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marzo 31, 2024

La tragedia ignorada de la destrucción del bosque boliviano, de VV.AA.

 8 MAR 2024

Jan Hanspach - Stefan Ortiz - Alcides Vadillo - Camila Benavides-Frías - Isabel Díaz-Reviriego - Simar Muiba

Universidad Leuphana de Luneburgo,(Alemania) Fundación TIERRA, (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia)  

La deforestación y los incendios forestales están acabando con la Chiquitanía (departamento de Santa Cruz, Bolivia), que alberga al bosque seco tropical hasta ahora mejor conservado del mundo

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Panorámica del proceso de deforestación en el bosque seco chiquitano JAN HANSPACH


La devastación de la Chiquitanía no ha logrado llamar suficiente atención internacional, a diferencia de sus regiones vecinas que sufren tragedias similares. Se trata de una ecorregión que conecta ecológica y socialmente al Chaco hacia el sur, a la Amazonía al norte, y al Pantanal al este. Cubre 25 millones de hectáreas, de las cuales 16 millones están en Bolivia y el resto en el oeste de Brasil y en el norte de Paraguay (FCBC). Sus ríos nutren a las cuencas del Amazonas y del río de la Plata (Vides-Almonacid, Reichle y Padilla, 2007).

Esto a pesar de que el futuro de la Amazonía, del Pantanal y del Chaco está entrelazado con el de la Chiquitanía, ya que varias especies transitan entre estas regiones. Los bosques, cerrados, chacos y sabanas de la Chiquitanía, y las formas de vida de sus pueblos indígenas y originarios como los chiquitanos, ayoreos y guaraníes, están siendo reemplazados rápidamente por los paisajes homogéneos de la soja transgénica y la ganadería.

Las investigaciones de la Fundación TIERRA han evidenciado ampliamente cómo la expansión de la frontera agrícola en la Chiquitanía implica la colonización, el avasallamiento de tierras, la quema y la deforestación de bosques. Según un informe reciente, entre 1990 y 2018, 3,3 millones de hectáreas fueron deforestadas en áreas de expansión de la frontera agrícola situadas mayoritariamente en la Chiquitanía, cerca del 40% de toda la deforestación en Bolivia en ese periodo.

A la par, los incendios han arrasado con grandes áreas, como las más de 4 millones de hectáreas afectadas en Santa Cruz en el año 2019, y entre 2.5 a 3.0 millones de hectáreas entre los años 2020-2023. Muchas de estas tierras tienen vocación forestal, con suelos poco fértiles para la agricultura y lluvias escasas, por lo que su transformación hacia usos agroindustriales es completamente irracional.

A pesar de lo anterior, las alianzas “pragmáticas” entre los gobiernos y los poderes agroindustriales han impulsado, al menos desde el 2013, el desarrollo de las industrias de la soja a costa de la diversidad biocultural de la Chiquitanía. A la vez que los agroindustriales avanzan en su agenda de desmonte y monocultivo, los gobiernos los favorecen con paquetes legales, que hacen la vista gorda ante la deforestación y que impulsan la expansión de la frontera agrícola, mientras aprovechan la oportunidad de asignar tierras fiscales a sectores sociales afines para lograr mayorías políticas en una región históricamente controlada por la oposición.
Como resultado, Bolivia ocupa los primeros puestos en deforestación a nivel mundial, mientras sus gobiernos progresistas invocan los derechos de la Madre Tierra en escenarios internacionales. A su vez, justifican la deforestación “pragmática” con una sospechosa búsqueda de soberanía alimentaria a base de monocultivos a gran escala (...)


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