15/11/21
Antonio Larrey LázaroEL TRASTERO DE LA IMAGINACION
EGOLATROCINIO:
Me gusta el "palabro" que me he inventado. ¿Sabéis dónde? Quizá muchos, o la mayoría lo conocéis: el parque de los Castillos (Alcorcón). Es un parque urbano bastante conocido en la ciudad del sur madrileño. Debe presidir no pocas casas con una foto de boda. Lo más característico, lo que lo define sobre otros parques, es la edificación que le da nombre, los castillos de estilo sajón que mandó construir el conocido como Marques de Valderas, a principios del siglo pasado.
El caso es que este parque, de una extensión razonable y un uso incuestionable, fue mancillado por la egolatría de un mandatario, un alcalde con ínfulas de grandeza, aprendiz de faraón, que a lomos de una corrupción generalizada, cuando parecía que el dinero público brotaba de las alcantarillas, decidió inventarse un inútil espacio público para homenajear al circo. Ese espacio, casi una década después, no solo es inútil, yermo, sin más uso que servir de ejemplo, sino que ha roto, y para siempre, la simetría del parque, ocupando un tercio del terreno. Para más escarnio de la ciudadanía, ahora, sin oficio ni beneficio, es un monumento de ladrillo a la inutilidad y la inoperancia pública. Su mantenimiento, costoso, lacerante y humillante, es la punta del iceberg de una época que, partidos mediante, no somos capaz de quitarnos de encima. Sigue oliendo a mierda que apesta.
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PERROFLAUTAS del MUNDO: Eucaristía: foto
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