Sat Sanlucar · Asociacion Recuperacion Memoria Historica Aranjuez · 1/7/2019 documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com Tulio Riomesta 15 April, 2017
La
República viene a las aldeas, las más pobres, las más escondidas, las
más abandonadas, a enseñaros lo que no sabéis por estar siempre tan
solos y tan lejos de donde otros aprenden, y a divertiros bit.ly/2Jb7sF9
«Este momento maravilloso de España no
es fruto de unos días. Es la obra de cincuenta años. Cayó como una fruta
madura por un proceso lento y evolutivo determinado por dos fuerzas: la
de aquella disciplina austera e inteligente que impuso a la masa obrera
Pablo Iglesias, y la tenaz de cultura y afinamiento intelectual que
emanaba de la Institución Libre de Enseñanza. Sería insincero no
decirlo». (Cossío, 1931). Si en algo
se caracterizó la II República, además de sus políticas
económico-sociales, fue su empeño en desterrar el analfabetismo y la
incultura de una España atrasadísima y pobre.
Surgió una corriente de pensamiento para la REGENERACIÓN de España en sus aspectos político y económico, cultural y educativo, opuesta a cualquier intento de dogmatismo, defensora de la libertad de cátedra y de conciencia, el libre pensamiento y la formación humanística y científica como motor de desarrollo de un país. La II República rompió con una larguísima deriva histórica de gobiernos involucionistas, católicos y monárquicos. Las Misiones Pedagógicas fueron una experiencia cultural e innovadora sin parangón en la Europa del siglo XX. Su director intelectual, Manuel Bartolomé Cossío, consideraba indisoluble la unión entre cultura y justicia social. Comenzó a desarrollarse un ambicioso plan de alfabetización, educación y política científica en las aldeas y zonas rurales, reconocido en la Constitución de 1931, creando escuelas allí donde no existían, bibliotecas, casas del pueblo, centros culturales, donde se impartían clases y se realizaban actividades musicales, literarias, teatrales, culturales de todo tipo.
“¿Dónde, si no es en la escuela, podrá enterarse el niño, con fundamento, de sus derechos naturales, de sus derechos como ciudadano, del régimen de los poderes públicos en su patria y por dónde, si no es por este camino, ha de llegar algún día a ejercer aquellos derechos con conciencia, a estimarse a sí propio, y a dejar de ser un ciego instrumento, como lo es ahora, en las manos de cualquier intrigante que lo explota para alcanzar sus fines?”. Tanto la Institución Libre de Enseñanza, como la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, vivieron un renacer de su original misión. Se buscaba un nuevo concepto de aprendizaje. El propósito de las Misiones no sólo se centraba en acabar con el analfabetismo en España, pretendía también despertar el interés por la lectura y la cultura y crear así un hábito que se mantuviese firme al término de las misiones.
“No venimos a pediros nada, venimos a daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante de pueblo en pueblo donde no hay libros de matrícula, no hay que aprender con lágrimas, no se pondrá a nadie de rodillas. El Gobierno de la República nos ha dicho que vengamos a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas, a las más abandonadas, que vengamos a enseñaros algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie, hasta ahora, ha venido a enseñároslo, y que vengamos lo primero, a divertiros”.
Entre 1931 y 1936, la labor del Patronato llegó a cerca de 7.000 pueblos y aldeas. Se han podido documentar 196 circuitos de Misiones Pedagógicas, en las que participaron en torno a 600 misioneros. Hasta el 31 de marzo de 1937, se repartieron 5.522 bibliotecas, que en conjunto sumaban más de 600.000 libros. El Teatro y Coro realizaron 286 actuaciones, y las Exposiciones Circulantes de Pintura pudieron verse en 179 localidades. Para los hacedores de la República, el libro, la lectura y las bibliotecas, eran junto con las escuelas, las herramientas principales para desarrollar un vigoroso programa de regeneración nacional (...)
Surgió una corriente de pensamiento para la REGENERACIÓN de España en sus aspectos político y económico, cultural y educativo, opuesta a cualquier intento de dogmatismo, defensora de la libertad de cátedra y de conciencia, el libre pensamiento y la formación humanística y científica como motor de desarrollo de un país. La II República rompió con una larguísima deriva histórica de gobiernos involucionistas, católicos y monárquicos. Las Misiones Pedagógicas fueron una experiencia cultural e innovadora sin parangón en la Europa del siglo XX. Su director intelectual, Manuel Bartolomé Cossío, consideraba indisoluble la unión entre cultura y justicia social. Comenzó a desarrollarse un ambicioso plan de alfabetización, educación y política científica en las aldeas y zonas rurales, reconocido en la Constitución de 1931, creando escuelas allí donde no existían, bibliotecas, casas del pueblo, centros culturales, donde se impartían clases y se realizaban actividades musicales, literarias, teatrales, culturales de todo tipo.
“¿Dónde, si no es en la escuela, podrá enterarse el niño, con fundamento, de sus derechos naturales, de sus derechos como ciudadano, del régimen de los poderes públicos en su patria y por dónde, si no es por este camino, ha de llegar algún día a ejercer aquellos derechos con conciencia, a estimarse a sí propio, y a dejar de ser un ciego instrumento, como lo es ahora, en las manos de cualquier intrigante que lo explota para alcanzar sus fines?”. Tanto la Institución Libre de Enseñanza, como la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, vivieron un renacer de su original misión. Se buscaba un nuevo concepto de aprendizaje. El propósito de las Misiones no sólo se centraba en acabar con el analfabetismo en España, pretendía también despertar el interés por la lectura y la cultura y crear así un hábito que se mantuviese firme al término de las misiones.
“No venimos a pediros nada, venimos a daros de balde algunas cosas. Somos una escuela ambulante de pueblo en pueblo donde no hay libros de matrícula, no hay que aprender con lágrimas, no se pondrá a nadie de rodillas. El Gobierno de la República nos ha dicho que vengamos a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas, a las más abandonadas, que vengamos a enseñaros algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie, hasta ahora, ha venido a enseñároslo, y que vengamos lo primero, a divertiros”.
Entre 1931 y 1936, la labor del Patronato llegó a cerca de 7.000 pueblos y aldeas. Se han podido documentar 196 circuitos de Misiones Pedagógicas, en las que participaron en torno a 600 misioneros. Hasta el 31 de marzo de 1937, se repartieron 5.522 bibliotecas, que en conjunto sumaban más de 600.000 libros. El Teatro y Coro realizaron 286 actuaciones, y las Exposiciones Circulantes de Pintura pudieron verse en 179 localidades. Para los hacedores de la República, el libro, la lectura y las bibliotecas, eran junto con las escuelas, las herramientas principales para desarrollar un vigoroso programa de regeneración nacional (...)