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mayo 25, 2018

M. Rajoy es un inútil, un mentiroso, un soso, pero no es gilipollas, de Javier Nix Calderón

Javier Nix Calderón ·   24/5/2018
M. Rajoy es un inútil, un mentiroso, un soso, pero no es gilipollas. El Partido Popular es una banda de ladrones, un aquelarre de engominados y señoras con la permanente hecha, pero como partido político está a años luz de los otros. Su maquinaria está perfectamente engrasada. Su aparato propagandístico es infinito. M. Rajoy es un experto en manejar los tiempos en política. Veamos: la sentencia sobre la trama Gürtel ha salido hoy, pero AYER obtuvieron los apoyos necesarios para sacar adelante los presupuestos. Todo el mundo sabía que las penas de cárcel contra los miembros de la trama corrupta iban a ser ejemplares. Se ha demostrado, por activa y por pasiva, que el PP se financió con dinero negro para realizar campañas electorales, reformas en su sede y para dar sobresueldos a sus dirigentes. Esto se sabe desde hace tiempo. Se sabía hace dos años, antes de las elecciones generales en las que volvieron a ganar, de la misma forma que se sabe hoy. M. Rajoy es consciente de que en un año la corrupción de la trama Gürtel estará enterrada bajo nuevos escándalos de otros partidos, bajo toneladas de discusiones sobre la incoherencia de la izquierda y el miedo a los cambios de un país instalado en el más sangrante franquismo sociológico. Al votante del PP la corrupción le importa un carajo. La resiliencia del votante del PP es tan infinita como la desvergüenza de sus dirigentes. ¿Por qué? Porque al votante pepero no le preocupa que roben, que saqueen o que hayan parasitado las instituciones para forrarse. El votante del PP considera que la política es así, que los políticos roban. El votante del PP es un ciudadano conservador y algo nihilista, con poca o ninguna esperanza en la capacidad regeneradora de la política.
M. Rajoy da por perdidos los gobiernos de varias comunidades autónomas de España. Lo tienen más que asumido. Pero no está muerto. El PP es un Frankenstein político que sigue caminando, a pesar de las innumerables heridas, espoleado por varios millones de incondicionales que observan con pavor a los partidos políticos de izquierda y con condescendencia a Ciudadanos. Esperad a que se calmen las aguas y les veréis sacar su patrioterismo de bar y pulsera, su visión monolítica de España y sus datos macroeconómicos de la falsa recuperación. Barrerán la Meseta, de norte a sur, con sus bulldozers lingüísticos, con sus famosos “bite sounds”: Venezuela, ruptura de España, comunismo, Cataluña. El nacionalismo españolista de Albert Rivera, tan pueril y sonrojante, les hace cosquillas, igual que la moción de censura que el PSOE presentará mañana. Son el partido del gobierno. Han resistido el tsunami de la corrupción y no se han ahogado. Tomarán aire en estos dos años, se llenarán de cínica autosuficiencia y pondrán la rueda del miedo a girar de nuevo. ¿Qué es lo peor que puede pasarles? ¿Tener que gobernar con Ciudadanos? No es un problema real para ellos. Mezclarán el azul con el naranja y saldrá un color marrón mierda maravilloso. Untarán este país con ese asqueroso color, pero lo taparán con el rojigualda de la bandera y nadie verá nada. Olerá, por supuesto. El olor a mierda se propagará por nuestra piel de toro como la Peste Negra por Europa. Pero no importa. España ha demostrado tener estómago para eso y más.
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