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septiembre 23, 2010

Inglaterra y Mercado de la Sanidad (1. 29)

RECIBIDO de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad Madrileña CAS www.casmadrid.org/index.php?idsecc=noticias&id=1974&titulo=NOTICIAS

Inglaterra: ¡Bisturí, hay que extirpar la burocracia del Servicio Nacional de Salud!
El mercado interno ha sido un desastre muy caro. Dejen que los profesionales gestionen la medicina.
Jonathan Waxman, especialista en oncología - 2010-06-28
Al parecer, es tiempo de elecciones y nuestra gloriosa clase política camina al frente de las filas de su electorado con pancartas que prometen que su partido, sólo su partido, conservará el Servicio Nacional de Salud. Los políticos reclaman su condición de líderes y alaban la dedicación de la enfermería y el gran nivel de sus médicos. Y todos los partidos coinciden en que, aunque hay que adoptar medidas de austeridad, no va a haber recortes ni en servicios ni en personal de primera línea. Entonces, ¿de dónde va a salir el ahorro?. Fíate de lo que hacen y no de lo que dicen.

Cuando empecé medicina, dirigían el hospital unas tres personas. Las cosas eran mucho más sencillas cuando médicos y enfermeros trataban a los pacientes de la mejor manera posible, sin cumplir directrices ni objetivos, haciéndolo como mejor sabían….sí….para que los pacientes mejoraran. ¿Cómo podíamos arreglarnos sin impresos que tramitar y listas de espera que cumplir? Pues la verdad, muy bien. El director médico se ocupaba de los asuntos clínicos y la enfermera jefe y el administrador, del resto. En aquella época, el hospital no era un gran negocio; y no tenía por qué serlo porque no había mercado interno que gestionar.

El mercado interno – el plan de la Sra. Thatcher para introducir la eficiencia haciendo que los hospitales compitieran entre sí para atender a los pacientes –, ha causado estragos. Se ha creado una nación de administradores – que hoy están aquí y mañana se irán a otro cargo – sin hacer nada para controlar los costes.

El sistema de facturación del mercado interno no sólo es costoso y burocrático sino que la teoría que defiende es absurda. ¿Por qué la factura del tratamiento de un paciente va a Oldham o a Oxford si ni Oldham ni Oxford pagan esa factura?- sólo hay una persona que paga la cuenta: el contribuyente, usted y yo.
Y hay graves problemas con el proceso de facturación. Por ejemplo, si se atiende a un paciente en una clínica ambulatoria, el hospital factura por la primera consulta, pero no por las siguientes visitas. Y si un paciente recibe varios tratamientos en un mismo hospital, sólo se factura el más caro.

Es preciso ahorrar. Según se dice, sólo hay 75.000 administradores en activo en el Servicio Nacional de Salud (NHS); pero la cifra es ridícula. Los médicos y los enfermeros saben que hay muchos más. Miran a su alrededor y ven que son cada vez más. Un informe del Centro de Estudios Políticos, publicado en 2003, señalaba que había 250.000 administrativos trabajando en el NHS: al menos un administrador por cada enfermero. En los últimos tiempos, la tasa de crecimiento del personal de administración del NHS ha superado la del personal de enfermería.

En el NHS existe un sentimiento generalizado de pérdida de poder de los profesionales. La gente no puede enfrentarse a una lucha increíble, a la desautorización si alguien se atreve a sugerir que las cosas se deberían de hacer de otra manera.

El principio según el cual todos tenemos derecho a la asistencia médica desde la cuna a la tumba es justo y maravilloso. Pero la realidad actual es una cuna mecida por contables que ni siquiera son capaces de contar las veces que la han movido. La realidad son sepultureros trabajando con una pala oxidada de reducción de costes.

Los políticos han hecho siempre cambios drásticos en su manera de gestionar el NHS. Los últimos han fragmentado el sistema y no han conseguido ahorrar costes. Trasladar a los pacientes de un sitio a otro no supone ningún ahorro para la nación aunque podría reducir algo el gasto de un hospital local. El mercado interno ha fracasado porque no considera la sanidad del país como un todo y se limita a evaluar las finanzas de un único servicio de hospital, de un hospital local o de un centro de salud.

Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Volvamos a la antigua organización del NHS. Dejen que los profesionales gestionen la medicina, devuelvan el poder a los profesionales, a los médicos y enfermeros; tiren el mercado interno al cubo de la basura y atornillen bien la tapa. En esta época de elecciones, por favor, que todos los partidos políticos nos aseguren que han terminado su absurdo romance con el mercado interno. En su lugar, ayuden al NHS a hacer lo que mejor sabe hacer: tratar a los pacientes y hacerlo de forma eficiente y económica, sin gastos excesivos ni la ridícula parodia de la competencia.


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