Cuando el 25 de abril de 1998 la presa reventó, lo que había aguas abajo era ni más ni menos que la marisma de Doñana. La mina de Bolidén en Aznalcóllar estaba enviando una cantidad ingente de lodos tóxicos hacia el parque nacional. Era una emergencia. En las jornadas que siguieron al accidente, las aguas ácidas que discurrían hacia el coto se embalsaron con dos muros construidos de urgencia sobre el curso que desemboca en la marisma. De eso hace 25 años.