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abril 16, 2023

Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano, de Lucio Martinez Pereda

 10/4/23

CONVERSACIONSOBREHISTORIA.INFO

Lucio Martinez PeredaHistoria 20-21: Contemporánea, del Tiempo Presente, Actual.

…y si la República se pone frente a Dios, tanto peor para la República. (…) ¿Que la religión católica es enemiga del socialismo y del comunismo? ¡Naturalmente!
¿Cómo va a aceptar doctrinas bárbaras que tratan de volver al hombre civilizado a la época cuaternaria, que son opuestas a la naturaleza humana, a la razón, al buen sentido, que están plagadas de errores doctrinarios, económicos y jurídicos?

Anónimo, “Retablillos de los pueblos”,
La Unión, 2 de marzo de 1932, citado en F. Espinosa, Contra la República. Los «sucesos de Almonte» de 1932. Laicismo, integrismo católico y reforma agraria. Sevilla, Acongagua, 2012.

El motín proclerical de Almonte (Huelva), donde está enclavado el Coto de Doñana, confirma esta opinión si ampliamos el foco de lo religioso y nos fijamos en el nuevo poder municipal que había iniciado un proceso de revisión de los terrenos comunales, utilizados caciquilmente, para conseguir  recursos contra el paro y la revisión del catastro de la propiedad rústica que pudiera desarrollar  el proyecto de reforma agraria. Al mismo tiempo el 28 de febrero de 1932 por la tarde, se tomó la decisión, aprobada en octubre, de quitar el azulejo de la Virgen del Rocío y el cuadro del Corazón de Jesús que presidían el ayuntamiento almonteño, colocadas allí por el alcalde y gran propietario  José María Reales en 1926 como testimoniaba una placa. Según ha investigado Espinosa en el libro citado de “los sucesos de Almonte”    no es que “el pueblo” se levantara  sino lo que se produjo fue más bien un movimiento organizado (a la cabeza iba el testaferro de J. Mª Reales) que consistió en tomar el Ayuntamiento, del que fueron expulsados todos los funcionarios y cuyas llaves pasaron a manos de los amotinados, arrebatarle los atributos de mando al alcalde y registrar la casa para apropiarse de las posibles imágenes de la Virgen del Rocío que hubiera.

Las procesiones de desagravio dieron como  resultado un alcalde humillado y huido, el ayuntamiento tomado y el cura, traído a hombros a la plaza,  convertido en oráculo. Para cerrar el círculo faltaba, al final, la intervención  del ex alcalde monárquico, gran propietario y rociero de pro José María Reales. “El mundo almonteño ha vuelto al orden natural; la pesadilla ha terminado” sentencia F. Espinosa. El azulejo de la imagen en su sitio. Los maestros a petición del vecindario volvieron a colocar los Crucifijos en las Escuelas…  el día 29 Jose Mª Reales, Acevedo y otros abren sus bodegas a la gente: vino gratis para todos.

Este tipo de conflictividad se incrementaba en las celebraciones de Semana Santa que se prestaban a ser empleadas en las campañas antirrepublicanas para activar la idea de persecución llevada a cabo por enemigos históricos de la Fe. Las procesiones se convirtieron en la ocasión de crear lazos comunitarios en torno a esta narrativa victimista y articular una comunidad emocional de individuos vinculados por los lazos de un sentimiento de ultraje a la religión.

La estrategia de la derecha española fue variada durante la República y pudo manipular a las cofradías para impedir la celebración de la Semana Santa y -al culpabilizar a las autoridades republicanas- hacerse eco  del victimismo. Esta propaganda, especialmente intensa en Andalucía y Castilla y León, se convirtió  un elemento propagandístico importante para conseguir la victoria en las elecciones de 1933. En este objetivo no sólo intervinieron las cofradías dirigidas por consiliarios de la iglesia, sino también los sacerdotes en sus homilías dominicales, el amplio tejido de asociaciones religiosas seglares, la Asociación Nacional de Propagandistas Católicos, las Asociaciones de Padres Católicos, la prensa controlada por la Iglesia, y los propios prelados católicos.[1]

Hubo una utilización política de las hermandades, a las que usaron como arma de conspiración contra la República (…) La derecha no dudó en instrumentalizar y rentabilizar políticamente el tema de la Semana Santa”, sobre todo en 1933, señalaba días atrás en Diario.es L. Álvarez Rey (...)
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