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enero 22, 2024

CTXT. Héroes, villanos y oportunistas en la cumbre del clima de Dubai, de Javier Andaluz Prieto

 Javier Andaluz Prieto 27/12/2023

Para los países pequeños, estas reuniones son el único altavoz del que disponen para enfrentarse cara a cara con las grandes potencias globales y que sus opiniones sean tenidas en cuenta  

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Hace unos días concluyó la COP28 en Dubái, una cumbre más en la que los exiguos avances siguen lejos de hacer frente a la auténtica emergencia climática que vivimos. Aunque por fin, tras 28 años de negociaciones, se reconoce la necesidad de deshacernos de los combustibles fósiles, el resultado no deja de ser amargo, especialmente por la inclusión de falsas soluciones como la energía nuclear, la captura de carbono o la inclusión del gas como combustible alternativo, todas estas tecnologías demasiado caras y peligrosas.

El mejor resumen de esta cumbre está probablemente en los últimos movimientos del plenario final, cuando Al-Jaber, presidente de la COP28 y CEO de la petrolera ADNOC, se apresuró a aprobar el documento final sin que todos los países estuvieran presentes. Entre los ausentes, los representantes de los pequeños Estados insulares, quienes afearon la conducta del presidente por excluir a casi 39 pequeños Estados muy vulnerables. Samoa, en representación de estas islas, se quejó de que el consenso alcanzado seguía lejos de las acciones necesarias, y mostraba que, a pesar de los avances en el reconocimiento de las indicaciones de la ciencia en esta COP28, el resultado final no es suficiente para garantizar el objetivo de 1,5ºC.

El papel de estos pequeños Estados siempre ha sido relevante. Sus posiciones han venido subrayando que, para estos pueblos, la lucha climática es cuestión de supervivencia. Así, siempre han manifestado que no pueden volver a sus territorios con más tiempo perdido. Para ellos, estas cumbres son el único altavoz real del que disponen para enfrentarse cara a cara con las grandes potencias globales y que sus opiniones sean tenidas en cuenta.

Este grupo representa mejor que nadie la urgencia del reto y lo caro que resultará seguir atascados en un pelea permanente entre quienes no quieren hacer nada, los que solo quieren la reducción de emisiones y aquellos que solo buscan fondos climáticos. Este marco de competencia entre países es, cuanto menos, desesperante, ya que cumbre tras cumbre se repite el enfrentamiento entre la financiación y la mitigación que impide avanzar con la velocidad necesaria.

Un dilema falaz, ya que avanzar en ambos elementos es la única respuesta posible. Un buen ejemplo son las palabras de la ministra de Medio Ambiente de Colombia, que, en uno de los plenarios, expresaba su disposición de acabar con  los combustibles fósiles, pero siempre y cuando se dieran las condiciones necesarias. Unas condiciones que dependen del hecho de que una posible reducción de las exportaciones de Colombia tendría la consecuencia inmediata de la devaluación de su moneda, un lujo que no se podían permitir si querían erradicar la pobreza. Esta intervención mostró con claridad el problema de una estructura financiera internacional donde muchos países dependen de la explotación de los combustibles fósiles para mantener sus economías, y para pagar una deuda ilegítima y odiosa. Esta realidad es recogida por primera vez en el texto de una cumbre climática, reconociéndose que la lucha climática no debe generar deuda a los países, aunque desgraciadamente se deje en manos de algunas instituciones como el Banco Mundial una reforma fiscal que palie los problemas que estas mismas han generado (...)

Si bien es cierto que en la lucha climática es preciso establecer diferencias según las capacidades de los distintos países, de forma que reduzcan primero los mayores responsables de la crisis climática, esto no puede servir de pretexto para evitar que el mundo avance hacia la descarbonización. En esta cumbre se ha visto cómo cada vez más se utiliza la desigualdad como excusa para bloquear la ambición. De hecho, han sido muchos los países que intentan instrumentalizar los principios de responsabilidades diferenciadas para continuar ad infinitum con las exportaciones de combustibles fósiles, como así defiende Bolivia reiteradamente.(...)

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