Publicado por Cive Pérez en martes 12 de abril de 2011
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Por fin, parece que los jóvenes españoles comienzan a salir del letargo del botellón para seguir los pasos de sus coetáneos europeos. Algunos miles de ellos salieron a la calle en Madrid para expresar su descontento a través de una manifestación, uno de los rudimentos de la acción política. Una generación perdida como la califican algunos, que podría encontrarse a sí misma si es capaz de movilizarse a gran escala.
Me llamó poderosamente la atención que en esas pancartas en las que resumen sus carencias: sin casa, sin trabajo, sin pensión... figurase también la de sin miedo. Si las tres primeras denotan precariedad, en la medida en que vaya más allá de la retórica, la cuarta carencia es positiva (...)
A lo largo de la historia del capitalismo encontramos una constante: los desposeídos, habiéndolo perdido todo, perdieron también el miedo. Permitidme unas pinceladas pro memoria:
En febrero de 1848 había en París cerca de 100.000 parados para quienes los Talleres Nacionales, la fórmula colectivista creada por Louis Blanc, ministro de Trabajo de la II República, suponían una promesa de redención de su miseria. Pronto se vería que una solución de este tipo, contraria a los sacrosantos principios de la propiedad privada, no podía ser del agrado de la burguesía de la época que se apresuró a clausurar los Ateliers. La insurrección popular provocada por esta medida fue aplastada en las sangrientas jornadas del 24 al 26 de junio de ese año por las tropas republicanas al mando del general Cavaignac, causando más de 10.000 muertos en las barricadas parisienses. Por entonces, el capitalismo estaba demostrando ser mucho más eficaz en la represión que en la creación y extensión de la riqueza, como se volvería a poner de manifiesto en la nueva sublevación proletaria que instauró la Comuna de París en 1871, a raíz de la guerra franco-prusiana. En esta ocasión, el ejército al mando de Mac Mahón llevó a cabo ejecuciones en masa durante una semana sangrienta que produjo 20.000 muertos.
Un agudo estadista prusiano, Otto von Bismark, tuvo el suficiente olfato como para advertir el efluvio sedicioso que desprendían las masas obreras agitadas por el fermento revolucionario sembrado por la teoría de la lucha de clases propuesta por el "socialismo científico" de Marx y Engels. Oliéndose la tostada, y para evitar que en los hornos de su flamante Estado germánico se cociera un pan como unas tortas, como vulgarmente suele decirse, Bismark urgió al Reichstag a adoptar, en la década de 1880, las primeras medidas de protección de la clase trabajadora tomadas por un Estado moderno. Se trataba, en todo caso, de leyes de mínimos que aseguraban una protección elemental en forma de seguros de accidentes, enfermedad y vejez.
En España, fue un Gabinete presidido por el liberal conservador Antonio Maura el que llevó al Congreso, en 1919, el proyecto de ley del Retiro Obrero Obligatorio, germen del futuro sistema público de pensiones. La derecha gobernante se vio obligada a hacer ciertas concesiones ya que el panorama social se veía sacudido por los violentos conflictos sociales del denominado «trienio bolchevique». Los trabajadores de la industria y del campo, enardecidos por las ideas anarquistas y hartos de miseria y precariedad, se lanzaron por el camino de la violencia poniendo al Estado y al orden social contra las cuerdas. Entre 1897 y 1921, el país vio como tres presidentes del Gobierno caían bajo las balas del terrorismo anarquista, padeció el azote de cruentas huelgas revolucionarias y asistió a la sucesión fulgurante de gobiernos que apenas lograban mantenerse unos pocos meses en el poder (...)
La medida, como se comprobaría después, resultó muy controvertida, porque a los patronos no les hacía ni pizca de gracia eso de pagar para proveer la vejez de sus empleados. O sea, exactamente igual que lo que sostiene la doctrina actual de la patronal y predican sus ideólogos de Fedea y Cía.
Así que el primer alumbramiento del Estado del Bienestar no tuvo lugar en la cuna de la solidaridad, ni sus progenitores fueron precisamente el humanismo y la filantropía. En todo caso, ese pacto tácito de no agresión fue hijo de la razón práctica y del miedo de la burguesía a la revuelta social propiciada por los métodos de apropiación salvaje de la riqueza. Métodos a los que ahora se pretende regresar bajo la égida neoliberal (...)
Los poderes económicos están crecidos, muy crecidos ante el evidente retroceso de los partidos y sindicatos de izquierda que deberían tenerlos a raya para mantener un equilibrio social. Ante el abandono de sus representantes, a los ciudadanos no les queda otro remedio que pasar a la acción directa. Porque no será enredándose en discusiones teológicas sobre manos invisibles, virtudes o defectos del mercado como la generación sin podrá labrarse ese futuro que el neoliberalismo, por acción, y la socialdemocracia, por inacción, les han negado. La burguesía, término que suena antiguo pero significa ni más ni menos que los grandes poderes financieros que dominan hoy el mundo, sólo cederá terreno cuando la pelota del temor a una gran insurrección popular se instale en su terreno. No olvidemos que si hay alguien temeroso por antonomasia son los mercados.
En la España del siglo XXI, los desposeídos no tienen ni casa, ni trabajo ni pensiones que perder. Ahora mismo, por no tener ni siquiera tienen futuro. Movilizándose, pueden ganar el presente.
Caminante dijo... 24 de abril de 2011 08:42
Yo tenía idea de ir, finalmente eché pereza porque, excusa que me puse, al día siquiente tenía otra cuestión y... ¡que vayan los jóvenes! me dije.
PAQUITA - MUY ILUSTRADO EL TEXTO (completo en su página, enlace arriba)
Esta entrada se ha publicado a las 8 menos cuarto de la tarde. Hasta ahora, y desde ayer, ha habido problemas con blogger, estando inoperativo.
ResponderEliminarAl parecer, Blogger ha sufrido una avería por falta de mantenimiento del todopoderoso Google.
ResponderEliminarEntrando en materia. El hecho de que se produzca una manifestación en Madrid (capital de España, capital de todos) no significa que los jóvenes empiecen a movilizarse como a todos nos gustaría. Movilización que, debiera extenderse a otros jóvenes y menos jóvenes.
Vivimos en una sociedad que ha pasado del bienestar al malestar absoluto. Al no estar. Porque en su conjunto, existe como un efecto anestésico que nos envuelve, que a quien más beneficia es al poder constituído.
Siempre o casi siempre me he considerado socialdemócrata. Abomino de las dictaduras, ya sean del capital o del proletariado. Las referencias han sido los países nórdicos, con mercados y leyes a favor de la libertad de las personas, pero con un Estado fuerte y social que cubre todas las necesidades de sus ciudadanos.
Y de hecho, dichos países continúan con ese estado de bienestar, con los datos de paro más bajos de Europa y del mundo, y con una economía que vuelve a emerger en este mar de fondo.
Obviamente, hoy en España el partido gobernante hace todo lo contrario a lo que debiera hacer. Nos amenaza con la derecha, cuando hace las políticas más de derechas que he visto en los últimos años o decenios. Y son ellos, los con sus políticas restrictivas y nefastas hacia nuestra sociedad, nos traerán a esa derecha "como si llegara el lobo" acorralando el rebaño. Cuando el verdadero "lobo" ya está aquí.
Mis disculpas por el simil del "lobo" ya que es uno de los animales más nobles y queridos por mí.
Un abrazo desde Graná.
Acabo de ver tu comentario. Estuve fuera, d casa y de internet.
ResponderEliminarHago mías tus palabras.
Otro abrazo hacia Granada.
PAQUITA
tONI SAGREL
ResponderEliminarTE FELICITO
HAY QUE DECIR LA VERDAD VENGA DE DONDE VENGA.
LA VERDAD NO ES LA DE ANTONIO MACHADO
(LA VERDAD CUAL, VAMOS A BUSCARLA JUNTOS).
LA VERDAD NO HAY MAS QUE UNA ,
LA REALIDAD.
TE FELICITO.
Un placer "verte"
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