Constanza Vacas 11/7/2025
Un nuevo hallazgo en este asentamiento arroja luz sobre la idea extendida de que la mayoría de sociedades antiguas eran patrilocales.
Un nuevo estudio de ADN acaba de derribar uno de los grandes mitos sobre la prehistoria: no todas las primeras sociedades humanas estaban dominadas por los hombres. De hecho, en Çatal Hüyük, uno de los asentamientos neolíticos más antiguos y famosos del mundo, los hombres se mudaban a vivir con la familia de sus esposas.
Ubicado en lo que hoy es el sur de Turquía, Çatal Hüyük fue un lugar sorprendentemente complejo para su época. Hace unos 9.000 años, albergaba a unas 8.000 personas en casas construidas codo a codo, sin calles y con entradas por los tejados.
Un nuevo análisis genético de 131 esqueletos hallados en tumbas comunitarias bajo esas viviendas ha revelado un patrón inesperado: quienes compartían tumba rara vez estaban relacionados por el lado paterno, pero sí lo estaban por el lado materno.
ADN ANTIGUO Y ESTRUCTURAS FAMILIARES INESPERADAS
El equipo de investigadores, tras 12 años de análisis de ADN degradado, pudo determinar el sexo de bebés y niños (algo complicado por la falta de rasgos esqueléticos evidentes) y rastrear los linajes familiares a través de las madres. “La identidad familiar pasaba por la línea materna”, explicó la arqueóloga Eline Schotsmans, coautora del estudio. Esto sugiere que la estructura familiar de Çatal Hüyük era matrilocal: los hombres se integraban en el hogar de la mujer tras formar una pareja.
Aunque esto no prueba que existiera un sistema matriarcal —donde las mujeres ejercieran el poder político o religioso— sí obliga a repensar las narrativas sobre la organización social de las primeras comunidades agrícolas.
Además, los hallazgos también muestran un dato revelador: las niñas eran enterradas con cinco veces más objetos funerarios que los niños. Un detalle que puede indicar mayor estatus social o espiritual de las mujeres desde la infancia.
MÁS ALLÁ DEL MITO DEL PATRIARCADO PREHISTÓRICO
Çatal Hüyük fue redescubierto en 1958 por arqueólogos británicos y, desde entonces, ha fascinado a la comunidad científica. Se han encontrado en el yacimiento impresionantes murales, herramientas, armas, esculturas de animales y figuras humanas, incluidas las famosas figuras femeninas que durante décadas alimentaron la idea de una supuesta diosa madre.
El arqueólogo Benjamin Arbuckle, que no participó en la investigación, fue claro: "Si se invirtieran los patrones sexuales, probablemente habría pocas dudas en concluir que las estructuras de poder patriarcales estaban en juego", escribió en un artículo complementario al estudio, publicado en Science. "Esto es un reflejo de la dificultad que muchos académicos tienen para imaginar un mundo caracterizado por un poder femenino sustancial a pesar de la abundante evidencia arqueológica, histórica y etnográfica de que los campos de poder matriarcales estaban y están muy extendidos".
Este hallazgo se suma a una creciente cantidad de evidencias que cuestionan la idea de que las sociedades antiguas siempre estuvieron dominadas por hombres. Al parecer, en muchos rincones del mundo —y en distintas épocas— las mujeres no solo dieron vida, también dieron hogar y estructura a las primeras comunidades humanas.
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