Grandes
multinacionales y grandes superficies cultivan de forma intensiva,
muchas veces en régimen de arrendamiento, el Campo de Cartagena. El
margen de ganancia es alto pero también lo es
el coste estimado de las medidas para acabar con el daño
provocado al Mar Menor.
Por Antonio Delgado y Ana Tudela OCTUBRE 2019 El Campo de Cartagena es una gigantesca
máquina de regadío operada por agricultores, cooperativas y cada vez más
por grandes empresas, multinacionales de capital extranjero o directamente por las grandes superficies comerciales, que cultivan
la tierra en propiedad o en régimen de arrendamiento a propietarios de menor tamaño.
Es un sector que lleva potenciándose desde hace un siglo por
su capacidad exportadora, al que se obligó a convertirse al regadío y
que ha logrado hacer del sureste español la huerta de Europa, con un
margen de beneficio en la Cuenca del Segura de más de 900 millones
de euros y más de 100.000 empleos directos asociados. Su
capacidad de ejercer presión está fuertemente ligada a esas cifras.Al principio de cada temporada, se pactan férreos contratos de suministro para garantizar que la lechuga roble, la iceberg o el brócoli estén en su estantería en el lineal de los supermercados cada mañana de cada día de cada semana del año en Peñíscola, San Fernando de Henares o Portsmouth.
Cuando
se trata de grandes grupos, estos controlan toda la cadena, desde la
provisión de las semillas, la producción hortofrutícola en sí, el
envasado y la comercialización, en un
esquema similar al de las macrogranjas de porcino. (...)
La prueba del cambio en el tipo de explotación se ve desde el cielo,
en las imágenes de satélite de los últimos 35 años recogidas en dos
informes de la Oficina de Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente del
Gobierno de la Región de
Murcia, aportados a petición de la Fiscalía en el proceso
judicial contra las inundaciones de 2015 en la urbanización Mar de
Cristal-La Loma y el Camping Villas Caravaning La Manga, provocadas
presuntamente por cambios operados en el
terreno desde 2011 por el regadío intensivo.
Dichos informes, a los que ha tenido acceso DATADISTA, afirman que en las últimas tres décadas se ha dado un proceso global destinado a “intensificar el cultivo, aumentar el regadío,
homogeneizar el espacio e instalar
infraestructuras nuevas” en terrenos en este caso situados al
sur del Mar Menor. No ha sido un proceso lineal. Hay dos momentos clave:
1997, cuando el secano se sustituye por el regadío, se modifica
la parcelación, eliminando en
parte la estructura bancalizada de terrazas que retenía el
agua en la plantación, y los recintos se hacen más grandes y uniformes;
y 2011, cuando las unidades de explotación se hacen aún más grandes y
se eliminan por completo los
restos de las terrazas, se planta a favor de pendiente y se
ponen en cultivo zonas que anteriormente tenían vegetación forestal. (...)
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