EL TRASTERO DE LA IMAGINACION 8/4/2021
Un fiscal, Eduardo, en un juicio por violación en grupo a una joven, interroga con tal falta de empatía, y por ende de profesionalidad, a la víctima que la convierte en algo así como parte del grupo de culpables. Doble víctima pues. Las preguntas, en la forma y en el fondo, son hirientes y cuestionan la propia violencia. Como si estar contra tu voluntad en una nave, desnuda contra tu voluntad, penetrada contra tu voluntad... no fuera ya violencia suficiente. Que por qué no gritó. Que por qué no llamó al timbre. Y a mí se me ocurre una cosa. Ya que en la facultad no se enseña la empatía y de serie venimos muy limitaditos, el desgraciado, digo, el señor fiscal, podría acudir a una nave industrial abandonada a ser sodomizado por seis mastodontes (voluntarios no iban a faltar...) y así, comprobar en primera persona, por qué la niña no tocó el timbre, porqué no se pudo escapar de una habitación sin puertas, por qué no gritó...Algunos medicamentos, para mejorar su eficacia, son dispensados por vía anal, quizá la empatía, en según que casos, debería prescribirse del mismo modo.
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