http://www.revistarambla.com/v1/sociedad/entrevistas/2421-qun-ciudadano-no-es-libre-si-no-tiene-las-bases-de-su-existencia-material-garantizadasq
Texto: Ignacio González Orozco, publicado en 4-8-2014
La comisión del Parlament de Catalunya encargada de la tramitación de una propuesta de ley de Renta Garantizada
de Ciudadanía, inició en julio de 2014 la ronda de
intervenciones de los promotores de la Iniciativa Legislativa
Popular que llevó la propuesta al legislativo autonómico.
Uno de los debates más intensos de la teoría política contemporánea
atañe a la complementariedad de los derechos negativos y los
derechos positivos. Los primeros atañen a la no injerencia exterior
en la vida del ciudadano, como el respeto a su vida, libertad y
conciencia; por tanto, reconocen la autonomía original inviolable
de todo individuo. Los segundos pretenden crear las condiciones
materiales idóneas para que todos los ciudadanos puedan ejercer
con plena capacidad sus derechos negativos, y para ello requieren
de la intervención activa de los poderes públicos:
así los derechos a la salud, el trabajo y la vivienda.
Entre los derechos positivos está tomando fuerza la reivindicación de la Renta Básica Universal (RBU), que consistiría en una retribución
dineraria a todos los ciudadanos mayores de edad por el solo hecho
de serlo, con independencia de su edad y situación laboral, y cuya
finalidad estriba en garantizarles un mínimo de recursos económicos
que teóricamente les libraría de lacras como la pobreza o la
necesidad de aceptar contrataciones laborales precarias y abusivas.
Por supuesto, la medida tiene detractores tanto en la derecha como
en la izquierda; los argumentos más esgrimidos en su contra, una
hipotética caída de la fuerza de trabajo y la difusión subvencionada
de una idiosincrasia de la ociosidad. Sobre todas estas cuestiones
responde Álex Boso, profesor asociado de Ciencia Política de
la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y secretario de
la Xarxa Renda Bàsica (Red Renta Básica) de Cataluña,
organización creada en 2001.
P: ¿Por qué la condición de ciudadanía debe llevar asociado
el derecho a percibir una renta básica universal (RBU)?
En toda democracia existen una serie de derechos constitutivos que
deberían tener una naturaleza universal e inalienable. Me refiero al
derecho al sufragio, a la salud, a la educación, a la vivienda, y
también al derecho a la renta básica. La RBU no es solamente una
política contra la pobreza. Si fuera así, no tendría tanto interés. Si es una propuesta interesante, es porque se trata de una medida
que incrementaría la libertad real de buena parte de la ciudadanía.
Un ciudadano no es libre si no tiene las bases de su existencia
material garantizadas. Una persona que depende de otra para
poder sobrevivir, no es una persona plenamente libre.
Por ejemplo, la renta básica otorgaría a la mayoría de las ciudadanas
y los ciudadanos un poder de negociación que les ayudaría a
emanciparse de las dependencias hacia los patronos o los maridos. No tiene sentido hablar de “ciudadanía” sin considerar las condiciones
que han de garantizar la seguridad económica de los individuos que
pertenecen a una comunidad política. Si los individuos no pueden
articular sus planes de vida, no pueden llevarlos a la práctica de una
manera efectiva, la ciudadanía plena resulta impracticable.
P: Si es universal, ¿Botín también la cobraría?
La parte más polémica de la renta básica es la que a mi modo de ver
la hace más virtuosa, y se trata precisamente de la incondicionalidad.
En el estado del bienestar tradicional, la mayoría de subsidios que se
perciben suelen ser focalizados y, por consiguiente, condicionados a
algún tipo de circunstancia o de estado: debes estar desempleado,
ser pobre, tener algún tipo de discapacidad, etc. La renta básica es una asignación monetaria e incondicional a toda la
población; por tanto, Botín (y todas las personas ricas) también la cobraría.
No obstante, el hecho que la cobre no quiere decir que Botín salga
beneficiado de la introducción de una RBU. Todo lo contrario, la
situación económica de Botín sería peor que en el sistema actual. O
lo que es igual, en cualquier tipo de propuesta de aplicación de la
RBU que sea fiscal y económicamente interesante, los ricos pierden y
el grueso d la población gana, sobre todo los ciudadanos más pobres
Botín recibiría la RBU, pero pagaría muchos más impuestos de
los que paga en la actualidad.
P: Se entiende que todo receptor de la RBU podría recibir
también prestaciones por desempleo, subsidios, etc.
Existen diversas propuestas de financiación y, lógicamente, la
introducción de una RBU conlleva una simplificación del sistema
de subsidios condicionados actuales. Con una RBU se suprimirían
todas las asignaciones monetarias públicas de una cuantía inferior
a la RBU. En el caso de aquellas personas que estuvieran cobrando
una prestación de una cuantía superior a la RBU, se pasaría a percibir
la RBU más un complemento por dicha prestación durante el tiempo
que correspondiera. Una vez finalizado el período de disfrute
de prestación, la persona recibiría sólo la RBU.
P: También cobraría la RBU quien no deseara trabajar ¿No se
fomenta así una cesantía voluntaria que d prosperar en número
podría tener graves consecuencias económicas para el Estado?
La idea de que la RBU fomentaría el parasitismo suele ser común
entre aquellas personas que conocen por primera vez la propuesta,
pero disponemos de suficientes pruebas empíricas para refutar
la validez de tal problema.
En primer lugar, es preciso aclarar que existen tres tipos de trabajo,
a pesar de que sólo uno cuente en el Producto Interior Bruto.
Es decir, existe un tipo de trabajo que tiene remuneración monetaria, y que por desgracia en las sociedades capitalistas ha colonizado el
resto de tipos de ocupación laboral. Pero también existe el trabajo
doméstico, que no tiene retribución pero es crucial para nuestra
sociedad. Finalmente, también existe el trabajo voluntario, que por
definición tampoco está remunerado. Por tanto, es del todo
desacertada la idea de que una persona que no esté empleada
por cuenta ajena no está haciendo nada por la sociedad. De hecho, la mayoría de veces que se escucha la crítica de la cesantía
voluntaria se está pensando en el caso del trabajo remunerado y
nunca en los posibles efectos sobre el resto de las categorías de la
tipología de trabajo que acabamos de exponer. En el fondo, cabe
preguntarse por qué debemos enhebrar todas las actividades útiles
que los seres humanos son capaces de hacer a través del pequeño
ojo de la aguja de un contrato laboral.
Por otro lado, existen muchas razones para suponer que una RBU no
provocaría, en absoluto, una retirada masiva del mercado de trabajo
Más allá de la recompensa pecuniaria, las personas buscamos cierta
realización personal y social con el trabajo. Por otro lado, el deseo de
obtener unos ingresos superiores depende de una serie de factores
d índole cultural que son independientes d la introducción de una RBU
Si hoy en día ese deseo no escapa a las clases medias o altas, cabe
suponer que s mantendría con una RBU, a pesar d que esta medida
pueda garantizar las bases económicas mínimas para una vida digna.
Debe tenerse en cuenta que la RBU suele siempre plantearse como
una remuneración modesta, que se debe situar en el umbral de la
pobreza del lugar en donde se quiera aplicar. Por tanto, la RBU
puede ser complementada con otras fuentes de renta, cosa que no
permiten los subsidios condicionados típicos del estado del bienestar
La RBU no constituye un techo, más bien define un nivel básico a
partir del cual las personas pueden acumular otros ingresos.
Podemos hacer una analogía con el caso de los trabajadores con
buenos salarios que aún así realizan horas extras, o el caso de las
personas prejubiladas anticipadamente que tienen algún tipo de
actividad remunerada. Creo que hay suficientes indicios para
suponer que la RBU no provocaría una contracción masiva y
homogénea del trabajo asalariado.
Hace unos años, una ONG se propuso realizar un proyecto piloto
de RBU en Otjivero, una pequeña población de la región de Omitara,
en Namibia. Todos los residentes adultos de esa población recibirían
una RBU durante algunos años. La prensa del país, espoleada por la
derecha política local, tardó muy poco en criticar la medida y
vaticinó que los ciudadanos de Otjivero se “tirarían a la Bartola” y
gastarían la RBU en cervezas. Pero la realidad es testaruda y los
resultados del proyecto mostraron que la RBU, lejos de fomentar la
cesantía voluntaria del trabajo asalariado, elevó las tasas de empleo,
ayudó a levantar ciertos microemprendimientos e incluso aumentó
la tasa de escolarización de los menores.
P: Nuestra sociedad cree en la cultura del esfuerzo. ¿La RBU no sería un factor desmotivador para la formación académica y profesional de muchos jóvenes?
Cuando tenía 16 años me di cuenta de que no podría llegar a la excelencia en el conocimiento del idioma inglés con las clases que recibía en el instituto público. Ese verano lo pasé fregando platos en un restaurante del grupo HUSA, un trabajo poco remunerado, repetitivo y con un nivel de realización nulo. Además, se cobraba en negro. Alguno de mis compañeros, que tenían el mismo problema que yo, fueron a Inglaterra o a Estados Unidos a perfeccionar su inglés. No creo que ni su cultura o nivel de esfuerzo fuera distinta a la mía. Lo único que nos diferenciaba era la clase social.
Bajo mi punto de vista, la renta básica podría incentivar de un modo especial la formación académica de los jóvenes, igual que sucede con los modelos de becas de formación que tradicionalmente han caracterizado a los países escandinavos, que permiten a los estudiantes no sólo formarse en igualdad de condiciones sino también emanciparse antes.
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