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marzo 14, 2015

Informar o difamar: la responsabilidad de la prensa, por Varios Autores

Publicado en: ene 11 2015 por Nerea Castro - La Marea
http://iniciativadebate.org/2015/01/11/informar-o-difamar-la-responsabilidad-de-la-prensa/

La acusación de antisemitismo como mecanismo para acallar voces críticas con Israel es una conocida estrategia de los lobbies proisraelíes en el mundo. En una noticia publicada el 6 de enero de 2015, El País recoge una información en la que se acusa a varias entidades públicas y privadas dedicadas a la solidaridad con el pueblo palestino de haber organizado un congreso antisemita con financiación del Ministerio de Exteriores, basándose en un informe redactado por el Centro Simón Wiesenthal.
En 2013, este centro con sede en Estados Unidos situó al caricaturista brasileño Carlos Latuff en tercera posición de un seudo-ranking de antisemitas. Muchas personas, incluyendo el historiador argentino judío Ruben Kotner, salieron en defensa del dibujante. De tal forma que la difamación no cumplió sus oscuras intenciones. No desacreditó la denuncia de las políticas criminales de Israel que Latuff realiza en sus viñetas humorísticas, ni silenció la pluma del artista.
Acostumbrado a este tipo de conducta, el Centro Simón Wiesenthal no ha tenido reparo en acusar esta vez al Ministerio de Exteriores español de financiar actividades antisemitas. Según este centro propagandístico, los supuestos artífices de la infamia no eran nada menos que el Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad Internacional (FAMSI), la ONG andaluza Al-Quds Andalucía y la ONG Sodepaz en la Universidad Autónoma de Madrid.
No debe sorprendernos que la periodista Noga Tarnopolsky, nueva corresponsal deEl País en Palestina e Israel después de la rescisión del contrato de Juan Gómez, reprodujera tal vilipendio sin contrastar la información con las organizaciones citadas en su artículo. Antes de ser contratada por El País, Tarnopolsky desempeñó su labor periodística en una agencia de prensa llamada Punto Press, bajo la dirección del anterior embajador israelí en España, Raphael Schultz. Como informó el propio diario en su momento, esta agencia era una mera pantalla del aparato de propaganda israelí.
Lo que en cambio resulta muy preocupante es que un diario como El País haya publicado dicha información sin poner en tela de juicio la fiabilidad de la información proporcionada por el Centro Simon Wiesenthal. Tampoco se cercioró que las entidades difamadas fueran consultadas, negándoles de esa manera el derecho de réplica que el código deontológico de la profesión exige otorgar a las personas físicas o jurídicas objetos de la noticia antes de su publicación.
Todo indica que ni Tarnopolsky ni El País se preocuparon mucho por contrastar la información, lo que hubiera puesto en evidencia la burda operación difamatoria del Centro Simon Wiesenthal. Las circunstancias en las que se publica el artículo sugieren más bien una intencionalidad mal encubierta de servir los intereses israelíes. Poner en un brete al ministro García-Margallo acusándole de fomentar el antisemitismo, pocos días antes de su visita a Palestina, Jordania e Israel, sólo podía jugar a favor de Netanyahu. Cabe recordar que al entrar en el Consejo de Seguridad de la ONU, España, que votó el pasado mes de noviembre a favor del reconocimiento del estado palestino, se convierte en un país clave para bloquear cualquier iniciativa palestina para acabar con la impunidad de Israel.
Como no podía ser de otra manera, tratándose de una operación difamatoria, la noticia firmada por Tarnopolsky está plagada de datos falsos e inexactos. La periodista hace una amalgama entre distintos eventos, tergiversa una información en la que se acusa injustamente a los organizadores de tres eventos distintos de lanzar mensajes antisemitas con el fin evidente de desacreditarles y cercenar la libertad de expresión y asociación del movimiento de solidaridad con Palestina. Contrariamente a lo que relata la periodista, ninguna de las actividades aludidas se benefició de financiación de la AECID ni del Ministerio de Exteriores.
Tampoco tuvieron contenidos racistas ni antisemitas, como pueden acreditar las decenas de entidades que participaron en ellas, incluyendo la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID), la Diputación de Sevilla, la Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP), la Red Internacional de Judíos Antisionistas (IJAN) o la asociación israelo-palestina Alternative Information Centre, así como reconocidos expertos y expertas en derechos humanos y derecho internacional que intervinieron en los debates: David Bondía, Luciana Coccioni, Carlos Slepoy, Teresa Aranguren, Raji Sourani, Sergio Yahni, Joseph Schlecha, Anna Baltzer, etc.
La RESCOP ha declarado en un comunicado, con fecha del 8 de enero 2015, que la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra el Apartheid israelí es una campaña global, ciudadana, pacífica y anti-racista, basada en el derecho internacional humanitario. “Compararla con las políticas de la Alemania nazi, denuncia esta red de ONG, no es solamente una burda manipulación y un insulto odioso: constituye una operación de difamación que hiere la memoria de las víctimas del Holocausto y de sus supervivientes, muchos de los cuales no dudaron en respaldar la campaña BDS. Además, la acusación de antisemitismo intenta obviar que los pueblos árabes, incluyendo el pueblo palestino, también son semitas”. Confían en que las instituciones que apoyan la causa del pueblo palestino no sucumban a las presiones ni al chantaje de este tipo de entidades que buscan ocultar el apartheid y la barbarie israelí.
La reflexión sobre la responsabilidad ética de la prensa en relación con la ocupación israelí ocupó un lugar preponderante en los debates y reflexiones en las Jornadas BDS de Málaga. En muestra de su compromiso solidario con el pueblo palestino, el Sindicato Andaluz de Periodistas y la Red de Medios Comunitarios informaron públicamente de su adhesión al sello Espacio Libre de Apartheid israelí.
El papel de los medios también se trató en la Conferencia Internacional de Gobiernos Locales y Organizaciones de la Sociedad Civil en apoyo de Palestina organizada por el FAMSI, el Comité de Naciones Unidas por los Derechos inalienables del pueblo palestino y la red Internacional Ciudades y Gobiernos Locales Unidos. La periodista Carmen Rengel, colaboradora habitual del diario El País en la región, denunció en este marco, las presiones a las que son sometidos los periodistas internacionales para que no traspasen la línea roja marcada por Israel.
Es una gran lástima que El País no haya recurrido a su colaboradora en Jerusalén, ponente en la Conferencia Internacional celebrada en Sevilla, entre otras fuentes, para contrastar la versión expuesta por Tarnopolsky sobre el informe publicado por el Centro Simon Wiesenthal. Cierto es que Israel habría perdido la oportunidad de difamar al movimiento de solidaridad con el pueblo palestino y de atacar la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones, que cumple este año su décimo aniversario. Pero nuestros derechos fundamentales, constitucionalmente protegidos, a recibir una información veraz, al honor y la propia imagen, habrían salido ganando. La confianza de la ciudadanía en la independencia de la prensa, también.
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