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marzo 05, 2014

La excelencia en la UC3M. Correr en Formula 1 con un 600, de José Manuel

22 junio 2013 
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Esa es la sensación que tengo cuando analizo la situación de mi departamento (Ciencia e Ingeniería de Materiales e Ingeniería Química) en la Universidad Carlos III de Madrid, universidad autoproclamada como “de excelencia”.
Me cisco en la excelencia. Trabajo en Europa y en el mundo, y me precio de conocer muchas universidades y departamentos de materiales que realmente son excelentes. Y no tienen nada que ver ni con mi universidad ni con mi departamento. También trabajo en España, y en cuanto a medios, hay más de una docena (que pueda recitar de memoria) de departamentos universitarios con mejores laboratorios que los nuestros. Sin embargo nuestras autoridades académicas, con el Rector a la cabeza, no cesan de repetir el mantra de que “somos excelentes”. ¿Es que no viajan? ¿Si viajan, es que están ciegos?.
Nuestra Universidad excelente, no hace absolutamente nada que propicie un buen entorno investigador (y me estoy refiriendo exclusivamente a mi departamento, que es el que conozco bien). En los últimos quince años, no solo no ha invertido un euro en equipamiento científico, sino que no ha apoyado ni ayudado en ninguna iniciativa que nos permita acudir a convocatorias ministeriales (donde claro, se requieren cofinanciaciones millonarias imposibles de soportar por ningún grupo de investigación). La Universidad no nos ha ayudado tampoco ni con material fungible, reparaciones, mantenimientos,… Ni que decir tiene que tampoco conocemos lo que es apoyo técnico a la investigación (con personal cualificado y apropiado). Los técnicos que tenemos apenas dan abasto para cubrir el apoyo a la docencia. Por cierto, que igual que no hemos recibido un euro para equipamiento científico, lo mismo podemos decir del equipamiento para prácticas de laboratorio, donde llegará un momento que haremos prácticas virtuales. Y para rematar la situación desde el punto de vista del apoyo económico, recibimos periódicas amenazas (a través de rumores) de que se nos van a arrebatar los remanentes de proyectos de investigación. Estos remanentes, que nuestros burócratas desean apropiarse, son fundamentales en los grupos experimentales, ya que muchos gastos (previstos e imprevistos) que nos permiten funcionar, se costean y afrontan con los remanentes (por ejemplo, reparaciones, contratos de mantenimiento de equipos, financiación propia de nuevas ideas,…). Ya solo nos falta que se cumpla esta amenaza velada para que cerremos el garito y mandemos a casa a nuestros doctorandos.
Si lo que recibimos de la universidad en forma de apoyo económico a la investigación es NULO, además, la situación de los espacios que ocupamos roza el tercermundismo. Becarios hacinados, equipos (muchos obsoletos, pero no retirables porque no hay otros) amontonados, profesores asociados compartiendo mesa y silla y atendiendo tutorías en salas multitudinarias,…). Tenemos salas de becarios bautizadas por ellos como “el zulo”. Como no hay técnicos de apoyo, nuestros doctorandos pierden más tiempo manteniendo y reparando equipos que investigando. Podría seguir, pero creo que ya he reflejado con cierta crudeza la realidad que nos envuelve en este entorno “tan excelente”.
Cuando me lamento en voz alta entre compañeros de otros departamentos, siempre escucho: “no te quejes, que todos estamos igual”. Y eso no es cierto. No todos tenemos los mismos problemas de espacio, porque no todos tenemos la misma capacidad de formación (el número de becarios de investigación costeado por proyectos es muy superior en nuestro departamento a la media de la universidad). Y solo hace falta darse una vuelta por despachos y laboratorios para ver dónde existen problemas reales. Y no todos estamos abandonados por la Universidad de la misma manera. Lo que la Universidad pone a disposición de algunos departamentos (para la investigación), es equiparable para muchos con, al menos, lo de la mayoría de universidades españolas. En nuestro caso concreto, la diferencia es abismal. No tenemos acceso directo dentro de la Universidad a NINGUNA de las técnicas básicas que necesitamos para hacer nuestro trabajo. Técnicas que requieren de equipamiento bien mantenido, actualizado y con apoyo técnico.
Eso sí, se nos piden rendimientos (publicaciones en primer cuartil, competir en proyectos europeos,…) como al que más. Sin exagerar, es como si Ferrari pusiera en manos de Alonso un “cuatro latas” de los años 60. Desde luego, nosotros no somos “Alonso”, pero lo que está claro es que nuestra Universidad no es “Ferrari”.

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