abril 15, 2023

Documental "Rocío", de Fernando Ruiz y Ana Vila. Introd. de Pelayo Martín

 11/4/23  

La máxima representación de un pueblo vaciado por completo, mutilado a golpe de hacha, martillo, y paredón... un pueblo que nunca se acercó a la religión sino a la burda idolatría... un pueblo que nunca elije las verdades que le desnudan, y sí las mentiras que lo justifican. https://www.facebook.com/pelayomartin/videos/1422130208539358

Estoy viendo el documental y lo que sí venía denunciando muchos años, el cordobés, Manuel Figueroa, alias Manuel Harazem, en Facebook, fallecido hace tres años, es justo lo mismo que denuncia este documento audiovisual... que las cofradías de las grandes ciudades andaluzas, sobre todo Córdoba, Sevilla y Málaga, se están convirtiendo en nidos de proselitismo de franquistas.

  • Luz Olier
    Estoy viendo el documental. Tremenda Andalucía. Tremendo y retrasado país.
  • Pelayo Martín
    Luego está la historia del mismo documental... otra historia de terror que encuadra perfectamente la obra y su contenido.
  • Pelayo Martín ,prohibida hasta la fecha,en este país no se emite completa.
  • Pelayo Martín
    Hasta 2005 estaba censurada... oficialmente... extraoficialmente la vergüenza continúa.
Cuando quieras hablar de España, cuando quieras definir lo que la compone, lo que aparenta ser y lo que es en realidad... bastará con que hables de "Rocío".
"Rocío" (1980) es un documental dirigido por Fernando Ruiz Vergara... la primera obra cinematográfica secuestrada judicialmente en España tras la aprobación de la Constitución de 1978 y la consiguiente "desaparición" de la censura franquista... el primer documental realizado en España que hizo referencia a los crímenes cometidos por el bando fascista tras el fin de la Guerra Civil Española... pero es, sobre todo lo demás, la muestra material de un sueño convertido en farsa... la representación de esa tragicomedia a la que aún llamamos "transición".
En los primeros minutos, no encontraremos más que un aséptico viaje a través de la historia de España, un ordenado y desapasionado inventario de los hechos y las circunstancias que explican la evolución de la religión católica desde su llegada a la península ibérica. Posteriormente, y tras asegurarse de haber ubicado al espectador, el documental se centra en una de las celebraciones más particulares y conocidas de la tradición católica de España, la romería del Rocío... las poderosas imágenes son las protagonistas a partir de ese momento, las palabras del narrador dejan paso a los gestos, a los personajes, a los susurros y a los gritos, a las sombras y a las luces... pero ocurre que en cuestiones de fe, en cuestiones de conciencia, en cuestiones de memoria... la luz no siempre es bienvenida.
Gracias a esa luz podremos ver cómo entre las sombras de una sacristía, se desmonta pieza a pieza la siniestra imagen de una minúscula virgen, como es despojada de todo adorno hasta quedar reducida a un deforme y ajado maniquí de madera... veremos también los rostros de los devotos que se aferran desesperados a los varales del paso... veremos sus caras de enajenación y locura desde muy cerca... y por última vez (hoy sólo están autorizadas imágenes desde larga distancia).
Almonte es el escenario. Un pequeño pueblo de 22.000 habitantes situado en el sur de Andalucía, el mejor ejemplo y resumen de nosotros mismos, el recordatorio de miserias pasadas y presentes... un rincón de esa vieja España que sobrevive en tanto en cuanto sobreviva la ignorancia y la pobreza, la injusticia y la impunidad, el olvido de una historia a veces negra... y a veces ensangrentada.
Dicen los que le conocieron, que las atribuladas vidas de "Rocío" y su autor caminaron con los mismos pasos, que el joven y polifacético artista que fue Fernando Ruiz no se resignaba a respirar para siempre el espeso aire de aquella dictadura, que por eso abandonó muy pronto su Huelva natal y partió en busca de otras ideas, otros modos.
En 1974 y en compañía de Ana Vila, se enamora de una Lisboa enardecida por la Revolución de los Claveles. Al abrigo de una ciudad donde de pronto todo parece posible, deciden implicarse en la difusión lo prohibido y fundan la cooperativa Centro de Intervenção Cultural (CIC), es para ambos la oportunidad soñada, la posibilidad de difundir ese cine que por comprometido y delator, permanecía amordazado en los sótanos de la censura.
Cuando, no mucho más tarde, la revolución portuguesa queda en menos que nada, ven en la muerte de Franco una segunda oportunidad. Regresan entonces a España, y como tantos otros, pronto quedan presos de esa esperanza de libertad que promete la llegada de la democracia y el final del franquismo. Disponen de algo de dinero ahorrado durante su estancia en Portugal, no mucho, pero lo suficiente como para poder hacer realidad algo que desde siempre ha rondado la cabeza de Fernando, un documental sobre la romería del Rocío.
Tras la muerte de Franco, en los primeros meses de 1976, con unos recursos algo más que precarios, pero con la libertad absoluta que implica el no depender de financiaciones externas, comienzan un concienzudo trabajo de investigación, entrevistas, y documentación que les llevará casi dos años. Desde el principio ya se dejan notar las primeras presiones... advertencias a través de terceras personas, solapadas sugerencias, incluso el presidente de la hermandad Matriz, Santiago Padilla, les hace llegar el mensaje de "tratad al Rocío con el debido respeto". Algo más amenazantes fueron las advertencias del entonces alcalde de Almonte, José Mª Reales Cala, al correrse la voz de que alguien había hecho preguntas a los mayores del pueblo sobre determinados hechos relacionados con la Guerra Civil.
En 1978, cuando el montaje (inicialmente en 16 mm) está ya prácticamente finalizado, Fernando y Ana deciden instalarse en Sevilla, la ciudad andaluza donde más se palpa la euforia de los nuevos tiempos, donde nacen instituciones y organismos públicos como la junta de Andalucía, el entorno ideal donde intentar tomarse revancha de su fracasada experiencia cooperativista... pero como en Portugal, nada es lo que parece, no es libertad todo lo que se respira, ni democracia todo lo que brilla.
Con su documental totalmente terminado comienzan la búsqueda de un distribuidor que se haga cargo de la exhibición de "Rocío". Pasan los meses, y por más que lo intentan, no consiguen más que vagas respuestas, excusas llenas de buenas palabras. Parece haber llegado la hora de la libertad en todo el país... pero siempre que se respete un pacto de silencio no escrito... parece que de repente, las puertas y ventanas se han abierto de golpe... aunque no para todos.
A pesar de todo consiguen encontrar una salida. Vicente A. Pineda (Ecran Distribución), probablemente movido por las cuotas de doblaje y no demasiado interesado en el contenido del documental, acepta firmar un contrato por el que, aún perdiendo todo control sobre "Rocio", se garantiza su paso a 35 mm y la exhibición en varias salas.
Pero la cortina invisible no desaparece, incluso con su ansiado contrato en el bolsillo. las puertas siguen cerradas. No les es posible conseguir que un solo exhibidor ose proyectar "Rocío" en su sala, no hay en toda España quien se atreva a romper una prohibición nunca escrita.
"Ahora ha desaparecido la censura oficial o estatal, pero seguimos contando con otras múltiples censuras, con la censura económica para empezar” declara Fernando Ruiz en una entrevista concedida a un periódico local.

Pelayo Martín
Sólo la insistencia abre una grieta en el muro... el 18 de Julio de 1981, en el cine Astoria de Alicante se presenta "Rocío"... poco antes del estreno, se recibe la noticia de que ha sido seleccionada para participar en el prestigioso Festival de Venecia... la noticia remueve el cieno, y como tantas otras veces, la grieta vuelve a cerrarse... unos días después, el jurado del festival veneciano reconsidera su decisión, y para colmo de vergüenzas, a la versión de "Rocío" que se proyecta en Alicante la han amputado los diez minutos iniciales por orden expresa del distribuidor.
A pesar de todo Fernando no se rinde y persevera en su lucha, tras casi otro año de idas y venidas su documental es seleccionado en el I Festival de Cine Internacional de Sevilla. Ya no parece posible un nuevo paso atrás, las trabas y las presiones de los que mueven los hilos de la industria y la política no han reaccionado a tiempo y "Rocío" se convierte en todo un descubrimiento que no deja de recibir los mejores halagos... y las más oscuras críticas:
“Resulta que íbamos a ver una película del Rocío y nos han largado un mitin político y anticlerical... un ataque, a veces infantil y decididamente panfletario, a instituciones y poderes como la Iglesia, los terratenientes en general, los falangistas, las derechas y, en una palabra, el franquismo”
Roto el cerco, ya no es tan sencillo ocultar lo evidente, y su éxito en Andalucía facilita su estreno en Madrid, en el cine Bellas Artes, al que tal vez atraídos por la polémica y el dejarse ver, acude (ahora sí) en tropel lo más granado de la “intelectualidad andaluza”. Aparecen de pronto como valedores de "Rocío" los Alfonso Guerra, los Antonio Gala, los Fernando Quiñones, y cuantos descubren (por primera vez) las cualidades y la valentía de un documental "sin igual en la historia de la filmografía española"
José María Reales Cala, alcalde de Almonte, el que años antes y apenas comenzado el rodaje ya había advertido de las consecuencias que podría acarrear un tratamiento irrespetuoso de la celebración rociera, también asiste al estreno y hace constar su "inmensa indignación por las importantes y deleznables injurias”
Transcurren unos pocos días sin más noticias del indignado alcalde, hasta que el 23 de febrero de 1981, precisamente el mismo día del (intento) de golpe de estado, los hermanos Reales Cala presentan una querella criminal en la Audiencia Provincial de Sevilla por "injurias graves a la memoria de su padre, José Mª Reales Carrasco, escarnio a la religión católica y ultraje público de las ceremonias en honor a la Virgen del Rocío". La denuncia recae sobre el director Fernando Ruiz Vergara, la guionista Ana Vila, el distribuidor Vicente A. Pineda, y Pedro Gómez Clavijo, el vecino de Almonte entrevistado que cita a José María Reales (padre del entonces alcalde) como uno de caciques responsables de los 100 asesinatos cometidos en el pueblo durante los primeros días de la Guerra Civil.
La cortina se hace visible... más que nunca.
El 8 de abril de 1981 se ordena el secuestro judicial de todas las copias, y en un país donde la censura había quedado abolida cuatro años antes, "Rocío" se convierte en la primera película secuestrada y prohibida. España calla... y mientras tanto... al otro lado del océano... “Film on revelry of church trek banned in Spain” titula The New York Times.
Gracias al recurso presentado ante el juez, se desestima la acusación por escarnio hacia la religión católica y se logra levantar la prohibición en toda España salvo en Sevilla, Cádiz y Huelva... respiro que apenas dura tres días porque el juez, coincidiendo con la celebración de la romería, reconsidera su decisión y prohíbe de manera definitiva toda muestra del documental basándose en el exótico argumento de que “la vivencia de la guerra civil española es tan fuerte que impide considerar los hechos ocurridos en la misma como pertenecientes a la historia”.
En el país de las nuevas maneras y las nuevas palabras, en el reino de las recién estrenadas libertades... salvo algún que otro telegrama y más de un brindis al sol, solamente hubo una respuesta a las reiteradas peticiones de apoyo de Fernando Ruiz... la del Director General de Cinematografía, Matías Vallés, en sus declaraciones a El País: “Esta no es una cuestión cinematográfica”

Pelayo Martín
No bastó con esto, no se conformaban con la victoria sobre Fernando Ruiz y su "Rocío"... derrotado y cautivo... así lo querían...
Un año después, el fiscal del caso y la acusación particular encabezada por el injuriado alcalde Almonte, solicitan un año de prisión para Fernando Ruiz y Ana Vila, y otros cuatro más una indemnización de 26 millones Pedro Gómez Clavijo, el anciano de 75 años que en el documental afirma haber sido testigo de como, durante la represión fascista de agosto de 1936, el cacique del pueblo, miembro de la hermandad rociera, y padre de los querellantes, asesinaba a garrotazos a un campesino sin siquiera bajar de su caballo. De nada sirvió que otras 17 personas de edad avanzada, también testigos del crimen, se presentaran en el juicio para corroborar las palabras del anciano... de nada sirvió que, durante el rodaje se decidiera cubrir el rostro del presunto asesino con una franja negra (la acusación alegó que algunas personas habían reconocido a su padre por su sombrero de ala ancha y porque “lucía un alfiler de corbata de brillantes”)... de nada sirvió apelar al más elemental sentido de la justicia para que esta investigase la veracidad de los hechos antes de condenar a los que declaraban ser testigos de un crimen.
"... en el documental aflora una inoportuna e infeliz recordación de episodios sucedidos antes y después del 18 de julio 1936, en los que se escarnece a uno de los bandos contendientes, olvidando que las guerras civiles, como lucha fraticida que son, dejan una estela o rastro sangriento y de hechos, unas veces heroicos, otras reprobables, que es indispensable inhumar y olvidar si se quiere que los sobrevivientes y las generaciones posteriores a la contienda, convivan pacífica, armónica y conciliadamente, no siendo atinado avivar los rescoldos de esa lucha para despertar rencores, odios y resentimientos adormecidos por el paso del tiempo, sin que, lo dicho, obste a que, relatos rigurosamente históricos, imparciales y no destinados al común de las gentes, hagan honor al adagio De ómnibus aut veritas aut nihil, con una finalidad exclusivamente crítica y científica y de matiz objetivo y testimonial"
Esta es parte de la sentencia con la que año y medio más tarde, el 3 de febrero de 1984, se responde al recurso presentado por Fernando Ruiz... sentencia del Tribunal Supremo a través de su juez Luis Vivas Marzal... juez que sin pudor alguno se declara firme y entusiasta defensor del régimen franquista...
Desde entonces y hasta nuestros días "Rocío" se ha visto relegado al olvido, a ese olvido tan nuestro y tan de esta democracia... al peor de todos los olvidos... al más cínico e hipócrita de los olvidos... a una solitaria y furtiva aparición (convenientemente mutilada y sin advertir de ello al espectador) en un canal de televisión... y por supuesto, en días adecuados y a altas horas de la madrugada.
Se sabe que Fernando Ruiz Vergara nunca volvió a firmar trabajo alguno... se sabe que nunca perdió la esperanza durante su largo y "voluntario" exilio en una aldea portuguesa llamada Escalos de Baixo... se sabe que hasta el mismo día de su muerte, el 12 de Octubre del pasado 2011, mantuvo la esperanza de que su "Rocío" resucitara de entre los muertos... se sabe que Ana Vila reemprendió su propio camino en el mundo de la realización... se sabe que "Rocío" aún vegeta en círculos muy restringidos... se sabe que esa lápida bajo la que descasa continúa de una sola pieza, que sobre ella bailotean los viejos terratenientes, la vieja España, la vieja iglesia, y esa mal llamada nueva izquierda que solo acepta ciertos cambios... los necesarios para que todo siga igual.
Me pregunto...
¿Qué hacía distinto a aquél documental? ¿Qué tocaban Fernando Ruiz y su "Rocio" que no tocaban otras producciones similares, que a pesar de todo, sí han sobrepasado esa cortina de acero y silencio? En aquellos años trabajos como "El proceso de Burgos", o incluso películas como "El crimen de Cuenca" consiguieron ser aceptadas por los verdaderos dueños de España... pero "Rocío" no... por algo será.
¿Y no será que ninguna otra obra profundiza hasta el hueso de este país? ¿No será que los Señores se sienten señalados? ¿No será que los antiguos amos siguen siendo los amos mientras nos hacen creer que una simple transición consiguió doblegarles? ¿No será que el poder, ese poder a prueba de golpes, a prueba de siglos y de urnas colmadas de papeletas? El Gran Poder... sigue sentado allí, tras su ventanuco, contemplándonos desde lo más alto del torreón... y mantiene su lámpara encendida.

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