(Conocido a través de Cigarra, salté el Atlántico y... aquí está Marcelo, autor del presente relato publicado, por él, el jueves 14 de mayo de 2009. Presentado hace poco, un domingo. Interesante... bastante. PAQUITA) marcelo-lamenoridea.blogspot.com/
El Sr. K nunca mentía. Omitía, eso sí, contar cualquier cosa que lo angustiase, que le diera temor. No les mentía a los demás pero se mentía a sí mismo. Lo hago para que no sufran quienes están cerca. Lo que no se cuenta no existe, pensaba. Pero en el fondo sabía que lo que tenía era miedo a que no lo quisieran. Y así fue sepúltandose en capas de omisiones diversas y asfixiantes, escondidas tras la luz de su sonrisa. Un día que no aguantaba más se apoyó un revólver en la sien, dispuesto a terminar con su penar. Pero imaginó la sorpresa de los otros, la tristeza que sentirían al no saber lo que le había pasado, no haber podido evitarlo. Entonces decidió no hacerlo. Por supuesto que esa fallida decisión también quedaría sin que nadie la supiera. No fuera cosa que dejaran de quererlo al enterarse. Eso sí, comenzó a escribir lo que le pasaba a él, como si fuera que era a otro al que le ocurría. Un señor M., por ejemplo.
Recorte, agregue, pegue, suprima, querida Loca Linda!
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