Las fotos llevan una explicación y al relato lo precede un *asterisco. Lo copiado aparece "entrecomillado". Para
VER las FOTOS, sus detalles, DEBEN AGRANDARSE clicando sobre ellas. Fueron tomadas con cámara analógica y ahora
escaneadas, 9/6/2015 Crónica día anterior http://paqquita.blogspot.com.es/2007/06/el-moncayo-ii-la-excursin.html
* Creías que había terminado... no, no, no. No he hablado largo y tendido de la joya vegetal que es la sierra del Moncayo.
Algo más abajo del albergue-refugio está la Fuente de la Teja, nos acercaremos a ella dando un paseo por la tarde. Esta vez el grupo va más nutrido. Poco antes, también a la izquierda vi otra indicación que me acerqué a leer, trata de los árboles de corteza blanca, allí mismo hay unos cuantos hermosos abedules junto a un pequeño curso de agua.
Toda la carretera, desde el inicio -más abajo- hasta aquí, está rodeada de robles, con algún ejemplar de lo que creo son fresnos.
A la altura de la fuente subimos ladera arriba, es un hayedo estupendo el que aquí hay, sus troncos están protegidos en este punto de los vientos y crecen rectos, espigados, buscando la luz.
En un principio la senda está claramente definida, luego se desdibuja un tanto y acabaremos subiendo un poco más "a las bravas"
Tras alguna reclamación, pero ninguna baja, acabaremos dando en una pista de tierra y al poco en la asfaltada. Estamos por encima de nuestro albergue -lo suponíamos-. Cartel con nombre del lugar: Hayedo de Peña Roya.
Como vamos de paseo vemos fresas, sí, junto a la misma carretera porque es de las pocas zonas bien soleadas. Eso es lo que quieren, humedad y algo de sol. Las fresas silvestres no son mayores, usualmente que el tamaño de la uña del pulgar ¡y esas son las grandes! de sabor... muy buenas. Eso de comer las cosas según las recolectas tiene su punto.
7.- Foto de grupo, dentro de La Paridera
* Al día siguiente, domingo y por la mañana, salimos cuatro de paseo. Fernando Ridruejo va de guía. Comprobamos que desde la misma casa sale otra senda que te lleva por el hayedo y en el camino hay media docena de las antiguas neveras -pozos de obra en los que guardaban la nieve durante el invierno para los distintos usos- actualmente colmatadas de tierra y solo distinguibles por la pared de piedra que sobresale del suelo -como medio metro- y su forma circular-.
Por la pista de tierra del día anterior también hay avellanos, por ella se accede al Collado Castilla y al barranco del mismo nombre.
La vuelta la haremos por otra senda. Desembocamos más abajo que la fuente del día anterior. Por todo el camino de bajada hemos pasado junto a infinidad de plantas de arándanos, sin flor -no ya fruto-. Los arándanos silvestres son una delicia, y tiñen, sí, tiñen los dedos de morado ¡y la lengua! pero no hay cuidado desaparece con los lavados.
Y hay muchísimos acebos entre medias de los restantes árboles y de una talla considerable, con sus frutitos rojos -normalmente los asociamos al invierno- llegando a alcanzar muchos de ellos... unos seis metros de altura, calculado a ojo "de buen cubero" -buen cubero es el que hacía bien las cubas de vino, cosa que sé desde hace poco tiempo, no creáis-.
En definitiva, el monte del Moncayo merece la pena visitarse, sobre todo en esta esplendorosa época.
Hay dos centros de Interpretación, en los que nunca estuve, porque siempre vinimos acompañados por los de Zaragoza.
PAQUITA