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octubre 21, 2017

Analfabetismo funcional Se trata de idiotizar a las “masas” para convertirlas en inermes y sumisas


Leyendo una entrevista hace unos días a Javier Marías en El País Semanal me hice consciente de una percepción que tengo desde hace unos años; una de esas sensaciones ingratas que se sienten casi de manera inconsciente y que ni siquiera se verbalizan, a modo de tabú autoimpuesto, como queriendo evitar que sean verdad; me alegré infinitamente de que el autor, quien estrena en estos días una nueva novela, pusiera en palabras esa percepción de la que hablo porque, finalmente, nada deja de existir o de ser porque se evite, sino lo contrario. “El mundo es hoy mucho menos inteligente”, afirmó Marías a la periodista que le entrevistaba.
 El mundo es hoy mucho menos inteligente, ésa es la verdad. Por más que no se quiera percibir esta involución social es, en realidad, muy evidente en múltiples facetas y en todos los niveles. La necedad nos rodea. La estupidez se cotiza. La ignorancia hace medrar. La inteligencia es un peligro porque, como siempre han difundido determinados ámbitos, pensar te vuelve tonto, o loco, o te deja tuerto o te llena de espinillas, que cualquier cosa es buena para persuadirnos de abandonar ese mal hábito que perjudica al “poder” y nos aleja del rebaño acrítico y obediente, como dios manda.
Comienza un nuevo curso escolar y, aparte de los millones de euros que se mueven por la compra de libros, uniformes y material de todo tipo, algunos tenemos la sensación de que casi es dinero perdido. Que todo ese embrollo que se organiza todos los septiembres en millones de familias es una parte más de un guiñol organizado y muy bien planificado. Que todo es como una especie de simulacro a través del cual se llega a un acuerdo implícito entre varias partes: El Estado se compromete a simular que “enseña” a sus jóvenes, y a hacer como que no nos damos cuenta de que pagamos todos, en realidad, la enseñanza privada y religiosa en lo que llaman “conciertos”, los jóvenes hacen como que se preparan y adquieren conocimientos que les servirán en su futuro profesional, y los padres se comprometen a aparentar que creen que sus hijos van a formarse y a aprender mucho, y a obviar que saben muy bien que son candidatos firmes a llenar las filas del paro, de puestos profesionales precarios y, lo que es peor, a no poder salir de ese rebaño acrítico del que hablaba.
Se trata de idiotizar a las “masas” para convertirlas en inermes y sumisas a favor del reparto injusto y desigual del bienestar y de la riqueza
La Ley educativa en vigor, Ley Orgánica de Educación LOMCE, aprobada en 2013 sólo con los votos del Partido Popular, es … como es. Mejor no calificarla directamente porque el hecho de que todos los grupos parlamentarios la rechazaran sin excepción la califica directamente. Que sólo la derecha corrupta la votara lo dice prácticamente todo. La cuestión es que en España la Educación es lo más nefasto que podamos imaginar. Han suprimido las Humanidades hasta límites inaceptables. Han restringido la literatura y la filosofía. Han suprimido la música; han privilegiado, como estaba cantado, a la religión. En realidad, es lo de siempre. Se trata de restringir el conocimiento y la sensibilidad a la mayoría a favor de la minoría que ostenta el poder económico. Se trata de idiotizar a las “masas” para convertirlas en inermes y sumisas a favor del reparto injusto y desigual del bienestar y de la riqueza. De eso se trata, en esencia, la teoría económica neoliberal.
De tal manera, en la era de la comunicación global, en la era en que se tiene acceso inmediato a la información, el analfabetismo no ha desaparecido sino que, probablemente, en los últimos años ha ido in crescendo. El analfabetismo de hoy es funcional. Un analfabeto en el siglo XXI no es el que no sabe leer ni escribir, sino el que no tiene espíritu crítico y lo suficientemente abierto como para cuestionarse los dogmas o preceptos aprendidos. La educación debe enseñarnos a pensar, no a obedecer, como decía Paulo Freire. Enseñar a obedecer es adoctrinar y aborregar. Lo dice también claramente el psicólogo y profesor Herbert Gerjuoy cuando afirma que los analfabetos del siglo XXI no son los que no saben leer ni escribir, sino aquellos que no saben aprender, desaprender y reaprender la realidad. Y hay mucho que desaprender y que reaprender en  la realidad que nos rodea.
Dedico esta reflexión a los miembros de mi familia que dedicaron su vida a la enseñanza, especialmente a mi abuelo y a mi bisabuela, a pesar de aquellas “Recitaciones escolares” y “La niña hacendosa” que marcaron  a fuego durante muchas décadas el adoctrinamiento en la escuela española.
Coral Bravo es Doctora en Filología
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OTRO ASUNTO en Perroflautas del Mundo: Concentración 22 Oct. 19h. en Sol. Marchas de la Dignidad con Cataluña

 

 

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