Ante las frustraciones, ella se autoculpaba, se deprimía y allí quedaba estancada.
Por contra, él ante lo que le contrariaba se revolvía, sacaba toda la furia que contenía, se descargaba.
Así fue desde el principio de su relación convivencial y así seguía siendo.
Nadie cambia a nadie y nadie cambia si no tiene conciencia de su necesidad.
Así somos, algunos. Así nos movemos. Así sobrevivimos.
PAQUITA, a 27 de junio de 2019
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