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enero 30, 2010

El tren de los heridos (Miguel Hernández)(34.7)... (+ Daalla)

(Publicado el 10 de enero de 2010 por Daniel en su blog Fusilados de Torrellas. PAQUITA) HOMENAJE SUYO y MÍO a Miguel Hernández fusiladosdetorrellas.blogspot.com/

Tren hospital republicano transportando a heridos del frente de Teruel. Los soldados están calientes y tranquilos. El tren, de vía ancha española, era confortable y espacioso. Los trenes hospitales llevaban en el techo la Cruz Roja, lo que no fue óbice para que fueran atacados por la aviación rebelde en varias ocasiones. Imagen y pie de foto de la web S.B.H.A.C., Memoria Republicana -para verla, entrad en su página-

Miguel Hernández conoció de primera mano las batallas de la Guerra Civil. Alistado en el Quinto Regimiento, participó en la defensa de Madrid, en Andalucía, en Extremadura y en Teruel. En todas ellas pudo ver el drama de los heridos por fuego enemigo. En Teruel además, fue testigo de las numerosas bajas por enfermedades pulmonares y congelaciones.

“El tren de los heridos” pertenece al poemario “El Hombre Acecha”, escrito por Miguel con la desesperanza del que ve que ya el signo de la guerra le es adverso. Es el tren del dolor, un tren silencioso, que atraviesa la noche como una procesión espectral y que sólo se detiene en los hospitales.

El tren de los heridos Miguel Hernández

Silencio que naufraga en el silencio
de las bocas cerradas de la noche.
No cesa de callar ni atravesado.
Habla el lenguaje ahogado de los muertos.

Silencio.

Abre caminos de algodón profundo,
amordaza las ruedas, los relojes,
detén la voz del mar, de la paloma:
emociona la noche de los sueños.

Silencio.

El tren lluvioso de la sangre suelta,
el frágil tren de los que se desangran,
el silencioso, el doloroso, el pálido,
el tren callado de los sufrimientos.

Silencio.

Tren de la palidez mortal que asciende:
la palidez reviste las cabezas,
el ¡ay! la voz, el corazón la tierra,
el corazón de los que malhirieron.

Silencio.

Van derramando piernas, brazos, ojos,
van arrojando por el tren pedazos.
Pasan dejando rastros de amargura,
otra vía láctea de estelares miembros.

Silencio.

Ronco tren desmayado, enrojecido:
agoniza el carbón, suspira el humo
y, maternal la máquina suspira,
avanza como un largo desaliento.

Silencio.

Detenerse quisiera bajo un túnel
la larga madre, sollozar tendida.
No hay estaciones donde detenerse,
si no es el hospital, si no es el pecho.

Para vivir, con un pedazo basta:
en un rincón de carne cabe un hombre.
Un dedo solo, un solo trozo de ala
alza el vuelo total de todo un cuerpo.

Silencio.

Detened ese tren agonizante
que nunca acaba de cruzar la noche.
Y se queda descalzo hasta el caballo,
y enarena los cascos y el aliento.

Caminante dijo... 13 de enero de 2010 19:24
¡Qué emoción contiene este poema! ...
Para vivir, con un pedazo basta:
en un rincón de carne cabe un hombre.
Un dedo solo, un solo trozo de ala
alza el vuelo total de todo un cuerpo.
... una joya más de Miguel, que nos legó para que No Olvidemos, para que quedara constancia escrita de tanto dolor... tanto desamparo... porque para vivir con un solo pedazo basta.
Nos habla de las graves mutilaciones sufridas por tantos de ellos y, con todo, son personas... Son... Eran
Se me colmaron los ojos de lágrimas y yo venía a otra cosa (...)
... sigue emocionándonos mientras tengas esa pulsión, muchos, ya ves, te estamos agradecidos. Besos, unos cuantos- PAQUITA


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