El barrio madrileño de Moratalaz despide a Inmaculada Hernández
Beltrán, fallecida por coronavirus, que estuvo 30 años implicada en
medicina de familia y luchas por la sanidad pública.
La mañana
del martes 11 de mayo el Centro de Salud de Pavones, situado en el
barrio de Moratalaz, amaneció con una pancarta que rezaba
“Siempre con
la sanidad pública. Gracias por vuestra labor. En las malas os recortan.
En las buenas os suplican. Gracias Inma”.
Inmaculada Hernández
Beltrán falleció por covid-19 a los 60 años. Llevaba más de 30 años
implicada en la medicina de familia, de los cuales, los 10 últimos los
había pasado en el CS Pavones. La pancarta había sido elaborada por el
colectivo de jóvenes del barrio, Moratalaz Distrito-14.
“No
queríamos involucrarnos demasiado por el tema del respeto a la familia y
al resto de los compañeros de Inma”, señalan desde el colectivo.
“Por
lo que sabíamos los que la conocíamos y por lo que luego nos han ido
contando otra gente, ella era una defensora de la sanidad pública
universal, que es más importante ahora que nunca. Creemos que era
importante no solo darle las gracias a Inma y ya está, sino mostrar el
apoyo de todo el barrio y seguir con sus reivindicaciones”.
En el
Centro de Salud de Arroyo de la Media Legua, vecino al de Pavones, que
también atiende en Moratalaz, donde previamente trabajó veinte años en
medicina de atención primaria, sus compañeras coinciden en señalarla
como incansable luchadora.
Leonor Gonzalez Galán, la directora
del centro, compañera y amiga de Inma, relata que “siempre se orientó
hacia los pacientes y los compañeros, pero también se interesó por la
propia gestión de los centros y la organización de la atención primaria,
aunque nunca desde el punto de vista institucional”. “Era por si tenía
que decirle a alguien cuatro cosas a la cara, porque no se cortaba un
pelo”, bromea otra compañera.
Además de ejercer su labor como
médica de atención primaria, desempeñó labores de docencia con
residentes y mediante sesiones clínicas a sus compañeros. Colaboraba con
la Fundación IO One Health para Enfermedades Tropicales y participó
activamente con los sindicatos para luchar por sus condiciones de
trabajo, así como en prevención de riesgos laborales, según recuerdan
sus compañeras.
“Fue muy activa en la coordinadora de equipos que
se gestó cuando
tuvimos que defender la sanidad pública desde los
centros de salud contra la externalización que quería llevar a cabo la
Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y en la organización de
las mareas”, añade González Galán. Ciertamente, en la mayoría de fotos
que comparten sus compañeros en vídeos a través de las redes, aparece
junto a pancartas en defensa de la sanidad pública.
“Inmaculada
tenía un problema pulmonar que la hacía muy vulnerable al Covid-19.
Tanto su neumólogo, como su familia, amigos o su médica de cabecera, que
era yo, le dijimos que no debía estar trabajando por el alto riesgo que
conllevaba”, comenta María Jesús López Barroso, compañera del centro de
Arroyo de la Media Legua. Los primeros días consiguieron que Inmaculada
cogiese su baja laboral por riesgo, como tantas otras profesionales.
“Pero a los cuatro días me llama y me dice que le dé el alta, que ella
no podía estar en su casa mientras todos ayudábamos contra la pandemia”.
Entre todos decidieron que podría atender las llamadas telefónicas, que
era uno de los puestos de menor riesgo. “En atención primaria ha sido
muy importante atender las llamadas para no saturar más los centros.
Pero, a medida que iba pasando el tiempo y esto cada vez nos desbordaba
más, nos dimos cuenta de que ni siquiera en la consulta telefónica había
menos riesgo.
Compartíamos un montón de espacios. El virus está por
todos lados”, señala López Barroso.
Las compañeras volvieron a la
carga para pedirle que se quedase en casa. “Ella al final accedió, creo
que porque sabía que no teníamos UCIs disponibles. Pero ya era tarde.
Luchó contra el virus igual que había luchado por su profesión y sus
compañeros pero, al final, el bichito este no dio tregua”, lamenta una
de las compañeras. Recuerdan que era muy buena tocando la guitarra y
que, a veces, pocas, en las cenas conseguían que se arrancase a cantar.
También recuerdan que le gustaba mucho leer las manos. “A mí me acertó
todo lo que me dijo”, señala otra.
“No creemos en el tema de los
héroes y ya está. Nadie se tiene que sacrificar independientemente de
sus condiciones”, señalan desde el colectivo de jóvenes de Moratalaz.
“Cuando llegamos a poner la pancarta, los trabajadores se alegraron de
lo que estábamos haciendo y se acordaron de la otra que pusimos en
marzo.
De aplausos no se vive, ni de pancartas tampoco, se trata de que
desde los barrios nos protejamos y mostremos interés por quienes viven
aquí y por las condiciones de quienes trabajan”.
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