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enero 20, 2009

Adiós pensamiento... (+ duendecritico)

Copiado del blog: http://blogs.larioja.com/duendecritico/post
Llevado, también, por alguien a quien recomendé hace pocos días: duendecritico
Relato publicado el martes 13 de enero. Espacio de reflexión social

El mundo se le cae encima. Sus piernas, ligeramente pesadas, no responden con efectividad. El cansancio se ha hecho hueco entre unas paredes llenas de cordones, suelas y pieles necesarias para hacer zapatos. Y es que el mundo del calzado es demasiado sufrido. Muchos se acuerdan de los agricultores, quizá de los pescadores, pero nunca de los zapateros. En realidad, a Manuel esto le resbala porque sólo piensa en terminar la infernal jornada laboral de 10 horas diarias. Es verdad que cobra horas extras -sería el colmo no recibir un mísero euro de más-, pero también es cierto que la mayoría de las veces lo hace obligado porque la productividad lo exige para terminar la campaña de verano, o la de invierno.

Manuel cumple su función como un elemento más de un engranaje perfecto calculado al milímetro. A pesar de eso, la deshumanización no se hace tan presente cuando está en el curro. Fuera de las cuentas de resultados o de los balances de empresa hay otras experiencias que escapan de la racionalidad. Entre unas risas con sus compañeros y unas "idas de olla" Manu consigue pasar muchos minutos. Pero en ocasiones nota que los segundos no pasan, se congelan, como si las agujas se hubieran olvidado que tienen que dar vueltas en la esfera. Y es entonces cuando hay un gran peligro: el de soñar; soñar con un chalet adosado, un coche de alta gama o un vestido costoso para su mujer. Soñar con todo lo material, que está fuera de su mano, y no con otras cosas menos táctiles que se esconden en el campo de la conciencia. Porque pensar en otras esferas no sirve para llevar algo a la boca a sus hijos y desertificar el ejercicio de la psique.

Alguno podría pensar que dedicarle al trabajo unas 55 horas a la semana, contando los sábados por la mañana, es una animalada. Incluso podría creer, acertadamente, que eso de los derechos laborales es algo de la imaginación. Pero eso es lo que hace Manolo. El problema no radica en que se aburra de estar rodeado de adhesivos que pueden colocarle, sino en que no se plantea que otros horarios pueden ser posibles y ejercer así su derecho a la réplica como referente de su conciencia. Eso de pensar es cosa del pasado, de cuando iba al centro secundario de turno que le hizo carne de cañón de trabajadores sin sentido crítico.

Pero bueno... ¡qué les voy a contar! Manolo es uno de otros tantos. Es uno de esos que ayudan a conseguir cifras redondas y que puede acabar en otros números menos agradables como son los del paro. Ahora se ha acomodado y se escuda detrás de un sindicato inmóvil que dice defender sus intereses pero que después no sabe cómo movilizar a quienes llama camaradas. En 2009 a Manuel le interesa más disfrutar de un seguro médico privado, unas llantas nuevas para su carro y un colegio decente para sus hijos. Eso de pedir mejoras laborales es otra cosa. Lo que son los tiempos modernos: ya no queda conciencia, ya no queda reivindicación. Adiós pensamiento, hola ultraliberalismo.

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