(Publicado por Amparo en domingo 26 de abril de 2009 en su blog Otras especies oespecies.blogspot.com/. PAQUITA)
Una vez, durante una cena, escuché a un poeta (a quien yo no conocía, pero al parecer era un famoso poeta) hablar de otro “de segunda fila”. Era la primera vez que oía eso de la segunda fila, segundo orden, secundario, tan común (al parecer) entre los del género.
Me imagine una fila de hombres (sobre todo) elegantes, fuertes, bien equipados, en apretada formación e inmediatamente detrás a otros (hombres también), los de la segunda fila, intentando hacer algo para asomar al menos una parte de sí mismos a ese escaparate de figuras, quizá esperando que alguna ráfaga, alguna muerte o algún despiste les permitiera un sitio allá.
De hecho, a los de la primera fila se les veía cansados, aguantando el peso de los cuerpos de la segunda fila. Sonreían amablemente a pesar del sufrimiento.
Pero no me quedé ahí. En mi convencimiento de que todo es infinito, detrás vi otra fila y otra y otra más, formando una marea de gente leyéndose poemas entre sí. Y más allá, otra fila de eternos alumnos; y más allá otra de buenos estudiantes y redactores; y más lejos, al fondo del fondo, la gente normal que construye de vez en cuando algún verso sin saberlo.
Por ejemplo, ayer la enfermera dijo: vapor para su seno.
Imagino también una primera fila de ingenieros de telecomunicaciones. Y yo con mi destornillador.
Cuánta apretura y qué agobio.
Fin de mi anécdota.
Un millón de gracias de nuevo (aunque con retraso, pero es que vas con la directa metida) por haberme incluido en tu blog. Siempre es un placer. Y que sepas que me asomo por aquí, aunque vas a toda mecha
ResponderEliminarUn montón de gracias, de verdad, por tener el detalle de publicar aquí esta anécdota.
ResponderEliminarAbrazo