabeza. Siempre recordaría las besos que compartieron, él dijo no sentir nada parecido desde... lo había olvidado, que no mantenía relaciones sexuales con su cónyuge desde mucho tiempo atrás, que había perdido el interés por mantenerlas, que habían llegado a un acuerdo de convivencia pacífica, eso dijo. Le creyó. Se lo creyó todo.
Le siguieron un par de incidentes con resultado frustrante para él y siempre con el mínimo esfuerzo para la otra parte. Pese a ello le seguía queriendo, no se lo explicaba pero le seguía queriendo. Le llamaba, quería, al menos, oir su voz. Y éso le molestó, argumentó que él no era la clase de persona con la que había soñado, de ninguna de las maneras era la persona que buscaba, la que esperara a que él decidiera, la que esperara pacientemente, la que esperara...
Transcurrieron los días y le volvió a llamar, esta vez fue el "demandado" el que le llamó, dijo que quería mantener su amistad, sólo su amistad, que no quería perderla, que le llamaría de cuando en cuando. Y así fue, irregularmente recibía su voz al otro lado del hilo telefónico y nuestro protagonista siempre atendió sus llamadas.
Hasta que llegó un día en que le demostró, más claramente aún, si cabe, que no le consideraba para nada, que no podía esperar de él lo más minímo. Nada de nada.
En múltiples ocasiones había presumido de lo que le gustaba conducir, de lo poco que le costaba conducir, que, repentinamente, decidía hacer tropecientos kilómetros y se lanzaba a ello, sin pensárselo dos veces. Y efectivamente, no se lo pensó, dijo NO de inmediato, no se lo pensó, no le haría ese favor, la única vez que se lo pidió. Fue la ruptura total, el quiebro más absoluto, de él no se podía esperar nada, ni eso ¿Cual era su concepto de amistad? Había obtenido desprecio a cambio de su aprecio "injustificado" injustificable.
Y ahora volvía a saber de él a través de la demanda. Su cónyuge le acusaba de haberla engañado con varias mujeres ¡ignorante! ¿si ella supiera? pero no sería por él, no, él había dado su palabra de que nadie se enteraría de aquello, aquello que resultó ser nada.
Pedía la mitad de sus bienes empresariales, en concepto de indemnización, pese a ser su régimen matrimonial el de separación de bienes, y ya haberse hecho con la casa.
Tenía que pensar cual sería su veredicto.

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