julio 18, 2023

CTXT. Señoras, compórtense, de VANESA JIMÉNEZ

 

CTXT. Carta a la comunidad 314 | Vanesa Jiménez

Querida comunidad contextataria:


Leo una tribuna del fundador del diario El País, expresidente de Prisa, miembro de la Real Academia Española y multimillonario en la que sostiene que el PSOE de Pedro Sánchez debería pasar a la oposición para penar sus culpas, que son, fundamentalmente, la política exterior y el Ministerio de Igualdad. El ideólogo del ERTE en El País, que dejó a 129 compañeros en la calle –porque “no podemos seguir viviendo tan bien”, pese a que él había ganado más de 13 millones de euros el año anterior mientras la empresa perdía 451, un gran gestor, como puede observarse–, aseguraba en su artículo que, entre “los desastres” del presidente, “hay que anotar la encomienda de las políticas de igualdad a un par de jóvenes iletradas y chillonas, que han fragmentado el movimiento feminista en perjuicio del mismo”.

 

        Encuentro en Twitter el artículo de un señor, periodista y escritor, publicado en un medio de la Asociación Católica de Propagandistas. El señor en cuestión, que horas antes había colgado un tuit machista y repulsivo [En unas tetas caídas / Moribundas, taciturnas / Feas y desvanecidas / Caben, al menos, cien urnas], escribe: “Para el chochín de Galapagar, todo es anochecer, ocaso y crepúsculo. Quizá, en castigo por no haber cantado jamás y siempre berreado. Un chochín grosero, desencuadernado, villano. A sus espaldas, el grajo y la urraca han terminado con su futuro, ignorantes de que el futuro tampoco se presenta muy brillante y cantarín para la urraca y el grajo. Pájaros y pájaras”. (¿Habrá alguna asociación de la prensa que diga algo? Se admiten apuestas). El autor de esas palabras fue condenado por un delito de injurias graves hacia Corinna Larsen por la publicación del artículo “La profesional”.


        Escucho un fragmento del programa de la reina de Mediaset. Habla el director de un pseudomedio, habitual de la mitad de los platós de este país y no caracterizado precisamente por, digamos, sus modos exquisitos. Sobre Yolanda Díaz: “Yo no comulgo con sus postulados ideológicos, pero tiene otras formas, tiene otro talante, tiene otra forma de tratar, por ejemplo, a los periodistas, a los rivales políticos, es otra historia”.

 

        Me doy un paseo por mis notificaciones de Twitter, que después de mi última columna [“Hermana, yo soy tu manada”] andan muy alborotadas. Me mandan a callar, a fregar y a practicar felaciones. También me llaman tonta, loca y puta.

 

        “Iletradas y chillonas”. “Un chochín grosero, desencuadernado, villano”. “Urraca”. “Tiene otras formas”. Las formas. Nuestras formas. Las que se ven y las que se oyen. Nuestras tetas. Nuestras voces. Y no puedo evitar evocar la Sección Femenina de la Falange, y a su jefa, Pilar Primo de Rivera: “Todos los días deberíamos dar gracias a Dios por habernos privado a la mayoría de las mujeres del don de la palabra, porque si lo tuviéramos, quién sabe si caeríamos en la vanidad de exhibirlo en las plazas”.

 

        El mismo día que me encuentro con todo lo que he narrado, la ONU publica un informe que cae sobre mí como una losa: el 25% de la población mundial ve justificable que un hombre agreda a su esposa.

 

        Las formas, nuestras formas. Nos violan porque nos lo buscamos, a ver qué hacías allí, tan tarde, y con esa ropa, y encima borracha. Nos pegan porque nos lo buscamos, que tu agresor intenta contenerse pero se lo pones muy difícil, que no te callas, y respondes, y él es buen vecino y hombre educado, pero lo vuelves loco. Nos pinchan en los bares porque vamos, sí, y a los festivales, y a todos esos sitios a los que van las que piden guerra. Nos intentan usurpar el terreno del placer porque eso es sujeto del hombre, y de golfas.

 

        El informe de la ONU también se detiene en la política y advierte de que las pocas mujeres que llegan a ser líderes son juzgadas con mucha mayor dureza que sus compañeros. “Desde 1995, el número de mujeres al frente de un Estado o de un gobierno se ha mantenido en el 10 %. Ellas ocupan sólo el 25 % de los escaños parlamentarios y el 22 % de los cargos ministeriales y suelen ser responsables de departamentos de igualdad, infancia, juventud, discapacidad, de medioambiente o de temática social”.

 

        No quiero sumarme a la ingente cantidad de pirómanos y pirómanas empeñados en quemar cualquier opción de apartar a los ultras del gobierno de este país. Creo en un periodismo para el bien común. Y me consta, porque así lo comparto con colegas que trabajan en Francia o Alemania, que en otros países esta profesión tiene interiorizada la lucha contra los discursos de odio que diseminan las distintas ultraderechas. Y que en esos lugares los cordones democráticos en el periodismo son intrínsecos a la profesión. Y que las mentiras se niegan y se confrontan.

 

        Lo que sí me gustaría es reflexionar con vosotras y vosotros sobre el marco en el que nos están encerrando a las mujeres, del que pensábamos que habíamos salido, y al que podríamos ponerle como título “las formas”. Se asemeja bastante a ese ideal falangista de mujer, que no hace aspavientos, habla bajo, es recatada y sonríe, y se aplica fundamentalmente a las mujeres progresistas. Por ejemplo, la trumpista presidenta de Madrid, más chula que un ocho, puede decir lo que quiera y como quiera, porque ella no habla de derechos, y menos de los de las mujeres. O la exportavoz de los ultras en el Congreso, que se despidió desde el atril con palabras de Jose Antonio Primo de Rivera [“A sus órdenes, españoles. Sin novedad en el servicio. Ya hemos alzado la bandera. Ahora toca defenderla con alegría. Desde Andalucía, por Andalucía y por España, ¡viva España!”], pero lo dijo sonriendo y sin elevar el tono.

 

        De nuevo, y de pronto, “las formas” se esgrimen como argumento invalidante del trabajo y esfuerzo de una mujer, de cualquiera, no importa de quién, porque lo que están atacando son nuestros derechos. A ninguno de los tres señores arriba citados sin nombre les gusta escuchar que queremos llegar a casa solas y borrachas, o que la regla a veces nos incapacita, o que el aborto es un derecho de las mujeres, o que las mujeres trans son mujeres, o que el régimen que ellos perpetúan abre una terrible brecha de género en todos y cada uno de los campos de la vida. Ellos nos prefieren sumisas y dóciles. Y a ser posibles guapas, según sus cánones.

 

        Mientras escribo estas líneas, el PP y Vox llegan a un acuerdo para gobernar la Comunidad Valenciana gracias a que el líder de los ultras en ese territorio, condenado por violencia machista, no formará parte del ejecutivo, aunque irá de número uno al Congreso. Cuando ustedes reciban esta carta, la derecha y la ultraderecha habrán acordado el gobierno en alrededor de 135 municipios. En Elche ya ha ocurrido, pese a que el PSOE fue la fuerza más votada. Frente a la ermita Santa Ana de Valverde, el futuro alcalde del PP y su socia de Vox sellaron un acuerdo por el que, entre otras áreas, el partido ultra dirigirá la nueva Concejalía de Familia.

 

        Amigas, somos el primer objetivo de la diana de la derecha más reaccionaria. Feijóo ya es Vox. Se quitó la careta en una entrevista en Onda Cero. “No estamos para esto”, dijo mientras anunciaba que eliminará el Ministerio de Igualdad. El primer dardo está reservado para los derechos de las mujeres.

 

        No sé. Yo tengo ganas de gritar y de tomar las plazas, por más que les pese a tantos y tantas.

 

        Esta campaña electoral, que ya está en marcha, no será fácil. CTXT seguirá defendiendo los derechos humanos por encima de cualquier cosa. Es una batalla en la que sabemos que nos acompañáis, cada una y cada uno desde vuestras posiciones. No está perdido nada. Y aunque las guerras solo se ganan de verdad cuando no vas, en esta tenemos que estar, y unirnos, y sumar, sí. Nos jugamos tanto…

 

        Gracias por estar ahí, 

Vanesa

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