El
fascismo, al hispánico modo, acabó con la vida de mi bisabuelo Manuel de
la Peña Maestre y de mi tía abuela Isabel de la Peña, destrozó la vida
de mi bisabuela Pilar Piñeiro y de todos sus hijos despojàndolos de
bienes y hacienda y obligándolos a huir muy lejos de su hogar, encarceló
y torturó a mi abuelo Manuel de la Peña hasta que murió de
tuberculosis, encarceló también a mi bisabuelo Atilano Martín y a mi tío
abuelo Fernando Martín, y persiguió sin éxito a mi abuela Carm
en
Martín y a su otro hermano Rafael Martín que consiguieron escapar de
sus garras. El fascismo y sus esbirros provocaron que mi abuela Carmen
perdiera a su segundo hijo tras una paliza de la policía política. Así
que, a mí nadie me venga con teorías rompedoras y posmodernas de pijos
progres que abogan por educar y dialogar con el fascismo, o con sus
aledaños. Los enfants terribles del joven periodismo intelectualoide y
su corte de bienpensantes transgresores no saben que al fascismo no se
le debate, se le combate.
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OTRO ASUNTO. Hoy en Perroflautas del Mundo: Fascismo, la complicidad del silencio, de Rosa María Artal
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