Franca siempre se supo diferente. Desde que tiene conciencia de su existencia, hace ya... algunos años.
Su infancia no se encuadra en la llamada infancia feliz, no lo fue, no pudo serlo. Los recuerdos que de ella guarda, y que no quiere olvidar -cree que el olvido no es buena receta para nada, ni para nadie, al menos no para ella-, son la mayoría desagradables -es lo que había-.
También los conserva buenos, claro que sí, como los veranos pasados en el pueblo de su padre, en compañía de sus tíos y de la abuela Faustina, de infausta memoria para su progenitor, nunca sabrá la verdad del porqué.
Se recuerda recorriendo el pueblo con la chiquillería, jugando, siempre jugando, andando por los campos, subidos a los trillos o a los carros, cogiendo espigas, comiendo semillas, más bien probándolas. En esos momentos sí era feliz.
Y los sabores, el tomate frito de la abuela ¿por qué le gustaría tanto el tomate hecho por su abuela? si en realidad lo dejaba casi crudo, o precisamente por eso.
Ir con la lechera, todas las noches, a por la leche recien ordeñada a casa de una de sus amiguitas ¡qué placer encontraba en todo aquello! porque lo que sí sabe con rotundidad es que siempre tuvo clara conciencia de lo que pasaba, no tuvo periodos límbicos, eso se cree ella.
Y el lavadero del pueblo ¿lo conservarán aún?. Allí veía a las mujeres arrodilladas, con el cuerpo hacia delante, restriega que restregarás, sobre la tabla que cada una llevaba. Después extendían la ropa blanca sobre la hierba cercana -para que se soleara-.
Allí mismo estaba la fuente pública, de la que se abastecían todos. Llenaban los cántaros que luego llevaban en cantareras o a la cadera.
También se recuerda de noche, corriendo a través de los campos, volvían de las fiestas de un pueblo vecino, sus tías llevándola casi en volandas.
Aquello se acababa el día que la pesaban en la romana, para ver lo que había ganado, era el final, el último día de sus vacaciones.
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No sabemos hasta qué punto nuestros recuerdos que, aparentemente, nos pertenecen sólo a nosotros, pueden llegar a ser compartidos por bastante personal. sigue por ahí, muy bonito.
ResponderEliminarEpv
Una vez confeccionado dudé en publicarlo, pese a ello ahí está. Me planteé:
ResponderEliminar1.- Que se notaba que un párrafo estaba metido forzado.
2.- Que reincido en el "pobre de mí".
Con lo que no me he quedadoa gusto.
PAQUITA