(Publicado por Dafne el lunes 13 de julio de 2009 en su blog Una vida y mil historias Autodescripción: "Pequeñas historias de nuestros grandes y únicos días... Ideas , reflexiones que llenan mi vida,y como no... algo de poesía... de poéticos que tambien tengo,momentos." Presentada queda. PAQUITA) dafne-milhistorias.blogspot.com/
En aquella casa en la que viví durante mi niñez había un altillo, en la estancia que llamamos comúnmente sala.
La pieza, era el tercer piso de una casa que cada vez que la recorro mentalmente me parece más mágica.
Hoy pensaba, como he dicho, en aquel altillo del armario empotrado de una sola puerta, de color rojizo, que mi madre hacía servir de dormidor de sartenes de todo tipo de asas y grandaria y que muchas de ellas, sólo salían de allí en la época del "matacerdo" .
La parte superior, un hueco hondo y de casi un metro de alto, era el lugar de reposo de numerosos utensilios que mi padre salvaguardaba de mis pequeñas manos, seguramente para evitar algún accidente doméstico.
Lo inaccesible de aquel altillo actuaba como acicate de mi curiosidad, pero no había silla suficientemente alta que me acercara a aquel santuario de reliquias. Me encaramaba a pequeñas parcelas de cielo, sillas de madera, pintadas de azul claro por mi madre, pero que apenas me servían para descubrir la cantidad de cosas a las que no tenía acceso.
Algunas noches, tarde, cuando mi padre llegaba a casa, buscaba algo allí en su improvisado despacho de las alturas y colocaba ante mis ojos aquellos anhelados tesoros.
Una aguja grande de coser sacos, otra al estilo de un punzón enfundada en un cartucho de madera oscurecida, que usaba para coser el cuero de sus morrales y albarcas de pastor,una cajita para colocar la sal que se les daba a las ovejas,una enorme jeringuilla de cristal.
El más enigmático y prohibido objeto para mí era el fabricado en un trozo de caña seca y pelada, hueca por dentro, que guardaba las pastillas más habituales con las que mi padre medicaba a sus ovejas. Cuantas veces agite aquel tubo. ¿Qué tendría dentro que sonaba?
Verdeaba en las alturas algún manojo de esparto que se me hacía que había nacido allí y alfombrando todo aquello papeles, algunos ya amarilleaban.
Guardaba recortes de periódico, revistas, que recogía o le daban.
Todo aquello que tenía letra impresa. Mi padre, era y es incapaz de pasar por encima de un papel y no mirar que lleva escrito. Hubo de ser esto sin duda el inicio de nuestra biblioteca familiar
Recuerdo y paseo en espíritu por aquellos rincones.
Hoy, puedo decir que hay casas que sientan bien y hacen felices a sus moradores. Aquella, mi primera casa, fue un lugar con tantas salas, rincones, armarios, altillos, ventanas y puertas al mundo... tanto que descubrir que sin duda ayudó a estimular mi curiosidad y fantasía .
Muchas gracias Paquita,un honor de verdad que me leas.
ResponderEliminarBesos