* Y aparecen los lagartos, es por la comida, uno, dos tres... media docena, salieron de improviso.
5.- Lagarto tizón = Gallotia galloti
* Se lanzan a cualquier cosa que echemos al suelo, no deben tener olfato, porque lo que no ven caer es como que si no existiera. Son lagartos tizones, de color gris verdoso y manchas azules en lo que sería la parte baja del cuello.
6.- Lagarto tizón / Gallotia galloti)
* Es un medio muy árido en el que nos estamos moviendo, pinos, jaras y para de contar. Dejamos la reserva de agua al límite, mi acompañante se "reserva" de beber dada la escasez que padecemos.
7.- Blas. Caldera de Taburiente
* A las 16h. 10´ continuamos la vuelta, pero ya tenemos decidido volver por otro sendero que se desviaba a la derecha según subíamos, ahora a la izquierda, se dirige a La Cumbrecita, otro de los puntos de entrada al parque. Doy por hecho que, como consta que hay punto de información del parque, tendrán máquina de bebidas, como vi en el Centro de Visitantes, ilusa de mí.
En el cartel pone: a la Cumbrecita por el Risco de los Cuervos -quizás era Roque de los Cuervos-. Algo más adelante nueva bifurcación, podemos retomar de nuevo la senda inicial o bajar por una empinadísima pendiente, pared a la derecha, barranco a la izquierda con cartel explicativo en que pone: Senda peligrosa, sólo expertos y aparece cortada con troncos cruzados. Ante ésto -explicación para no iniciados- se debe tomar sin dudar la senda abierta, pero... estoy muerta de sed, la Cumbrecita está más cerca (indica que faltan 1.600 metros) y por la Senda de Valencia aún quedan 3 mil y algo, así que ¡quien dijo miedo! nos metemos en la cortada.
8.- De bajada: a la Cumbrecita
* De entrada, la pendiente es casi de 90 º, exagerando, en realidad sería como de 70 grados. Practicar en La Caldera de Taburiente el patinaje es de lo más fácil, basta con pisar descuidádamente las agujas de los pinos que pueblan el terreno, si es que hasta la mínima ladera está almohadillada con ellas, pero, ¿qué es eso para unos expertos? así que, a clavar talones y pisar en los trozos que te parezcan más afianzados. Por suerte, han puesto una verja metálica rodeando parte del terreno -ignoro para qué- que nos sirve de pasamanos, y vamos bajando, parece que el terreno se suaviza algo, la pendiente ya no es tan acusada -pasó a 45º, estimados, claro- y mi compañero vislumbra donde debe estar La Cumbrecita, y sí, es ella, con una pequeña caseta de información del parque ¡sin electricidad! ¡lógico! ¡que estamos en un parque nacional! Mi gozo en un pozo, aún así hay esperanza, hay 3 coches allí aparcados y los ocupantes de uno cerca ¿quizás nos bajen hasta la entrada? ¡naranjas de la china! Acabamos de llegar, estas tres palabras serán su contestación. Me siento en un poyete a la sombra, está ardiendo, me echo al suelo, arde también, me tomo el restante líquido que llevamos, nunca había bebido agua con semejante temperatura, pero más vale eso que nada. Son las 17h. 30´.
Se nos acerca la guarda del parque, gordita ella -las cosas como son- contestando a lo que nos pregunta, se entera de por donde vinimos y nos dice ¡si por ahí no baja nadie! Ya nos dimos cuenta, ni por ahí, ni por el Bejenado, ellos son los primeros con los que nos encontramos.
Nos dice que hay una fuente carretera adelante, como a media hora, que donde dejamos el coche no sabe si habrá vehículo que tenga que subir allí, cosa que no comprendemos porque, teníamos idea de que era la misma carretera que vamos a tomar y con éstas nos despedimos de ella y de los que... acaban de llegar -que, por cierto, no contestan-.
Al menos vamos de bajada, en esta parte también se ven helechos, algunos, y a eso de los 15´ se escucha un coche por detrás, mi "compi" le hace señas, para y nos recoge ¡estamos salvados! ¡Qué bien se va! Les decimos lo de la fuente, son alemanes y hablan algo de español, sobre todo él, treintañeros, de una ciudad cercana a Frankfurt de nombre inenteligible por nosotros. Son las 6 de la tarde.
Aparece la fuente, más lejos de lo esperado, y todos bajaremos a empapuzarnos de agua. No hay agua más rica que la tomada en ocasiones como ésta.
De nuevo en el coche, aclarando donde tenemos el nuestro, mirando el mapa, nos aclaramos nosotros. Efectívamente, esta carretera se corresponde con el desvío a la derecha que dejamos para tomar la calle Valencia, al poco de abandonar el Centro de Visitantes. Hablan entre ellos y nos comunican que... nos acercan a nuestro vehículo, acepto de inmediato, mi compañero se hace el remiso pero yo bato palmas. Nos llevan. Y menos mal, porque comprobaremos que nos faltaba... un huevo, ya lo creo. Y tomar nuestra desviación es cuesta arriba. El muchacho nos pregunta si el firme es bueno, sí, como éste, olvidamos el trozo de pista y cuando entremos en él "se nos caerán los palos del gallinero" ¡mira que olvidarlo! Se ve que nuestro conductor no es ducho en estas lides, va sufriendo más que el coche, y, ya por fin se decide a decirnos que... se acabó el viaje. Lo comprendemos totalmente y les damos nuevamente las gracias.
Empezamos a andar, pienso, me paro y ¡que me digo yo, que me quedo aquí mismo, mismo, con las dos mochilas y tú te vas por el coche! Y así se hará.
9.- Ermita de Virgen del Pino
* No tardará ni 5´en llegar de nuevo a la carretera y a nuestro coche, vuelve, me subo, carretera abajo y, al poco de unirse con la que viene de La Cumbrecita, indica: Ermita Virgen del Pino, pues a verla. Llegamos en un pis pas -que parece escribirse plis plas, según Clarissa y epv- y allá que nos encontramos con nuestros alemanes haciéndose fotos. ¡Si ya os lo habíamos dicho, que quedaba muy poco! Risas y separación de nuevo.
¿Qué tiene de interesante La Virgen del Pino? El pino, sí, un pino requetecentenario plantado a la vera de la ermita o, quizás, la ermita fue construida a la vera del pino. A saber.
Su tronco es de un grosor insospechado en un pino, harían falta, al menos, 3 personas para abarcarlo y se le ve fuerte, sano. Y, además, se ve la entrada a la Caldera y el famoso Roque Idafe, es una vista bonita. Cerca, a modo de túmulo, un gran amontonamiento de piedras negras, como todas las de allí, sobre una amarillenta pradera, el suelo está lógicamente agostado.
10.- Playa de los Cancajos, anocheciendo.
* Y volvemos hacia el parador, es pronto, cogemos bañador y toalla y a la Playa de los Cancajos, allí cerca. Hay algo de calima, ya lo dije, queda poco para la puesta del sol, él se mete en el agua, yo me meto y me salgo, ya me quité el calor.
11.- Playa de los Cancajos, anocheciendo.
12.- Nécora, poca luz
* Allí mismo hay unas rocas preciosas, me calzo las sandalias que llaman de "descanso", adecuadas para suelos irregulares, y trepo por ellas, los agarres son fantásticos, está fundida por lo de su origen volcánico, al otro lado hay agujeros con agua y vida en ella: cangrejos oscuros y otros más grandes y rojos, que serán nécoras. Tan a gusto, nadie los molesta, entran y salen del agua con ese desplazamiento lateral que tienen ellos.
* Una pequeña balsa se ha secado y ha dejado una salina, blanca, cristalizada. Llamo a mi compañero, trepa también, ve lo por mí visto y volvemos a las toallas.
14.- Nubes saliendo de la Caldera, en abanico
* De la Caldera está saliendo una curiosa formación de nubes, se abre como en abanico, deshilachada y en diferentes niveles. La fotografío y, al minuto siguiente, cambió de forma, se fue la luz y comienza a anochecer.
Ya lo dijo mi acompañante al inicio de la excursión ¡no podrías ser tú una mujer normal, de playa y toalla!
Crónica siguiente http://paqquita.blogspot.com.es/2006/09/vuelo-la-palma-iii.html
PAQUITA
Te estás convirtiendo (o ya lo eras) en toda una experta en los relatos de viajes. La forma y el fondo se ve que los vas dominando y, encima, son entretenidos.
ResponderEliminarEpv