Hoy, 19 de julio, se cumplen dos años de mi caída.
¡Qué largo y qué corto nos puede parecer el tiempo! el mismo tiempo, visto a través del tiempo.
Ya antes del "accidente" me encontraba mal, mis hormonas neuronales son caprichosas y me juegan malas pasadas una vez sí y otra también. Ellas son así de irreflexivas, actúan con autonomía, olvidando que las consecuencias las pago yo; limitándose -ellas- a esperar tranquilamente -a- que se pase el nublado.
Y me caí... y me hice daño e hice daño. Y desperté a los tres días -comodios-.
Ello no ayudó a mi restablecimiento emocional... pasó el tiempo, pasó un año... y más meses... y no acababa de alcanzar la luz, esa que está al fondo del túnel, según nos recitan los manuales de autoayuda... y algunos iluminados que dicen haberla visto.
Fisicamente quedé mermada ¡lascosascomoson! sometida a distintas intervenciones -a lo largo de los meses- que paliaban el descalabro sufrido. Pero eso no era lo importante, lo importante es cómo te vives y hasta primeros de noviembre pasado no pude decir... me siento bien, realmente bien, me encuentro a gusto dentro de mi piel, tengo perspectiva de las cosas y sé y siento que debo mirar hacia delante, que lo pasado... pasado está.
PAQUITA
Me alegra de que lo hayas superado y de que te encuentres mejor.
ResponderEliminarUn saludo
Me has puesto los pelos de punta, Paquita, por un lado, ¡qué humano tu dolor!, por otro, ¡cuánta esperanza en tus palabras!
ResponderEliminarMuchos tenemos sed de eso precisamente: de esperanza.
Gracias,
Ángeles
(y a quererse mucho, porras¡)
Muchacha, tus textos rezuman optimismo, alegría y espíritu crítico. Todo lo contrario de lo que sucede al que está pachucho.
ResponderEliminarMucha salú y alegría y un abrazo.