Publicado el 12 de Julio de 2010. Título: El hijo del teniente coronel Esteban Rovira Pacheco visita el Parque Lineal blog.parquelineal.es/
Conocido por los combates en Carabanchel Bajo y en VillaVerde (Vértice Basurero) durante el asalto de las tropas de Franco a la capital madrileña, el teniente coronel Rovira es quizá una de los muchos anónimos defensores del Gobierno legítimo que en aquellas angustiosas horas abandonaba Madrid rumbo a Valencia ante su inminente caída.
El comandante Rovira y el coronel Prada protagonizaron durante la jornada del 27 de diciembre de 1936 los combates del Vértice Basurero, que hicieron célebre esta posición al norte de VillaVerde por lo violentísimo de sus combates. El 12 de enero de 1937 es ascendido a comandante, probablemente por la inminente necesidad de mandos cualificados para las tropas. E inmediatamente después, el 5 de febrero de 1937, el Gobierno ascendería a teniente coronel a Rovira y le daría el mando de la 42 Brigada Mixta por la tenaz defensa del frente sur de Madrid. Comenzaba el periplo del teniente coronel por las diversas batallas que asolaron Madrid durante el intento de asalto nacionalista.
El hijo del teniente coronel Rovira, Carlos Rovira, acaba de visitar una de las muchas posiciones del Parque Lineal del Manzanares, en este caso posiciones que asediaron Madrid desde el bando nacionalista, y el GIPL estaba allí para mostrarle este trozo de historia del que un día su padre formó parte.
Poco a poco recuperaremos esa historia.
En uno de los bunkers de una posición nacionalista, en el Parque Lineal, durante la visita de Rovira hijo.
Esteban Rovira Pacheco nació en Segovia el 12 de abril de 1.902 en el seno de una familia acomodada. Era hijo de Esteban Rovira Pita, capitán de artillería, de quien heredó la profesión militar. Rovira ingresa en el ejército como alumno de infantería en el año 22, llegando a teniente de artillería en el año 26. Prestó servicios en África en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache desde el año 1.924 hasta 1.930, donde conoce personalmente a los militares que años después protagonizarían el golpe de Estado de 1.936. Incluso nos cuenta Carlos que su padre le narraba como salvó la vida a Mola. Ya en 1.930 se incorpora al cuerpo de Carabineros pasando a la península. Al estallar la Guerra Civil, Esteban Rovira Pacheco era teniente en el Colegio de Carabineros del Escorial, cuerpo que permaneció en su mayoría fiel al Gobierno legítimo, por lo que Franco lo eliminará tras ganar la Guerra Civil.
El ejemplo de Rovira no cundirá ejemplo durante la contienda. El ejército de milicias que se formara a marchas forzadas en los comienzos de la Guerra Civil, no tendría entre sus filas a muchos militares profesionales, y menos aún oficiales.
En palabras de su propio hijo Carlos, en los primeros días del levantamiento, su padre decidió defender a España y a su Gobierno legítimo de una gravísima involución militar, de acuerdo a su deber de militar y de español. Sus compañeros de oficialidad no siempre comprendieron como un militar de larga tradición familiar, de acomodada posición social y económica, se jugaba la carrera defendiendo los ideales de una República con la que nunca congeniaron.
Rovira nunca tuvo carnet de ningún partido político. Incluso, según nos cuenta su hijo Carlos, La Pasionaria le llevó a las trincheras del sur de Madrid el del Partido Comunista, que rechazó. En una Guerra Civil en la que se pertenecer a un partido, a una sección y a un grupo, era esencial para sobrevivir en cualquiera de los dos bandos, la acción de Rovira podría sorprendernos por su atrevimiento. No en balde esta decisión podría haber desdibujado la imagen histórica de un Rovira que hoy es uno de los grandes personajes que defendieron Madrid y que permanecen injusta y prácticamente en el anonimato.
Con el paso de los meses de Guerra los oficiales de milicias fueron ocupando puestos junto a Rovira y otros militares profesionales. Nombres como los de Líster o Modesto defendieron la ribera del río Manzanares junto a Rovira dejando su impronta en el Parque Lineal del Manzanares y en la historia de este país que, pese a la imagen que luego los vencedores vendieron, pertenecía y fue defendido con el mismo patriotismo por los soldados de la República.
La apuesta de Rovira era arriesgada, la razón y la fuerza no siempre están del mismo lado. Y perdió. Esteban Rovira sería hecho prisionero al terminar la Guerra y finalmente condenado a muerte el 23 de agosto de 1939 por el artificioso delito de adhesión a la rebelión.
Pero las influyentes amistades del comandante del Vértice Basurero impidieron la aplicación de la pena. Rovira tuvo que abandonar inmediatamente España y la carrera militar, dejando irremediablemente atrás su vida y su patrimonio personal, viéndose obligado a comenzar una nueva andadura a partir de ese momento lejos de su hogar, como tantos y tantos exiliados españoles. No hacerlo significaba morir ante un pelotón de fusilamiento.
Tras un amplio periplo por sudamérica, que empezara en Méjico, Rovira se establece finalmente en El Salvador, donde se casa con Elba Cepeda, con quien tuvo siete hijos.
Aunque la relajación de la dictadura franquista le permitiera regresar a España en los últimos años de vida del dictador, Rovira siempre se negó a visitar el país mientras fuera Franco el jefe del Estado, muriendo finalmente en el año 1973 sin ver su sueño cumplido: regresar a la ciudad que con tanto empeño defendiera junto a las milicias republicanas.
A ver si te vemos por aquí en una de nuestras salidas "históricas".
ResponderEliminarBesos!!
Tenía pensado ir a la última. Incluso rechazando otra en Zaragoza.
ResponderEliminarNo fui ni a una ni a otra, una hermana de mi madre estaba en las últimas y fuimos a despedirnos.
Un abrazo y hasta pronto:
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PAQUITA