En las paredes de las cuevas de Gargas, en el lado francés de los Pirineos, hay más de doscientas manos humanas “silueteadas” en varios colores. Fueron creadas hace unos 27.000 años, cuando sus autores las pintaron en “negativo”, es decir, colocaron la mano contra la superficie y, mediante una especie de aerógrafo, rociaron el dorso con pigmentos negros, rojos y blancos para dejar la silueta. Las manos aparecen en muchas posiciones y tienen diferentes tamaños; las hay tanto de hombres como de mujeres y hasta de bebés, igual que en otras cuevas del Paleolítico.