No suelen reconocerse como tales, ni frente a sí, ni , por supuesto, frente a los demás, pese a que todo el mundo que los trata lo sabe, quizás lo intuye -salvo que se sea miope mental-.
Porque los gestos "cantan" mucho más que las palabras, porque esas caras "agrias" dicen mucho, y aunque no lo admiten públicamente están "hartos" de sus desaires, de su desamor, de su desapego, de sus mutuas ofensas, pero ... no se atreven. No se atreven a dejarlo, a reconocer que realmente su vida es un fiasco, no se atreven a "empezar" de nuevo, porque afuera hace frío y ahora ... ahora, al menos, tienen una casa a la que volver tras jornadas laborales de órdago, tiene una cama que compartir, un cuerpo caliente -o no- al lado, porque ¿quién les garantiza que encontrarán algo mejor? ¿quién que ese algo les durará? ¿hay garantías?
Pues va ser que no. Garantías ni una, y si te las dan lo harán con toda la frivolidad del mundo, porque somos cambiantes, evolucionamos, no siempre a mejor, pese a que eso sería lo deseable, y lo que ayer apreciaba resulta que, con el paso del tiempo, con el paso de los diversos eventos, con los distintos encontronazos, se va debilitando, se va escorando, y es que no somos robots que, necesariamente, damos la misma respuesta frente a los mismos estímulos, somos complejos, muy complejos, pese a que creamos no tenerlos ... ¿Por donde iba?
Si es que me descarrío ...
Pues eso, que algunas parejas prefieren amargarse la vida antes de reconocer que se han confundido. Por miedo, sí, miedo, el primer paso para corregir un problema es identificarlo, ponerle nombre, miedo a lo que dirán los "demás", a lo que "pensarán" los demás.
Puede parecer mentira, pero, aún hoy, sigue habiendo personas con semejante tara, existen aunque ... aunque yo ... yo, realmente, no las conozco.
PAQUITA
Miedo al cambio. ¡Y con lo corta que es la vida! Como para desperdiciarla. De recomendable lectura "Quien se ha llevado mi queso"
ResponderEliminarElena, como bien dices, yo también creo que tenemos bastante más claro lo que No queremos que lo que sí, y así las cosa hay que ponerse el mundo por montera y tirar pa´lante que vida no hay más una y ... ¡a ti, a ti te conocí en la calle!
ResponderEliminarFelicidades por ser valiente.
Un abrazo. PAQUITA
¡Vaya temita, colega! estás que te sales.
ResponderEliminarEpv
Si tienes la necesidad de dejar al compañero-a, pues a ello, pero si no hay necesidad, es que de alguna manera compensa. Los gestos de los demas, la mayoría de las veces los mainterpretamos por no conocer de verdad a las personas. Yo no me atrevo a calificar a ninguna pareja como enferma, me atrevo a criticar esto, lo otro, pero quién soy yo para entrar en ese mundo abismal que les pertenece, si eso fuera posible, seguro que nos llevaríamos sorpresas. Ah¡ la cara de amargo puede ser por la propia vida, o por la vida en sí, o por tantas cosas...
ResponderEliminarBueno Paquita: He aquí un dilema. Sé de lo que hablas. Y esto vale también para el artículo "Casarse con un gilipoyas". A mí lo que me preocupa es que esto realmente sea un problema de "química" o mejor dicho de "no química" entre la pareja. Salvo en casos de cónyuges irrecuperables, a la mayoría de las amistades de su entorno -femeninas o masculinas- según se trate de un sexo u otro, no les resulta ningún gilipoyas el presunto/a, sino todo lo contrario. Le ven simpático, con chispa. ¿No será un problema de deterioro de relaciones? ¿No será que el otro ha dejado de ver lo que un día vió?
ResponderEliminarNo digo siempre, pero a veces.
Ya me dirás. Un beso,
Pura.
ELENA, GRACIAS POR TU RECOMENDACION,QUIZAS NOS FALTE VALENTIA,Y PENSEMOS QUE ES MEJOR SUFRIR,QUE NO HACER SUFRIR A LOS QUE NOS RODEA,
ResponderEliminarLA VIDA ES CORTA ,LA VERDAD QUE SI.
PAQUITA CUANTAS PAREJA ESTAN EN ENFERMAS POR EL DESAMOR?
UN ABRAZO
MARINA MONTECRISTO