diciembre 25, 2023

La eterna lucha del eucalipto, o cómo domar unos cultivos intensivos, de Diego Cobo

 Diego Cobo

Santander —

Durante una excursión por los Dolomitas, a Rainer Maria Rilke le fascinó aquel agreste paisaje, aunque el entusiasmo que sentía al caminar por la montaña se anuló al pensar que el invierno pronto marchitaría la bulliciosa naturaleza. Es probable que el poeta, si paseara hoy entre una masa de espigados eucaliptos, admiraría sus hojas azuladas, palparía alegre la corteza desprendiéndose como papel y se sentiría embriagado por la fragancia mentada de los árboles. Pero también es posible que, al igual que en su paseo junto a Freud —que abundó en la sensación de su amigo para escribir un ensayo sobre la transitoriedad­­—, la melancolía se apoderara de él: esta maraña de ramas, los árboles autóctonos pegando el estirón bajo los eucaliptos y los aromas profundos desaparecerán con la próxima tala.

La industria asociada al eucalipto, esos árboles australianos que dominan tantos montes del norte de España, genera más de ocho millones de euros al año en Cantabria al tiempo que cosecha tanta madera como críticas. Es una cuestión que supura todo tipo de opiniones debido a su condición exótica. “Pero lo importante es demostrar que la mala fama del eucalipto no tiene mucho sentido”, adelanta Carlos Tejedor, presidente de la Asociación Forestal de Cantabria (Aforescan), quien trata de desmontar cada uno de los ataques —empobrecimiento del suelo, mayor riesgo de incendios, incompatibilidad con bosques autóctonos, su condición invasiva— a esta especie venida de otra punta del planeta. La asociación reúne a más de cien propietarios forestales, y eso, en Cantabria, significa hablar de propietarios de eucaliptos, ya que son las plantaciones más rentables.

(...) El rápido crecimiento del eucalipto, de hecho, es el mayor atractivo para un sector que en Cantabria mueve 300.000 metros cúbicos de madera al año. “Tiene sentido plantar eucaliptos cuando se utiliza poca superficie para producir mucha madera”, explica Tejedor. Atendiendo a ese principio, pues, el eucalipto cumple todas las exigencias. Podría parecer que las masas de eucaliptos que se ven desde tierra, mar y aire suponen un gran mordisco de la superficie de Cantabria, cuya superficie forestal (373.793 hectáreas) ocupa el 68% del territorio. Ese paisaje verde y escarlata, alguna vez cubierto de robledales, ha convertido a Cantabria, como al resto de comunidades norteñas, en un lugar idóneo para el desarrollo de la especie: el 21% del territorio forestal de Cantabria con árboles está cubierta de eucalipto. Las especies autóctonas, por su parte, ocupan el 74% de la superficie arbolada.

(...) Porque son cultivos. Si Carlos Tejedor dice que no se puede comparar un bosque con una plantación de eucaliptos, Adolfo del Cerro, profesor del ciclo formativo de Gestión forestal y del medio natural en Cabezón de la Sal, considera que la única semejanza es que ambos son un conjunto de árboles. Nada más. “No podemos comparar un cultivo que tiene una función productora de diez años con una masa forestal de 200 años. No tiene nada que ver”, explica Del Cerro. En sus clases, este profesor de la asignatura de Aprovechamientos Forestales suele explicar que el eucalipto es una especie botánica más. Y en Cantabria, donde tantos montes están tapizados por ella, su peso social y económico es definitivo (...)



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