Desde que soy madre, este año por primera vez sin hijos en la Primaria, afronto el tema de si jornada continua (solo de mañana) o partida (mañana y tarde), objeto de exhaustivos análisis como este en elDiario.es, como un auténtico dilema personal. Porque la niña que sobrevive en mí ve horripilada que vuelve esa obligatoriedad de tener clases por las tardes impuesta por la presidenta Ayuso, tan adalid ella de la libertad (de beber cervezas y de que los millonarios tributen cada vez menos), e incluso la madre que soy prefiere mil veces las extraescolares deportivas, de idiomas, creativas a las que, convertida en taxista, llevo años llevando a mis hijos. Pero mi situación de privilegio socioeconómico no me impide ver que hay muchas familias, la mayoría, en las que no es planteable que la madre, ¡menos aún el padre!, recorte su jornada laboral verpertina para atender a los críos y puedan pagar actividades y academias privados (...)