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noviembre 06, 2020

Iris Murdoch: ‘El sueño de Bruno’

Fernando Broncano R   ctxt.es   Ignacio Echevarría  25/08/2020

El gran Ignacio Echevarría, mi crítico literario de cabecera, cuyos artículos suelen presentar la obra completa de alguien, en este artículo lo hace con  Iris Murdoch, la novelista y filósofa que ya nadie lee, pero que sigue siendo una de mis autoras preferidas. Todavía no me he recuperado del trauma de haber propuesto la lectura de Harry y Cato, en un seminario que llevamos desde hace años de filosofía y literatura. Todos se horrorizaron de la novela, quizás, casi seguro, porque trataba los escrúpulos religiosos de dos personajes (Murdoch era atea) y de las traiciones amorosas (Murdoch, como se sabrá seguramente, era sexualmente muy promiscua con o sin consentimiento de su marido). Los personajes de Murdoch siempre son tratados con una mezcla de cariño e ironía. Los construye como lo haría un psicoanalista, mostrando en sus discursos cuán llenos de autoengaños y de confusión estamos en nuestra vida cotidiana. En el trasfondo de sus novelas está  Henry James, pero, a diferencia de aquél, Murdoch es una profundísima filósofa. Fue la introductora en la Inglaterra del giro lingüístico y la filosofía oxoniense de Jean-Paul Sartre y de  Simone Weil . Como Weil, fue platónica en un tiempo en que todo el mundo era más o menos kantiano o postkantiano. Toda su filosofía está centrada en plantear la soberanía de lo que habría que hacer o lo que habría que haber hecho en lugar de las torpes decisiones que tomamos en la vida. Una década después, los filósofos franceses (en masculino) hablarían de la muerte del sujeto (aunque siempre con un ego enorme y un lenguaje aseverativo y sin dudar jamás de su verdad). Quizás por eso ya nadie lee a una novelista cuyos personajes están llenos de ansiedades, contradicciones y cuyas vidas cómicas inspiran la sonrisa. Nadie ha explicado mejor cuán llena de túneles está la fábrica del yo. Ella lo sabía muy bien.
 
La primera novela de madurez, o mejor dicho, de plenitud de la autora ilustra a la perfección su arte narrativo, en el que todo, absolutamente todo, es posible 
 

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