La
memoria histórica también tiene que ver con decir la verdad sobre los
mártires del nacionalcatolicismo. Uno de ellos, Ramiro de Maeztu ya en
1931 abogaba por la instauración de una «monarquía militar» con el
monarca como dictador. Tras la huelga revolucionaria de octubre de 1934
exacerbó todavía más sus posiciones contrarrevolucionarias y abogó por
llevar a cabo una represión ejemplar que dejara a España pacificada «por
una o dos generaciones». Su doctrina de la Hispanida
d,
un mundo espiritual que uniría a España y a sus antiguas colonias por
medio del idioma español y la religión católica, constituyó una de las
herramientas ideológicas de la derecha antirrepublicana y el
franquismo.Los enemigos de la República empujaron un caída violenta de
ésta, pero luego cuando , como decía mi abuela," nos envolvieron a
todos en una espiral de horror en la que había que luchar para
sobrevivir", ellos fueron los mártires y los demás los huesos
abandonados y los condenados por sedición y rebelión.Para ellos las
calles y los honores, y para los que defendieron la legalidad
republicana el escarmiento y la difamación. Pues llamar a esta gente
fascistas y traidores al pueblo y a la República también es memoria
histórica. Que ya va siendo hora.
Marisa Peña, Enredando memoria.
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